Era cierto qué mi vida ya no había sido la misma desde mi boda.
Al principio, sentí miedo, porque Arthur y yo apenas cruzábamos palabra, pero aun así me dio un par de tarjetas única y exclusivamente para mí, pero después de lo que había visto aquel día no sentí ganas de tocar ni un solo centavo de su dinero hasta que en cierta noche de insomnio me di cuenta de algo.
Yo no amaba a Arthur por muy atractivo qué fuese y él tampoco me veía en realidad como una mujer, así que realmente no debía importarme lo que él hiciera con otras mujeres mientras a mí no me tocara.
Con esa idea en la cabeza, no sentí ningún remordimiento al gastar mis primeros mil dólares en un bolso y aunque en realidad no lo necesitaba, realmente gozaba gastarme su dinero, era por así decirlo, el cobro por el trauma qué había tenido qué pasar.
Con el pasar del tiempo descubrí qué Arthur tenía su propia vida, es decir, realmente no le había afectado en lo absoluto el qué estuviéramos casados, puesto que en realidad no vivíamos en la misma casa.
Por lo que había escuchado hablar a algunos empleados, Arthur tenía un departamento no muy lejos de su oficina, así que, en días laborales lo ocupaba mientras qué solo venía los fines de semana, quizás a ver si aún seguía con vida, pero aun así, no había ningún tipo de conexión e interés en mí, yo solo era un adorno de su bella y lujosa casa, tal cual lo había sido siempre.
Los meses pasaron sin qué me diera cuenta y es que, con todo el tiempo que tenía libre y el dinero en mi tarjeta, al final decidí hacer algo de mi vida y no permitir qué los demás me controlarán.
Así que decidí terminar mis estudios en línea y también tomar un curso de idiomas, así que durante las mañanas estaba muy ocupada en clases y en las tardes, se me iba el tiempo en tareas y trabajos que debía entregar para poder compensar el tiempo perdido.
Poco a poco fui ganándome la confianza de los empleados de Arthur, como por ejemplo el ama de llaves. Desde el día en que pise esa casa, ella me miró con cierto desdén, quizás por mi edad o simplemente porque no esperaba que la señora de la casa fuese en realidad una niña y al menos en eso no estaba del todo de acuerdo. Merecía respeto lo quisiera o no, así que desde mi llegada, evitaba cruzarme con ella, pero al retomar mis estudios y utilizar la mesa del gran comedor como mi oficina privada, ella se mostró un poco más cordial conmigo.
Y sin que yo se lo pidiera, ella misma me llevaba el desayuno o el almuerzo mientras estaba en clases, por supuesto, no cruzábamos ni una palabra, pero era fácil percibir que el trato hacia mí era diferente, ya no tan frío y ya no tan distante.
También logré congeniar un poco con el jardinero, gracias a que entre cada clase tenía veinte minutos de descanso, así que salía a estirar las piernas al jardín para tomar un poco de sol, fue ahí donde lo conocí. Era un hombre bastante agradable, entre sus cincuenta o sesenta años, parecía tener mucha experiencia y yo aunque no estaba muy interesada en el mundo de las flores, a veces me venía bien hablar alguien que no fuese yo misma, ya que en realidad no tenía ni un solo amigo.
Llegue a pensar que mi vida no era del todo mala hasta que llego el día de mi cumpleaños número 16, en realidad mis cumpleaños no eran del todo especiales, pero al menos en casa de mi padre, eran los sirvientes, los únicos festejar el día de mi nacimiento y yo era feliz con eso, pero estando sola en la mansión que pertenecía a Arthur Sallow, mi cumpleaños se sentía aún más vacío.
Era un frío sábado de septiembre, pleno otoño y no es que no me gustara esta temporada, de hecho, de niña la amaba. Adoraba arrojarme en las pilas de hojas teñidas de rojo y naranja, las tardes de lluvia y también las películas de terror que podía ver en televisión abierta, ya que mi padre me había prohibido tener ese tipo de entretenimiento.
