No comprendo que sucede en este momento. Me siento incómoda mientras ella le come la boca a Elliot. Todos estamos pendientes a el espectáculo que nos ofrecen sus muestras muy explícitas de amor.
La chica que hasta ahora reconozco como Hilary, la hija de la señora ¿Holly?, ¿fue así que le llamo Elliot? No importa. Elliot se ve confundido mientras sonríe, al parecer solo yo me doy cuenta de su incomodidad ya que ella sigue sonriendo tanto que llega a ser bastante molesto. Veo como parece que la quiere alejar de manera disimulada, pero la chica parece un chicle pegada a él mientras sonríe como desquiciada mental, por un momento temo que ella haya enloquecido porque de verdad que su mirada no es normal y me parece algo preocupante.
—¿Hilary?—suena como una pregunta y ella al parecer no lo capta, solo le sigue sonriendo mientras intenta besarlo una vez más, pero él no impide con un suave movimiento mientras la insta a bajar de él.
—Dios Elliot, pensé que te olvidaste de mi—si se olvidó de ella, muy bien que la recuerda ahora—estoy tan feliz. Me debes muchas cosas, ¿qué haces aquí?—pregunta y recuerdo que debo hablar con él.
—Siento interrumpir tan hermoso encuentro, pero estamos en debate ahora y estaban corrigiendo mi poema por lo cual no estoy muy cómoda de su amena charla—muestro mi sonrisa más falsa y ella me mira molesta.
La señora que me cae mal me mira como si quisiera ahorcarme, al parecer ella está muy interesada en la parejita feliz. Supongo que realmente su hija y el parasito de Elliot tienen historia, por lo que simplemente regalo una hermosa expresión.
—Lo siento, espero afuera—él sale y todos sueltan un suspiro de lo más dramático. Sigo mostrando algunos para luego recibir muchas críticas a pesar de que a mis compañeros les gustaron. Vieja endemoniada.
***
Terminamos y mientras recojo mis cosas veo como Hilary se pone frente a mi silla, levanto la mirada cuando tengo todo dentro de mi mochila y la miro con una ceja enarcada. Hilary es una mujer muy hermosa, creo que es de la edad de Elliot porque se ve mayor que yo, pero nada de eso me intimida, son pocas cosas las que me hacen temer y una mujer no es una de ellas.
—¿Isabell, verdad?—pregunta con una sonrisa cordialmente falsa.
—Si—mi respuesta es cortante, no es como si quiero entablar una amistad con ella. La verdad es que tomo el curso porque me gusta y me distrae, pero desde que comencé no hago amistades con nadie. No me interesa hacerlo.
—¿Tienes algún problema conmigo?—termino y la miro, enarco una ceja y me cruzo de brazos en una clara expresión de desafío.
—¿Por qué debería tenerlo?—contesto con una interrogante.
—Por la manera en la que me hablaste hace rato—tomo mis pertenencias—sentí que me atacaste, no me gustó y sobre todo interrumpiste lo que era un buen momento con tu manera grosera de hablar—suspiro antes de colgar mi mochila en uno de mis hombros y levantarme de mi asiento.
—Es mi manera de hablar siempre, no lo tomes tan personal—ella va a decir algo, pero salgo ignorándola. Elliot está en la puerta esperándome. Camino sin decir ninguna palabra hasta la puerta del auto—¿Cómo sabías que estábamos allá? —pregunto mirándolo con suspicacia. Shane y yo hemos sido muy cuidadosos respecto a las carreras y que él de pronto tenga esa información apenas llegó no me gusta para nada.
—Estaba despierto cuando me hice el dormido vi a Shane salir, miré por la ventana y ahí estabas tú. Una amiga para mi buena suerte pasaba por allí para dirigirse a ese lugar. Cuando te vi correr supe a que fueron, tú debes estar loca como para exponer tu vida. No sé si tengas sentido común, y si no lo tienes no arrastres a mi hermano contigo—lo miro tranquila—hablo muy en serio Isabell—masculla enojado por la poca atención que le brindo.
—Tu hermano se involucra solo en este mundo, está muy grandecito como para que le ordene algo y que, aunque él no quiera lo haga—respondo con total tranquilidad.
—Isabell—suspiro, esto debe de ser una broma. Doy vuelta y efectivamente allí se encuentra Travis. Siento como Elliot se tensa a mi lado, lo ha reconocido.
Ignoro a Travis y camino hasta él coche, no necesito que nadie más me moleste. No cuando tengo mucho en que pensar. Mi celular vibra.
