Aún faltaba varias horas para que pudiera encontrarme con Arthur y la verdad no quería volver a casa tan temprano, ahí nadie me esperaba, así que al ver que solo debia caminar un par de cuadras, me dirigí a ese lugar.
Estaba ubicado en una zona que al parecer tenía muchos servicios a mi alcance, como cafeterías, gimnasio, restaurantes y tiendas que no había visitado antes, ademas de que el parque estaba relativamente cerca. Me sorprendió que Arthur pensara en todo antes siquiera de comprarlo, parecía ser que tal vez tenía algún tipo de remordimiento y aunque el que me regalara un departamento no lo excusaba del delito de casarse con una menor de edad, al menos redimía un poco su culpa.
Cuando llegue a la dirección, me percate que el edificio donde se encontraba el departamento, se encontraba en un área exclusiva, ademas con solo ver la fachada supe que el interior sería igual de lujoso, incluso podía imaginarme varios muebles instalados, ya que ese tipo de lugares, vendía los departamentos así, era por así decirlo, como casas express y por supuesto, no todo el mundo podía pagarlas, al menos no todos de un solo p**o, como supuse Arthur lo habría hecho.
—Buenas tardes— me presenté frente al portero, quien, durante un breve momento me miro extrañado.
—¿Se le ofrece algo, señorita?— pregunto con cierta cortesía y es que la mayoría de la gente que me veía entrar a una tienda, me miraba con cierta confusión, quizás porque me veía muy joven para comprar algo de gran valor y claro, cuando sacaba la tarjeta, algunos llegaban a mencionarme, que mi padre debia consentirme mucho. Por supuesto, yo no los corregía, después de todo, no sabia como explicarle a la gente que en realidad era de mi esposo y que él no tenía ningún inconveniente cuando compraba algo excesivamente caro.
—Acabo de adquirir un departamento en este edificio— le aclaré, pero por su expresión supe que comenzarían los problemas, ya que no parecía creerme.
—¿Un departamento dice?—cuestiono muy confundido, entonces volvió a mirarme.
—Así es— le asegure y con tal de que me dejara pasar, saque los documentos de compra venta y por supuesto, mi identificación, la cual mi padre se había encargado de sacar, para que mi matrimonio con Arthur Sallow fuese válido—acabo de recibir los documentos, pero no me entregaron la llave.
—¿Estás segura de lo que dices?—insistió en preguntar, el tipo parecía no confiar en alguien tan joven como yo, pero en realidad cumplía 16 años ese mismo día y yo no era una persona común como todo el mundo me juzgaba.
—Lo estoy, ahora si no es mucha molestia, me gustaría hablar con alguna persona de la administración— insistí, después de todo no habría ninguna razón para que no me dejara pasar, no es como si me fuese a robar todo el edificio, aunque había escuchado que algunos chicos de mi edad, solían entrar a casas y departamentos lujosos, sin permiso claro, solo para tomarse fotos y subirlas a i********: para presumir algo que en realidad no tenían.
—¿Puede permitirme un momento, su documentación?— cambio el tono de su voz, parecía molesto con mi insistencia.
—¿Va a dejarme pasar?—cuestione con recelo, después de todo cabía la posibilidad de que quisieran quitarme mis cosas y hacerme pasar por loca o delincuente, ya me había pasado una vez y no era precisamente una sensación agradable.
—Primero, necesito verificar que sus documentos sean reales—concluyo y aunque en realidad temía lo peor, aun así, cedi. El tipo tuvo la osadía de cerrarme la puerta, quizás temiendo que yo aprovechara su ausencia para escabullirme al interior, así que espere por un par de minutos, los cuales me parecieron insoportables por no decir vergonzosos, pero aquel hombre moreno volvió enseguida y no parecía muy feliz, pero no como si estuviese enfadado, sino que en realidad parecía estar preocupado.
—Una disculpa—dijo una vez que abrió la puerta, entonces me extendió mi identificación, pero no los demás documentos—camine por ese pasillo al fondo y toque la primera puerta.
—¿Y lo demás?—cuestione enseguida, ahora con evidente molestia.
—El administrador se lo devolverá enseguida—respondió agachando levemente la cabeza. Ese era el problema al que usualmente siempre debia enfrentarme, el hecho de que la gente a mi alrededor desconfiara de mí por verme joven y hasta ingenua, pero no gustaba del maquillaje, quizás por todo el tiempo que una mujer debia emplear para ponerse bella.
Yo no tenía en realidad una razón para usarlo, me sentía bien conmigo misma y sabia que en algún momento, quizás cuando estuviera enamorada o en alguna ocasión muy, pero muy especial, tomaría la iniciativa de maquillarme, pero mientras tanto prefería usar lo mínimo, es decir, no me parecía mal usar al menos un poco de bálsamo labial.
Luego de seguir las vagas indicaciones del portero, llegue a la oficina administrativa, la cual no estaba del todo mal. Llame a la puerta y enseguida me abrió una joven y supuse que debia ser la secretaria.
—¿Te puedo ayudar en algo?—cuestiono sorprendida, tal vez esperando que alguien mayor se presentara en ese momento, así que me vi forzada a levantar mi identificación, la cual ahora llevaba el apellido Sallow.
—Vine para aclarar un asunto de la compra de mi departamento— le expliqué tratando de tolerar este absurdo asunto.
—¡Oh, disculpe, por favor, pase!— me indico haciéndose a un lado.
Me indico entrar a la oficina de su jefe, quien ya me esperaba, pero a diferencia de los demás empleados que se sorprendieron, él parecía estar más interesado en resolver un asunto en especial.
—¿Mi firma?— cuestione una vez que me explico que eso era todo lo que necesitaba para que me dieran la llave de mi departamento, la transacción estaba hecha, pero aunque la documentación legal estaba a mi nombre, nada era válido hasta que pusiera mi firma en los documentos.
