Capitulo 3|Anillo

1720 Words
VALENTINA No me quería casar, y eso iba a pasar en menos de dos semanas. No comprendía como era posible que mi vida había cambiado de un día para otro. Tan solo tenía dieciocho años, con una vida por delante y muchos sueños por querer cumplir, pero todo eso se quedaba aquí, en el momento que me marche con el que será mi esposo. La luz entró perfectamente por las ventanas de mi habitación. Se suponía que hoy debería ser un día normal, uno como cualquier otro en mi vida cotidiana, pero no era así. La realidad golpeaba en mí, recordándome lo que paso la noche de ayer, donde mi propia familia me regalo o más bien me vendió al mejor postor. Conocía las tradiciones familiares y de la mafia en la que nos rodeábamos. Y por eso sabía que lo que hacían era puro negocio, que las familias importantes en nuestra región negociaban sus más valiosos tesoros, en el caso de mi padre, era yo. Y aunque sé que él no quería hacer esto, no tenía elección, debía obedecer las reglas y los acuerdos que se hacían en la organización, sino seria como una ofensa. No estaba muy informada de todo, solo sabia que si padre no hacia lo que el abuelo hacía, mi madre, mi hermano y yo, peligraríamos. Mi madre me preparo para esto durante años, yo sabía del trágico futuro que me esperaba, pero no pensé que llegaría tan pronto. Ni siquiera había terminado el instituto, faltaban algunos meses para que acabara y pudiera graduarme, pero al parecer para mí ese día no iba a llegar. Adiós sueños y adiós libertad que quise experimentar una vez que creí que pudiera ir a una universidad e irme lejos de este lugar. ―Madre no quiero casarme ―lo solté en cuanto entró a mi habitación y la mire desde mi cama. Me reprendió con su mirada desde donde se encuentra de pie. ―Sabes que en ese tema no podemos opinar nosotras. No podía creer lo que estaba escuchando, era su hija, ¿cómo es que no iba a abogar por mí? Esto era una de las tantas cosas por las que quería salir huyendo de esta casa, escapar lejos de todos. ―Por supuesto que puedes ―levante un poco la voz ―Soy tu hija, ¿o acaso lo has olvidado? ―No me hables en ese tono jovencita ―me reprende severamente ―Soy tu madre, y merezco respeto, y harás lo que yo te diga. Además, sabemos que no podemos desobedecer una orden de tu abuelo, ni siquiera tu padre puede hacerlo. ―Pero es que… yo a ese hombre ni siquiera lo conozco ―me quejé ―Y no hablemos del tema del amor, porque no lo hay. ―Pero pasará, solo dale tiempo a su relación, déjate querer Valentina, en cuanto menos lo pienses tendrás a Alessandro Ferrari enamorado de ti ―dice, y se encamina a mi armario. Lo abre y busca alguna de mis prendas poco discretas que me había comprado recientemente, saca una y después un par de zapatos altos. ―Pero yo no quiero que se enamore de mí, que no entiendes mamá ―Aparto las sabanas de mi cuerpo y me levanto de mi cama, llego a su lado para continuar mi queja ―Ese hombre no me gusta, ni siquiera me atrae. Mi madre interrumpe lo que está haciendo para girarse y verme de una manera incrédula. ―Pero si es un hombre guapísimo, ni le has puesta atención. Solamente necesitan pasar tiempo juntos y los dos terminarán muy enamorados. Suspiro. Es inútil decirle millones de veces que no estoy nada interesada en ese hombre, pero sé que mi mamá lo hace para que no haya problemas con el abuelo; aun así, no estoy dispuesta a dejarme enamorar por él, ni en esta vida ni en ninguna otra. No voy a negar que el tipo es muy atractivo. El hecho de que obligue a alguien a casarse con él, no lo hacía una buena persona, eso para mí lo hacía feo, aunque su físico mostraba lo contrario. ―No quiero pasar tiempo con él ―repuse. Sin esperar respuesta de ella, entre al baño y me encerré para ya no escuchar más sus sermones. Lave mis dientes y me tome mi tiempo para ducharme, ya que no quería encontrarme de nuevo con mi madre. Aliviada suspiré cuando salí y me di cuenta de que ya no se encontraba en mi habitación. Camine hasta mi armario para sacar algo cómodo, pero, solté un quejido cuando alguien llamo a mi puerta. ―Señorita, la señora me mando a que le avisara que se estuviera lista en menos de 15 minutos y bajara ―informa la joven del servicio, una vez que le pedí que pasara ―y que su atuendo de hoy está sobre de su cama. Una vez que indico se marchó, dejándome sola para vestirme. Camine hacia la cama y otro suspiro saque, pero este era pesado, como una carga y un pesar que mi familia había puesto en mis hombros. Y es que así me sentía, negocio o deuda que