Pero estando sola y por supuesto, sin nadie con quien celebrar mi cumpleaños, tuve sentimientos encontrados, entre tristeza, soledad y también un poco de positivismo. Ese último me animo a ver ese día con mejores ojos, después de todo, era libre de hacer lo que quisiera y claro, tenía una tarjeta sin límite en mi bolsillo, la cual no podría darme la compañía que necesitaba, pero si me ayudaba a olvidar que este cumpleaños sería diferente.
Después de ponerme un vestido azul que me fascinaba, tome uno de los tanto bolsos que ya tenía gracias a Arthur y salí de mi habitación con la idea de no volver hasta el anochecer, sin embargo, al bajar las escaleras y dirigirme a la puerta de entrada, me percate de la presencia de un hombre, en realidad parecía ser el cartero.
Me sorprendió que se le permitiera la entrada hasta la misión, puesto que el lugar estaba cercado, al igual que muchas casas de por ahí. El hombre entregó el correo al ama de llaves y justo cuando llegue junto a ella, se sorprendió un poco y después, me entrego los sobres que tenía en las manos.
En total eran cinco sobres, cuatro de ellos estaban a nombre de Arthur, pero el último tenía escrito el mío, así que le entregue lo demás a la señora Helen y abrí el sobre, ya que al parecer era algo de bienes raíces. Podía ser que mi tarjeta no tuviera límite, pero no recordaba haber comprado alguna propiedad así que inmediatamente me inquiete pensando que tal vez alguien se había atrevido a clonar mi tarjeta para comprar sin medida cosas a mi nombre.
Enseguida hable al banco y pedí que bloquearán mi tarjeta, en caso de que alguien siguiera comprando cosas costosas y después de comentar que la compra de lo que parecía ser un departamento era una transacción que no reconocía, me dijeron que la compra la había realizado mi esposo con su cuenta titular, pero lo había hecho a mi nombre, cosa que en verdad no esperaba.
«¿Me había comprado un departamento? ¿Por mi cumpleaños? » fue lo primero que pensé, pero más y más dudas vinieron a mi mente.
¿Porqué lo haría? ¿Se sentía culpable de haberse casado con una adolescente? ¿Pretendía darme mayor libertad con ese departamento?
No quería quedarme con la duda, así que guarde los documentos en mi bolso y salí de casa.
Llegue al centro de Londres en poco tiempo y le solicite al chófer que aparcara muy cerca ya qué haría varias compras y no quería caminar tanto para dejar cada bolsa.
Primero fui a Deni's una joyeria muy popular en i********: y por lo tanto bastante costosa. Compre un anillo en forma de conejo qué me fascinó y un collar que hacía juego.
Posteriormente, salí para ir a una tienda a la vuelta, esta tenia algo muy especial qué me había obligado a evitarla a toda costa, puesto que ni siquiera mi hermana tenia ropa de esta marca. No porque no pudiera costearla, sino porque había escuchado que Sophie había tenido un problema con uno de los gerentes en una sucursal de Italia y es que por alguna razón la habían menospreciado por vestir tan sensualmente como solía hacerlo.
Claro que mi vestido no enseñaba nada y claro, no creía que aquí me discriminaran únicamente por mis gustos a la hora de vestir, pero aun así de detuve un segundo antes de que el portero abriera la puerta para mi.
Se trataba de una sucursal de CHANNEL y esta tienda estaba vendiendo un par de guantes de los cuales me había enamorado al verlo en su catalogo de otoño-invierno en línea.
Podía ser qué mi familia le tuviera ese resentimiento a la marca por culpa de una persona, pero ya que era el día de mi cumpleaños, no iba a irme de ese lugar a menos que obtuviera lo que quería y como si se tratara de cualquier tienda, a la hora de pedir mi producto, me lo empaquetaron y luego de pagar me lo entregaron sin ningún problema. Estaba sorprendida.