—De acuerdo— dije después de reflexionar que tal vez por esa razón los documentos habían llegado a la mansión y no al departamento de Arthur, tal vez iría a darme la sorpresa a la casa y esperaría que firmara para finalizar los trámites de la compra.
Una vez que el hombre me ofreció una pluma, firme los documentos, utilizando la misma firma que me había inventado el día de mi boda y cuando termine, el hombre frente a mí, le realizo un par de copias, para al final darme los originales, así como las llaves del departamento.
—Le haremos llegar su título de propiedad en un plazo de tres días, así que ¿Piensa mudarse en poco tiempo? ¿O preferiría que se lo enviáramos a su actual domicilio?— cuestiono como si en realidad ya hubiera hecho planes las siguientes semanas, cuando en realidad no sabia como pasaría el tiempo el resto de la tarde.
—Por favor, envíelos a mi dirección actual— solicité, ya que en realidad, solo había ido a ese lugar con el único objetivo de ver el departamento, no firmar nada y mucho menos decidir que haría con ese lugar.
—Va a sonar un poco tonto, pero ¿En qué piso se encuentra?—cuestione puesto que no me había tomado la molestia de leer todo el documento antes de llegar.
—Último piso, Pen-House— anuncio algo sorprendido, pero no parecio desconfiar de mí, quizás sabia algo al respecto, es decir, Arthur tuvo que explicarle algo ¿No?
Salí de la oficina y me dirigí al ascensor, esta vez ni la secretaria y mucho menos el portero dijeron una sola palabras, pero si me miraron con cierto asombro, quizás por saber que alguien tan joven había adquirido un departamento de varios millones de libras.
Sentí nervios cuando las puertas se cerraron, es decir, no esperaba que Arthur hiciera algo semejante por mí, era demasiado tierno y al mismo tiempo desconcertante, puesto que no había razón ni tampoco un motivo claro a menos de que deseara algo de mí. Solo entonces sentí que el corazón me palpitaba rápido y mis mejillas se ruborizaban.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron dejándome entrar a un pasillo amplio en el que únicamente se encontraba una sola puerta, trague saliva al darme cuenta de que ese departamento era bastante grande, por supuesto, no más grande que la mansión, pero sí lo suficiente para mí.
Metí la llave en la cerradura y luego de darle un par de vueltas, la puerta cedió dejándome ver el esplendor que el dinero podía pagar, era increíble, bastante moderno, con muebles que parecían ser abstractos o incluso de colección, todo era exuberante, pensé en la posibilidad de que a Arthur no le interesara en lo absoluto la decoración y por ello estaba adornada a su gusto, puesto que ese estilo me recordaba mucho a él.
Me paseé por el lugar con tranquilidad, ya que debia esperar mucho tiempo antes de poder encontrarme con Arthur, así que me tome mi tiempo. El departamento contaba con dos habitaciones ya amuebladas, cada una con su propio baño y un armario, también había una oficina, la cocina y una estancia bastante amplia, pero lo mejor era el ventanal por donde se podía observar todo Londres.
Adore el nuevo departamento, así que mientras miraba por la ventana, pensé en Arthur y en el pañuelo que llevaba para agradecerle, aquel encantador gesto. Solo que no quería dárselo solo así, es decir, sin una nota que expresara mi verdadero agradecimiento, ya que en realidad yo no era muy buena para hablar, así que aproveche que alguien había dejado una pluma y una libreta de notas.
Me tomé la libertad de tomarlo prestado y escribí lo que sentía: "Muchas gracias por todo, ha sido mi mejor cumpleaños"
Doble la nota y una vez que saque el obsequio de Arthur, lo metí en el interior, esperaba que mi nota fuese una sorpresa más para él, sin embargo, mientras le ponía la tapa a la pequeña cajita azul en la que venía la corbata y el pañuelo, escuche que alguien entraba por la puerta, lo cual me alarmo un poco, ya que yo recordaba haberla cerrado.
Cuando me asome me percate de la presencia del mismo administrador que me había dado la llave, supuse que tal vez había olvidado decirme algo, pero al aproximarme escuche que hablaba con alguien mas.
—Lo lamento mucho, la señorita me mostro su documentacion y yo verifique que era legal—le escuche pronunciar al administrador con un tono de voz avergonzado.
Camine hacia él, pero antes si quiera de que pudiera preguntarle al administrador, que diablos estaba ocurriendo. Arthur entro por la puerta.
—¿Quiere que llame a la policia?—cuestiono el hombre esta vez desconfiando de mi.
—No—respondio Arthur en seco, con voz profunda, usando el mismo tono de voz de siempre, el que me hacia temblar y quedarme inmovil sobre mi sitio— ella es mi esposa.
—Entonces, no entiendo. ¿Cual es el problema?—cuestiono el administrador, pero sin que Arthur dijera nada, yo sabia que esto no pintaba para nada bien, de hecho, me senti como un pobre animal indefenso, acorralado por su depredador y apunto de morir.
—Vayase, ahora—expreso Arthur con cierta serenidad, pero esa tranquilidad era lo que mas me aterraba de él, era como un maldito felino jugando con su presa antes de matarla, pero sin el proposito de comersela, asi se divertia él.
El administrador cerro la puerta dejandome encerrada con Arthur y eso me inquieto bastante. Odiaba estar a solas con él y no exactamente porque temiera que él fuese hacer algo en mi contra, ese no era su estilo o al menos nunca me habia dado motivos para pensar que iba a dañarme. Lo que él utilizaba conmigo era un metodo mas tortuoso, su forma de torturarme era con su mirada, su postura, la manera en como me rodeaba y me hablaba, le fascinaba hacer eso.