tuvieran entre ellos debía pagarla yo con mi cuerpo. Mire la ropa y quise gritar de frustración, pero reprimí ese grito, sentía un nudo en la garganta que me ahogaba lentamente. Cuando comprobé la hora en la mesa junto a mi cama, deje a un lado todo y comencé a ponerme el vestido ajustado que mi madre había elegido. En cuanto termine salí y baje las escaleras despacio. No sabía lo que tenían planeado para mí, pero puedo imaginarme muchas cosas, cosas que no quisiera que pasaran. Una vez abajo me encontré con mi madre, en modo desesperada y nerviosa. No alcance a abajar el último escalón cuando me sujeta del brazo para llevarme consigo al salón. Al entrar me doy cuenta de que ni mi padre ni el abuelo están, solo Alessandro y su escolta con aspecto de asesino, el mismo que lo acompaño ayer. ―Alessandro nos va a hacer el honor de acompañarnos y dejarnos en donde compraremos tu vestido de novia. Él es todo un caballero ―comenta mi mamá con regocijo. No sé por qué le ocasionaba tanto gusto esta boda y más este hombre, que de seguro ella tampoco conocía. ― ¿Y papá? ―le pregunté a mi madre en tono bajo, para que no me escucharan los hombres que estaban enfrente de nosotros ― ¿Dónde está? Madre me amonestó con una mirada rápida sin necesidad de responder mi interrogatorio. ―Primero quisiera un momento con mi prometida ―salte sorprendida en cuanto lo escuche hablar. Su voz era profunda y calmada, sin ninguna emoción ―a solas ―ordeno. Y no me había atrevido a mirarlo en ningún segundo después de que entre al salón, pero en cuanto hablo alce la mirada sin control alguno. En un segundo me arrepentí de haberlo hecho, pues sus ojos estaban clavados sobre mí y eso provoco más mis nervios. Madre asintió en respuesta y yo tomé su brazo mirándola para que no se fuera y no me dejara sola con él, pero ignoro mi súplica y se soltó de mi agarre disimuladamente. Alessandro le indico a su compañero que también saliera de la habitación, en cuanto salieron y la puerta cerro, automáticamente baje la cabeza para nada más mirar el suelo y mis pies. Pero su voz volvió a hacer que la levantara y lo viera. ―Solo me tomará unos segundos hacer esto ―indico ―no ocupas estar nerviosa, no te haré nada, aun… ―no comprendía a que se refería, pero, aun así, me puse más nerviosa y él sabía cómo me sentía. ¿Cómo es que se dio cuenta? ¿Y qué quería decir con eso de “aun”? No quería pensar en eso, mi mente me llevaría a pensar cosas malas y ya estaba muerta del miedo, con solo estar frente a él y a solas. Así que no dije nada y continúe mirándolo, ¿por qué? No lo sabía. Vi como metió la mano al interior de su chaqueta y me tense con la idea de que posiblemente lo que sacaría sería un arma, no sé por qué tuve sé pensamiento, será porque es un mafioso. ¿Pero por qué él iba a tener ese interés de matarme? Qué tontería. Pero no fue así, lo que saco de su chaqueta fue una caja negra, se acercó un poco a mí. Comprobé que su traje también era del mismo tono que el objeto que sostenía en la mano. Me quede estática cuando abrió la caja delante de mis ojos. En el interior había un anillo de oro blanco con varias piedras pequeñas brillantes, una más grande en medio, podía estar segura de que eran diamantes, pues se parecían a un collar que mi madre tenía y amaba mucho. Alessandro tendió su mano en dirección a mí, en vez de que este momento sea hermoso, me sentía completamente incómoda. Aun así, extendí mi mano para alcanzar la suya y me estremecí cuando su piel rozo la mía, provocando que me sonrojara. Deslizo el anillo de compromiso en mi dedo, y se quedó por un segundo de esta forma, sentí una ligera caricia que fue la que me hizo reaccionar y fui yo quien rápidamente retiro la mano. No sabía que decir o que hacer, solo me quede ahí plantada frente a él, con las manos cruzadas y temblorosas, pues él había provocado algo en mí y no entendía que era eso. Jamás me había sentido de esta manera, tampoco es que hubiera estado a solas o de esta manera con otro hombre. En nuestro círculo no estaba permitido que ninguna mujer soltera o que no fuera su esposo, estuvieran solos en una habitación. Si mi padre se enterara, sin duda mi madre estaría en graves problemas. Pero no sé por qué, no logro comprender como es que Alessandro me había hecho sentir de esa manera, para mí él era alguien inaceptable. Ni su tanto dinero, poder o lo atractivo que es me hacían verlo como un buen hombre, pero su toque, esa caricia me hacían desear que me tocara una vez más.
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