Narra Eduardo Despierto en mi cama con una sonrisa en los labios, todavía sintiendo la calidez del recuerdo de la noche pasada con Amelia. Sus susurros suaves, su piel contra la mía, el fuego ardiente de nuestra pasión; todo sigue fresco en mi mente, como si hubiera ocurrido apenas hace unos momentos. No pude amanecer con ella. Era muy riesgoso hacerlo, así que, después de haber hecho el amor, esperé hasta que se quedara dormida y me fui de su habitación, por aquella ruta escondida entre las paredes, para asegurarme de que nadie me viera. Sé que no puedo quedarme aquí en la cama reviviendo esos momentos. Tengo que enfrentar la realidad, el peso de las decisiones que hemos tomado y las consecuencias que vendrán. Me levanto con cuidado, tratando de no perturbar el recuerdo sagrado que