Tengo información.
Lorenzo.
Debe de ser una muy importante. Elliot entra al coche y conduce, mientras él lo hace aprovecho para enviarle un mensaje a Lorenzo.
¿Sabes por qué sigue abierto?
Isabell
Espero paciente su mensaje, aunque muero de ganas por saber.
Ya lo sé, te veo esta noche, tengo que conseguir algunas cosas que me faltan.
Lorenzo
Miro la pantalla y mi corazón late con fuerza, esto definirá las dudas que tengo en mi interior y apoyará o negará esa pregunta que mi mente fórmula sin parar.
Ok, gracias.
Isabell
Miro al frente y me doy cuenta que no es el camino a la casa de los Collins, ¿a dónde mierda me lleva?
—¿A dónde me llevas?—pregunto enojada guardando mi móvil.
—Tenemos muchas cosas de las cuales hablar y no acepto una queja por respuesta—lo miro molesta.
—No tengo nada que hablar contigo—le digo tranquila. Él me ignora y sigue conduciendo hasta un lugar apartado que parece un parque. Muy bonito y colorido.
—Creo que si—abre la puerta y yo la mía. Dejo todo adentro mientras miro maravillada el lugar. Se ve tan tranquilo y hermoso.
—¿Qué quieres de mi?—pregunto sentándome mientras él observa mi rostro.
—Todo—abro los ojos—me pareces alguien sumamente misteriosa, y me encantan los misterios—su voz baja un poco de volumen y me remuevo un poco en el lugar.
—No soy un misterio, no soy alguien a quien debas descubrir, solo soy las consecuencias de una vida que conlleva dolor—respondo mirándolo a los ojos.
Él se acerca y de manera extraña me toca la mejilla. Más extraño que eso; me gusta su toque en mi piel, es como una capa de protección que hace tiempo no sentía se instale en mí. Lo aparto de un manotazo.
—Solo déjame descubrirte—susurra con suplica.
—¿Qué edad tienes?—pregunto ignorando su pregunta.
—Diecinueve—responde—¿y tú?—muerdo mis labios.
—Diecisiete—él asiente. Pero me parece un poco estúpido ya que el día que le conocí le dije mi edad.
—Pareces tener más edad—me encojo de hombros. Nos quedamos en silencio sin saber que hacer—cuando estabas pequeña yo era tu favorito, aunque Shane era tu amor imposible—dice de repente riendo, lo miro curiosa—nuestros padres eran muy unidos por lo que éramos como hermanos. La verdad fue que al conocerte un gran sentimiento de protección me persiguió, eras la niña de mis ojos, la razón de vida.
Lo dice serio, navegando en esos recuerdos me cuenta cosas que no recuerdo. No espere que yo haya sido importante en su vida.
—Cuando cumpliste los siete años me hiciste ser tu príncipe ya que Shane beso a una niña de su escuela. Estabas furiosa y yo celoso porque no me prestabas la atención que quería. Cuando cumplí los nueve años no te volví a ver jamás. Por eso tal vez no me recuerdes bien. Me mandaron donde una tía y luego a mis quince me fui a estudiar fuera del país. Siempre le pregunte a mi madre qué cómo estaba la niña de largos cabellos tan oscuros como la noche y tan preciosos como ella. A la edad de mis dieciséis decidí que ya debía olvidarte, tú tal vez ni me recordabas, y ya vez no me equivoqué—siento un leve sonrojo. Fui una persona importante para él y ni recuerdo—cuando vi tu cabello recordé a la pequeña niña, pero todo quedó en el olvido cuando intentaste golpearme con un bate—le sonrío en modo de disculpas—siento lo de tus padres de verdad, eran excelentes personas—él me mira con esos increíbles ojos azules y me pierdo en ellos por un segundo antes de apartar la mirada.
—Lo eran—mi voz suena un poco ronca como cada vez que hablan de ellos—eran las mejores personas que puede tener este mundo—susurro abrazándome a mi misma.
—Tú eres una persona fuerte Isabell—mi respiración queda suspendida.
—Gracias—le sonrío.
—Siempre serás una niña para mí, una a la cual tengo que proteger—sin esperarlo se acerca y besa mi frente—y eres una gran poeta—me sonrojo sin quererlo. Ahora me siento tímida.
—Creo que debemos irnos—me levanto y él hace lo mismo.
—Cuando quieras hablar aquí estoy Isabell—lo miro y sus ojos azules se mantienen en mi—desahógate—muerdo mis labios.
