Sus labios saben dulces, un poco a licor, pero nada que sea desagradable. Él gira un poco mi cabeza y entonces es donde comienza el verdadero beso. Su lengua sin pedir permiso entra en mi boca y jadeo en sorpresa. Mordisquea mi labio inferior y luego succiona lentamente. Bueno, esto es un excelente beso. Un beso que necesita ser detenido porque el aire no llega lo suficiente a mis pulmones.
Abro los ojos lentamente y nuevamente su mirada azulada está posada en mí. Casi suspiro y miro sus labios un poco inflamados. Él me sorprende tomándome del cuello e impactando nuestros labios en otro beso, maldición, no miento cuando digo que él besa estupendo. Siento como ladea mi cabeza para tener mayor acceso a mi boca, la abro para que nuestras lenguas jueguen y por un momento me pierdo del mundo y solo me concentro en nuestro beso, en su sabor, en él.
Elliot me guía y aun con nuestros labios únicos quedo sentada sobre sus piernas y una de sus manos recorre mi cuello bajando a mi espalda y luego tocando la superficie de mi trasero. Esa es la alerta que necesito para alejarme, él abre sus ojos y se encuentran oscuros, creo que él no entiende nada de lo que acaba de pasar por lo que sonrío y me acerco a su oído.
—Se acostó con tu hermano—susurro suavemente. Sus manos se posan en mis caderas.
—¿Qué mierda?—casi quiero reír porque era lo último que esperaba oír.
—Tu amiga coqueta, hace un rato estuvo con Shane y no precisamente jugando—me aparto y él me libera—estas advertido—me alejo de ellos y siento su penetrante mirada en mi espalda por lo que sonrío.
Vuelvo a tomar unas copas. Shane se une a la fiesta estando muy borracho he intentado besarme. Aún con un par de copas, sé muy bien que el asesino o la asesina de mis padres anda suelto o suelta. Voy a descubrir quiénes son.
Elliot camina hasta nosotros y Lorenzo trae a Shane a rastras. Lo siento ubicarse a mi lado y mis vellos se eriza sin razón.
—Creo que está muy tomado, es mejor irnos—le grito sobre la música. Ya deben de ser más de las cuatro de la madrugada.
—Espera un momento, voy por el auto, esperen afuera—ayudo a Lorenzo a cargarlo. Shane susurra cosas sin sentido y alaba a las mujeres cuando ve que tienen lindo trasero.
—Me gusta como hueles pichón—susurra en mi oído, sonrío porque hace mucho que no me llamaba por ese apodo tan estúpido.
—Estas muy borracho—susurro viendo cómo se acerca Elliot y me ayuda a entrarlo en el coche. Me giro a Lorenzo quien me mira con una sonrisa—¿te quedas o vas con nosotros?—le pregunto y él me hace una seña con la cabeza. Su hermano se encuentra en un auto mirando donde nos encontramos—nos vemos—me acerco y lo abrazo, dejo un cálido beso en su mejilla y me aparto—gracias por todo—él siente y entro de copiloto al auto.
Elliot lo pone en marcha y me quedo mirando los autos a través del espejo. Doblamos varias calles y me siento erguida de repente.
—Da la vuelta en dirección contraria a tu casa—le digo y el me mira confundido.
—¿Por qué?—pregunta y miro una vez más.
—Creo que nos están siguiendo—susurro y él asiente. Dobla y entra en unas calles desiertas aumentando la velocidad del coche.
El carro oscuro dobla en la misma y me entra el pánico, de verdad nos siguen. Miro a Elliot quien tiene los labios apretados y en una fina línea recta. Sus ojos están más pequeños mientras que aprieta el volante con fuerza.
—Dobla en la tercera esquina, hay un lugar abarrotado de carreteras, podemos perderles allí—susurro y él asiente.
Hace exactamente lo que le digo y luego de minutos le perdemos, tengo el corazón en la boca. ¿Sabrá alguien que trato de conseguir información?, es lo más seguro. Entonces ya están al tanto. Debí tener más cuidado.
