El consultorio del doctor es un remanso de paz en medio de mi tormento interior. Agradezco mentalmente que el doctor que me recomendó Eduardo sea discreto y no me pregunte la razón detrás de mis moretones. Mientras me examina, trato de mantener la compostura, esperando que no descubra la verdad detrás de mis lesiones. —Buenas noticias, majestad —dice el doctor con una sonrisa—. Su salud está en excelente estado. Un suspiro de alivio escapa de mis labios. Al menos no tengo que preocuparme por algún problema de salud adicional, pero la pregunta que me ha estado atormentando desde hace semanas aún persiste en mi mente. —Doctor, ¿por qué no he podido quedar embarazada? —pregunto, sintiendo que la ansiedad se apodera de mí una vez más. El médico se queda pensativo por un momento antes d