Al salir me dirigí a una cafetería para almorzar un pie de calabaza y un mocachino con bastante espuma, debía hacer tiempo para ir a la oficina de Arthur, se suponía qué él salía de trabajar a las 4 de la tarde, pero usualmente tenia juntas y reuniones hasta las siete, solo entonces podía encontrarlo en su departamento.
Realmente no sabia que haría todo el día, pero deseaba hablar con él sobre esa compra. No quería ilusionarme por nada y en caso de que realmente ese departamento fuese realmente un obsequio, no me quedaba más que agradecer su amabilidad.
Apenas podía creer que él tuviera un gesto como ese y no solo era el departamento, sino el hecho de que pensar en mi y por alguna razón recordará mi cumpleaños.
Cuando termine de almorzar, camine un rato por un parque cercano mientras buscaba recomendaciones en internet para pasármela bien mientras esperaba la hora de ver a Arthur, pero al cruzar la calle, desde lejos vi una tienda pequeña donde la entrada era apenas una puerta blanca junto a una gran ventana donde se podía leer el nombre “Elegant man”
Al llegar y asomarme por la ventana, vi que se trataba de una tienda de corbatas y pañuelos elegantes para caballeros. La verdad no sabia que hoy en día alguien usará un pañuelo bordado, pero la tienda estaba abierta, así que entre.
En mi mente, había una lucha interna, entre si elegir o no algo para Arthur, aun no estaba segura que ese departamento fuese para mi, pero no dejaba de pensar en la vergüenza qué tendría si en realidad eso era cierto, quería agradecer se lo de alguna manera.
—¿Puedo ayudarla en algo, señorita?—pronuncio un hombre detrás de mi y al girar, vi a un hombre pelirrojo, joven, tal vez de la misma edad qué Arthur, no estaba segura.
—Me gustaría comprar un pañuelo—dije con cierto nerviosismo, me había tomado por sorpresa y es que ni yo misma estaba segura de como diablos se compraba un pañuelo.
—Por supuesto—me sonrió—¿Buscaba algún modelo en especial?
—No en realidad, es la primera vez que compro uno—admití con pena.
—¿Se trata de un regalo? —me interrogó, quizás para poder ayudarme a elegir.
—Así es.
—Si es para su padre o su abuelo, tengo este tipo de modelos—señaló un tipo de modelos dentro de su aparador, los colores eran oscuros, con patrones elegantes, pero simples, además de que habían un par de modelos bordados en hilo dorado o plateado—si se trata de su novio, puedo mostrarle este otro tipo.
No muy lejos había otro aparador con pañuelos más coloridos y simples qué en realidad me hicieron perder el interés. Me pareció que los primeros pañuelos eran más apropiados para Arthur, aunque no estaba del todo segura si él los usaria o no.
—¿Podría mostrarme este, por favor?—exprese al ver un pañuelo muy lindo y elegante recordando un traje qué le había visto usar a Arthur.
El hombre lo saco de su sitio y me lo dio en las manos para que lo examinara, era bastante lindo y su precio me pareció bastante economíco, así que dividí llevarmelo.
—Lo quiero—dije devolviendo el pañuelo para que lo envolviera.
—Este modelo, por ser el más costoso lleva de regalo una corbata—me indico, aunque no me pareció que realmente fuese caro, así que al final salí de aquel lugar con una corbata y un pañuelo qué hacían juego, pero tarde veinte minutos mientras esperaba a que el hombre que me había atendido terminará de bordar las iniciales “A” y “S”
Mientras guardaba la pequeña cajita en las que me habían envuelto mi obsequio para Arthur, tuve un pequeño problema al abrir mi bolso, así que tuve que sacar lo que llevaba ahí para poder hacer un poco de espacio.
Se trataba de los documentos de compra venta del departamento, no me había percatado exactamente de la dirección, pero al verla, me di cuenta de que no estaba lejos de ahí.