2: EL PRECIO DE LOS SUEÑOS

882 Words
Agarro una copa de whiskey de uno de los camareros y continuo mi camino hasta salir a la terraza de este imponente edificio. Mis sueños se divisan a lo lejos, y mi pasado esta allí dentro comprometida con otro. Soy un idiota, de eso no cabe duda, pero ¿Cómo le iba a pedir que abandonara sus sueños para ir en busca de los míos? Eso simplemente no era justo. —¿Tan cobarde eres que huyes de mí?— Oigo su voz. Mi respuesta inmediata es cerrar mis ojos y volver a abrirlos con la esperanza de darme cuenta de que nada de todo esto es verdad, pero al volver a ver la oscuridad y las pirámides a lo lejos, me doy cuenta de que no es así —¿Disculpa?— Cuestiono girándome para poder verla y esto definitivamente es una pésima idea. Su perfecta anatomía dibujada por ese vestido color dorado que pareciera haber sido diseñado sobre su piel. Me cuesta respirar al imaginar cada rincón de ella, y es que me he aprendido su cuerpo de memoria —Te fuiste sin siquiera hablar conmigo, pensé que después de dos años sin vernos, al menos me saludarías mejor, o querrías hablar conmigo— Señala. —Pensé que no era propio, como estas con tu prometido— Me defiendo y sonríe de lado. Amaba cuando me sonreía así, era su manera de convencerme de absolutamente todo —Darío sabe quién eres— Declara y la miro extrañado. —No parecía, digo, como me has presentado como tu amigo— Digo sarcástico y ella sin decir nada más, se acerca a mí y agarra el vaso de whiskey de mi mano para beber un sorbo. —Fue solo cortesía— Menciona y me regresa el vaso. —¿Y no le molesta que ahora estes aquí hablando conmigo a solas?— Presiono mientras veo el rastro de su labial en el borde del vaso —Todavía sigues haciendo esto— Me quejo y sonríe. —Hay costumbres que jamás cambiaran— Se defiende. —Y preguntas que no se puede evadir, ¿no le molesta?— Insisto y es difícil concentrarme cuando una brisa mueve su cabello y hace que el aroma de su perfume se instale en mis sentidos. —¿Por qué le debería molestar? Yo lo elegí a él y tú has elegido tu carrera— Explica y eso duele más que un golpe en el hígado. —Es verdad— Me limito a responder y sabiendo muy bien lo que hago, giro un poco el vaso y bebo otro sorbo posando mis labios sobre su labial. —¿Y qué tal Egipto? ¿Era como lo habías soñado?— Me pregunta de repente y asiento. —Es muy hermoso, trabajar y estudiar aquí es algo que sobrepasa todo lo que había imaginado— Expreso y ella inmediatamente baja su mirada. —Que bueno— Se limita a decir —Debo irme— Dice en un susurro. No digo nada, solo observo como ella se gira con la intención de marcharse, pero luego se detiene —¿Qué me quieres decir? Te conozco muy bien y sé que hay algo que callas— Digo mientras que la miro con dudas. Aiza se queda de espaldas y yo tan solo espero a que hable —Le dije a Darío que te lo diría, él insistió en que tú lo supieras. Para serte sincera, nada de esto tiene sentido para mí, pero no sé, él dice que, si nos vamos a casar en dos semanas, es mejor que aproveche esta oportunidad y cierre todos los círculos del pasado— Habla y no entiendo nada. «¿Se casa en dos semanas?» Me cuestiono y trato de mantener la compostura. —No sabía que te casarías tan pronto— Confieso después de aclarar mi garganta. —Cuando te fuiste me entere que estaba embarazada— Habla sin rodeos y me quedo helado. —¿Qué?— Cuestiono en un susurro y es que en verdad siento que han dado otro de esos golpes que te pueden noquear. Aiza se gira y me ve a la cara —No te preocupes, ni tus sueños ni los míos se vieron afectados. Lo perdí a las pocas semanas de enterarme— —¿Por qué me lo dices así? ¿Crees que te hubiera dejado sola?— Inquiero molesto mientras que me acerco a ella. —¿Acaso ibas a dejar todo esto por mí? ¿por un bebé? No estábamos listos para eso, tampoco lo estuvimos para comprometernos. Todo lo que vivimos fue un error. Tú no queriendo aferrarte a nada, y yo creyendo que eras el hombre perfecto para mí. No debimos iniciar nuestra relación, pero ya está, ya paso, y de todo corazón te deseo lo mejor— Declara y se aleja de mi dejándome aquí con toda esta información dando vueltas en mi cabeza. —Aiza— La llamo otra vez y se detiene, pero no me mira. —Yo hubiera dejado todo si hubiese sabido del bebé— Le confieso, pero solo su silencio se vuelve en protagonista para luego alejarse y dejarme aquí sintiendo que el precio de mis sueños fue más alto de lo que yo creía.
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