Media hora después entramos al garaje de la casa Collins en silencio. Elliot no ha dicho nada y yo tampoco estoy comunicativa. Sus manos hacen movimientos sobre el volante mientras ninguno se atreve a bajar el coche, él permanece en silencio y sé que en cualquier momento preguntará sobre lo ocurrido hace unos minutos. Yo debo salir un suspiro cansado porque todas las emociones que he vivido a lo largo de la noche me tienen totalmente agotada. Trago sintiéndome cansada.
—¿Quienes nos estaban siguiendo?—pregunta él mirándome. ¿Por qué su mirada me pone nerviosa?
—Nada que te importe—susurro y me bajo del auto para subir a mi habitación. Demasiadas emociones por un día.
Me lanzo a la cama. Alguien sabe que yo se la verdad. ¿Por qué el detective y la policía no me han dicho nada?, soy familiar, tengo derecho a saber lo que pasa y además me considero lo suficiente madura para pensar con claridad.
Luego de llorar a mares.
Miro el techo, muerdo mis labios y caigo en cuenta de todo lo que hice esta noche. Bese a Elliot y me gustó bastante. Aunque él dejo en claro que me ve solo como una niña, seguro y tiene novia y yo no lo sé.
Suspiro, creo que es mejor olvidar este suceso. Pienso en Travis. Él está involucrado en la muerte de mis padres y lo mejor que puedo hacer es enfocarme en descubrir la verdad.
A Travis lo conocí cuando aún era novia de Shane, él era un chico tan dulce y divertido. Lástima que se ha convertido en un completo idiota y que ahora me está dando un fuerte dolor de cabeza. ¿Será que mató a mis padres por venganza a mis múltiples rechazos?, pero yo no podía simplemente decirle que si sin amarlo. Él no lo merecía, pero parece que eso le importó poco.
Por otro lado, me encuentro con Shane. Creo que me sigue gustando en el fondo. Un amor tan bonito como el que sentí por él simplemente no se olvida. Sonrío recordando las veces que salíamos de noche porque quería ver las estrellas a su lado. Shane es un idiota, un idiota encantador. Era el novio perfecto. Siempre estuvo y aún está ahí para mí en lo que necesite. Es mi complemento, siempre se ha arriesgado conmigo en mis locuras aun cuando no estamos juntos, aun cuando sus "amiguitas" se enfaden él nunca me ha dejado sola y sé que jamás lo hará porque yo jamás le dejaría a él.
Marcus. Suspiro repasando todos los recuerdos de mi mejor amigo. Sé que mantiene sentimientos por mí, gracias a un estúpido diario que curiosamente leí. Es mi mejor amigo y solo lo veo como un hermano, siempre ha sido así. Me cuida, me protege y me regaña cuando lo necesito. Es la persona que mejor me conoce, sabe todo de mí, hasta cuando me llega la regla; si, nuestra confianza es muy fuerte como para contarle esos sucesos. Además de que ha tenido que ir a comprar toallitas para mí, porque me he ensuciado y él ha sido mi salvación.
Por último, se encuentra Lorenzo. Muerdo mis labios. Lorenzo se me declaro hace tiempo y le rechacé, siempre ha estado enamorado de mí, aun cuando era novia de su mejor amigo. Algo que me encanta de él: El respeto que mantiene. Nunca me trató de conquistar, jamás trato de que yo viera los defectos de Shane, es un leal amigo. Entonces se ha convertido en una parte esencial de mi vida. Somos muy buen equipo de investigación. Creo que debería darle la oportunidad, sé que me ama y yo quiero aprender amar.
Dejo que mi cerebro descanse un poco y me dejo caer en un sueño profundo con cinco chicos que se entrometen en mis pensamientos.
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—Shane deja de hacer eso—le digo riendo mientras lo veo sucio de alimentos por su intento de cocinar.
—Trato de cocinar ya que mamá fue a una reunión relámpago—dice y el olor a comida quemada me hace toser.
—Todos tenemos hambre, deja que yo lo haga—escucho decir a Elliot.
—¿Ahora eres cocinera?—pregunta Shane con una sonrisa divertida—¡tenemos una perra cocinera!—chilla quitándose el delantal sucio el cual Elliot ignora.