—No tengo nada que decir—es mi respuesta.
—Veo el dolor en tu mirada, sé que sufres—me subo al coche y permanezco en silencio.
Él no puede ver mi dolor, esto tiene que ser un error, nadie lo ha visto hasta ahora. He sabido ocultarlo bien, solo quiere que hable.
No puedo desahogarme. No debo porque entonces me voy a romper y jamás me volveré a levantar para recoger mis pedazos rotos. Este es mi mecanismo ante el dolor, mi silencio, mi oscuridad. Nadie sabe, nadie debe saberlo.
Al llegar a la casa subo a mi habitación. Oculto mi rostro entre las almohadas y siento unos cuerpos calientes de piel suaves a mi lado.
—¿Estás triste Isa?—levanto la mirada y las gemelas están a mi lado.
—Solo un poco cansada—susurro tratando de regalarle una sonrisa, aunque solo quiero estar sola.
—¿Te acompañamos?—pregunta Susi siendo tan dulce.
—¿Quieren dormir conmigo?—ella asienten sonrientes—bien, a dormir—me acuesto y ambas me abrazan arrastrándome a un sueño sin preámbulos.
***
Alguien lamiendo mi cuello me despierta. Es delicioso ese contacto, pero salto de la cama para encontrarme a Shane con una sonrisa mientras muerde su labio inferior.
—Linda manera de despertar a la bella durmiente ¿verdad?—yo solo restriego mis ojos y bostezo.
—¿Qué quieres?—pregunto cansada.
—Que comas algo, no has comido nada en todo el día—veo la bandeja y me siento en mi cama para ingerir.
—Es de noche—digo sorprendida mirando mi ventana.
—Al parecer no haz dormido bien los últimos días—murmura él con desaprobación.
—Estoy bien—me como casi todo, pero al ser mucha comida dejo.
Me levanto y muevo mi cuello para quitar la tensión instalada en ella.
—¿Irás a la fiesta?—pregunta él y caigo en cuenta de que está vestido para salir.
—¿Qué fiesta?—pregunto moviendo mis brazos.
—Peyton—muerdo mis labios.
—Espérame, Lorenzo tiene algo que decirme—él frunce el ceño, pero luego asiente.
Me baño rápido y al salir él está sentado husmeando en mi computadora.
—Sal que me voy a cambiar—levanta la mirada y me recorre. Solo traigo una diminuta toalla.
—¿Y perderme la diversión?—enarco una ceja y levanta la mano—están muy buenos, buen trabajo—sonrío al saber que habla de los poemas.
Me coloco un pantalón n***o una blusa rosa pastel y unos converse. Dejo mi pelo suelto y me maquillo lo más natural. Tomo mi celular y camino. Elliot está de pie al lado de Shane, si Shane está guapo esta noche, él está para raptarlo y violarlo.
—¿Vas a la fiesta?—pregunto.
—Como perdérmela si Shane está de insoportable—me encojo de hombros.
—¿Vas en la moto o en el coche?—pregunta Shane.
—Me voy con ustedes—respondo caminado.
—Se te ve un culo tremendo en ese pantalón Isabell—miro a Shane que me mira sonriente.
—Gracias por alabar mis atributos traseros—le digo y Elliot mira mal a su hermano.
—Compórtate—le oigo decir. Niego con una sonrisa. Al llegar al lugar la música se escucha fuerte. Entro y un remolino de adolecentes borrachos están en todas partes.
Busco algo de beber mientras me muevo al ritmo de la música. Esto me sienta bien. Shane se desaparece a lo que ruedo los ojos, va por su conquista esta noche.
Tomo a Elliot y nos adentramos en la pista de baile. Volteo a verlo y él me sonríe.
—¿Bailamos?—pregunto sonriente.
—Claro, gracias por preguntar luego de estar dentro de la pista—lo ignoro y me muevo al ritmo de Bodak Yelow de Cardi B. Canto algo y pasamos alrededor de media hora moviéndonos.
Salimos de la masa y veo a Lorenzo acercarse.
—Tenemos que hablar—me dice serio.
—Claro—miro a Elliot—espera aquí—él confuso asiente.
—Isabell—miro a Lorenzo cuando nos alejamos.
—¿Entonces?—pregunto ansiosa.
—No fue un accidente—mi respiración queda atascada—tus padres no murieron en un accidente, a tus padres los asesinaron—me quedo helada con ese pitido molesto que me recuerda lo que es entrar en estado de shock.
A ellos los mataron.