―Nahara, ¿eres tú? ―Chiara se sintió revivir―. ¿Dónde habías estado? Todos están preocupados por ti. Has faltado al hospital. Fui a tu piso y no te vi. Hela estaba hambrienta y sucia. ¿Cómo pudiste dejarla sola tanto tiempo? ¡¿Qué está pasando?! ―¡Chiara, necesito que me escuches! ―le habló con firmeza, ya que no le permitía decir media palabra―. Estoy en el hotel Paradiso… ―Señorita, cuelgue la llamada. ―Uno de los hombres entró a la habitación y corrió hacia ella. ―Ven a la suite, por favor. Ven rápido. ―El hombre arrancó el cable y la miró asustado. Sabía que moriría por ese error―. Llamé a la policía. Vendrán para acá ―lo amenazó, pero él no se preocupó. ―Quiero que se comuniquen con el jefe. Ha sucedido algo. ―No dejó de mirarla. ¿Por qué no entró antes? Se llamó tonto. Ahora esta