—Mamá dijo que no digas esas palabras frente a nosotras—dice Cloe y Elliot asiente en acuerdo.
—Solo mantén el secreto y te compro unas galletas de chocolates—dice él y ellas asienten. Son muy astutas.
Ambas salen de la cocina chillando a buscar sus juguetes dejándonos a los tres solos en la cocina.
—Eres un puto—le digo riendo—no puedes decirle eso a las niñas—él se acerca hasta donde estoy sentada y me abraza desde atrás, huele a perfume y restos de alimentos con vegetales.
Estoy acostumbrada a esas muestras afectivas de Shane, siempre ha sido así conmigo. Él que no parece muy contento es Elliot quien frunce el ceño mientras nos mira algo desconcertado. Shane coloca su mentón en mi hombro para mirar a su hermano con una ceja enarcada.
—No estamos saliendo hermano—escucho decir a Shane mirando a su hermano—siempre nos comportamos así—me da un beso en el pelo.
—Harían linda pareja—murmura concentrado en lo que prepara.
Shane me mira con una sonrisa y me guiña un ojo, yo niego con una sonrisa.
—Lo sé—dice tranquilo—éramos la pareja del año, pero estamos mejor así, ¿verdad pichón?—ruedo los ojos porque Shane puede ser él chico que más apodos me pone, pero pichón siempre ha sido su favorito.
—Es verdad—él nos mira y asiente.
—¿Ya sabes quién nos seguía anoche?—pregunta despreocupado y quiero batearle la cabeza. Shane se separa para mirarme con los ojos entrecerrados y cautelosos. Le regalo una pequeña sonrisa tratando de aligerar el ambiente que comienza a formarse.
—¿Qué acaba de decir?—pregunta con una tranquilidad que me pone nerviosa.
—Anoche nos estaban siguiendo cuando veníamos de regreso, no sé quién era—me encojo de hombros.
—Espero que no me estés mintiendo—me señala y vuelve abrazarme con mucha ternura, lo dejo abrazarme de manera asfixiante.
—Creo que ese alguien quería algo con uno de nosotros—dice Elliot—preparen la mesa—me levanto y pongo la mesa.
Luego de comer Shane nos avisa que llevará las niñas al parque. Suspiro, creo que es el momento de hablar de temas muchos más serios.
—Elliot—lo llamo, él levanta la mirada de su teléfono y la enfoca en mi persona. Su cabello va alborotado dándole un aire rebelde que le queda genial, esos preciosos ojos azules parecen que brillan y mi mirada descarda baja por su cuerpo porque lleva unos jeans y una camiseta blanca que le quedan genial en ese cuerpo bien trabajado que tiene. Tengo que admitirlo, creo que me atrae mucho Elliot, más de lo que quisiera reconocer.
—¿Sucede algo?—pregunta invitándome a sentarme a su lado dando palmaditas en el sillón.
—Necesito tu ayuda—le digo, muerdo mis labios y juego con mis dedos sin saber cómo pedirlo.
—¿En qué?—inquiere con mucha curiosidad. Suspiro, tengo que tomarlo con calma.
—Mis padres no murieron en un accidente, a mis padres los mataron—murmuro, sus ojos se abren como platos y palidece—anoche lo descubrí—continuo en tono bajo—creo que esa es la razón por la cual nos seguían—susurro y él pasa las manos por su cabello mirándome con preocupación.
—¿Por eso llorabas?—pregunta y asiento.
—Necesito que me ayudes a conseguir información—lo miro—mi casa debe de tener información, pero la policía no me deja entrar desde hace dos años y medio—continuo—necesito tu ayuda para poder ingresar y encontrar respuestas—termino y él me analiza en silencio.
—Es muy peligro Isabell—susurra—¿eres consciente de eso?—pregunta y yo asiento.
—Entiéndeme—tomo sus manos entre las mías—necesito saber quién me arrebató a mis padres... Por favor—él acaricia mi rostro.
—Te voy ayudar—sonrío asintiendo—pero debes decirme unas cuantas cosas—me dice.
—¿Cómo cuáles?—pregunto.
—Quiero saber dónde está tu tía Isaila—mi sonrisa se borra.