La palabra se sintió como una bofetada en la cara. Cada vez que ella se lo arrojaba a la cara, él sentía el escozor. Ella estaba aguijoneando a sus demonios usando esa palabra una y otra vez.
—Todo menos eso —afirmó.
No había manera de que él la dejara ir.
Él curará todas sus heridas con su afecto ilimitado.
Él le proporcionará lo mejor de ambos mundos.
Él le dará todo lo que quiera, pero no el divorcio.
Nunca se divorciará.
—Me divorciaré de ti pase lo que pase —respondió ella con furia.
Nunca había resentido tanto a alguien como lo estaba resintiendo con él en ese momento. Sus ojos suplicantes ya no iban a derretirla. Pero sus ojos ya no suplicaban, se habían oscurecido por la frustración y la rabia.
—Te dije que no habrá un jodido divorcio. Será mejor que lo olvides. No h
