Capítulo 3 Emociones

1625 Words
Chase Observé de nuevo a la chica que miraba desde el otro lado, la conocía, me había liado con ella en varias oportunidades, simplemente para matar el tiempo, era de esas chicas con las que te acostabas y ya, nada de compromisos, nada de amor, nada de nada. Tenía poco margen disponible para esas cosas, digamos que no me interesaba entrar en una relación y aunque quisiera hacerlo, sabía que no era bueno para nadie, así que no encontraba el sentido a nada de esto. Pero Olivia tenía otras intenciones con esto y se trataba de dejarme expuesto. — Tienes que responder —insistió. Ella quería que me negara, estaba decidida a buscar aquello para retarme a hacer algo, eso implicaba a ella y su lengua en mi garganta, claramente era lo que quería, porque estaba Emma acá, porque sabía que la chica que era mi mejor amiga me gustaba, pero que no la tocaría. Pero no haría esto delante de ella. — Sí. Los ojos de Emma se desorbitaron por completo, su rostro giró y me observó con la ceja arqueada, era claro que quería respuestas, de esas que no podía decir en voz alta porque implicaba comentar partes de mi vida que no eran necesarias, ella no necesitaba esa versión. — ¿Cómo? —hablo y moví la mano. — Britney —la amiga de Olivia miró a la morena con una sonrisa —¿Era así verdad? —afirmó despacio. — ¿Verdad o reto? —la miró un segundo. — Verdad —Abi rodó los ojos. — Parece que las Hamilton son todas santas —tomó aire. —¿Cuántos orgasmos tuviste esta semana? —la ceja de todos subió. Jodida mierda, a ella no la tocaban así, esperaba que el cabrón de Dylan no la hubiese tocado así, porque lo cortaría, ellos no eran nada importante, ella lo iba a dejar, eso me había dicho Marcelo. Mi primo no estaba feliz con esa relación, no porque la quisiera de una manera más íntima, eran amigos, así como lo era yo con Emma, solo que este último estaba completamente perdido por Sophie. — No voy a responder eso —juntó sus cejas y nosotros ladeamos el rostro. — Bien, tienes que besar a Marcelo —señalo a mi lado y lo mire. — ¿Qué? —dijeron los dos. — Vamos, no son familia, es eso o Chase —jodida mierda. Bri miró a Emma para luego tomar aire y levantarse, Marcelo se quedó estático, yo no me moví, no lo iba a hacer. — O lo hace con ustedes o buscamos a Hunter —dijo maliciosa. Marcelo se levantó de un tirón, a esta altura todos estaban bebidos y Hunter era un cabrón de primera, lo terminaría golpeando. Además Marcelo no podía volver a pegarle, estaba a un paso de tener los dedos pintados porque se pasó con Sophie y este le dejó la cara como Picasso. — Solo para aclarar —Abi se paró entre medio de los dos —, es completo, con todo y tiene que durar exactamente un minuto y medio —ambos se miraron. Bri tragó nerviosa y miró a todos lados, el problema de estos juegos y negarse era que se las cobraban, no salías ileso al menos que te fueras, algo que podíamos hacer, pero se suponía que era la despedida de ella. — No tienes que hacerlo —Marcelo habló bajo. — No quiero besar al idiota —murmuró —, tampoco terminar en la pileta como la otra chica que se fue —miro su ropa —, tengo vestido, se verá todo —Marcelo miro su cuerpo. — Bien —sus rostro giró para mirar a Abigail. —Me lo cobraré. Subió sus hombros y señaló a la morena, Marcelo levantó una mano para detenerla a medio camino, Bri lo miró en silencio para luego desviar la vista a su batalla interna, la forma en la que subía y bajaba la mano tratando de averiguar donde dejarla. La morena rodó los ojos y llevó las manos al cuello de Marcelo para pegarlo a su boca, los ojos de mi amigo se abrieron, para luego cerrarse, Emma tenía la boca prácticamente por el suelo mientras observaba como los dos se besaban. Sophie se levantó y se fue sin siquiera mirar, Pilar parecía alucinar porque se restregaba los ojos cada una cantidad de tiempo. La alarma sonó y ambos se separaron, Bri le sonrió tranquila y la miró. — Termino mi juego. Hablo tajante para luego irse, Emma las miro molesta y salió detrás de ella, por su parte Marcelo se acercó a mí con un mueca y moviendo la mano. — Necesito un trago —le sonreí. — ¿Hablaremos del beso? —me fulmino. — Sabes, podría haber dicho que lo hicieras tú y ver como se arruinaba la relación de hermanas y la tuya con Emma, pero dije, Hunter no la va a tocar —señaló a hombre —, o lo mato y no terminara en alguna broma —pasó la mano por su rostro. — No te viste muy incómodo —sus ojos dieron conmigo. — No lo estaba, Bri es bellísima, la adoro, pero no sentí nada explosivo, estuvo bien, pero no es lo mismo —sus ojos fueron a la morena —, supongo que sería más fácil si fuese así, ya sabes. No, no sabía de qué hablaba. — ¿Por qué sería más fácil? —consulté lo que quizás debía parecerme obvio. — Porque si puedes amar de esa forma a quien consideras tu amiga, conseguirías la mejor relación de todas, las cosas serán fáciles, porque se lo que le molesta, ella lo que a mí me molesta —movió la mano —. No tendría que ver desde afuera como levantan muros —sus ojos fueron a Sophie. — Se enojó –subió sus hombros. — Es porque no la sigo como un perro faldero. Lo sabía, Marcelo se estaba cansando y quizás en este momento podría querer estar con Bri, ser lo que todos encontraban, pero le había pasado con Sophie, él nunca la había visto de otra manera que no sea romántica. Olivia se acercó a mí con una sonrisa, sus ojos recorrieron mi cuerpo mientras ladeaba el rostro en una sonrisa. Me quede observando sus ojos marrones, llevaba su cabello n***o suelto y cayendo en unas ondas. Tenía que admitir que era hermosa, porque así era, cintura pequeña, pechos exuberantes, caderas anchas y la piel apenas bronceada. Quizás sería perfecta para cualquier hombre, pero para mí le faltaban algunas cosas. Sus ojos no cambiaban de color dependiendo del clima, la piel no estaba lo suficientemente bronceada y no tenía aquel desorden en su cabello. Le faltaban perforaciones en las orejas y aquel pequeño tatuaje en su muñeca. — Chase —sus dientes asomaron. — Olivia —cruce mis brazos —¿Qué necesitas? — Quiero felicitarte, eso quería hacer en realidad —sonrió —, me alegra que hayas podido dejar de lado aquella obsesión que tenías con Emma —junté mis cejas. — Es mi mejor amiga —movió la mano. — Todos sabemos que no es así —pegó un pequeño saltito —, en fin, es bueno que hayas dejado que Noah lo intentase con ella, lleva tanto enamorado de ella —señaló con el pulgar. Mis ojos fueron donde señaló, Emma se encontraba sin su campera, con un vaso en la mano, sonriendo mientras Noah sostenía su cintura, estaba pegado a su espalda, con el rostro a centímetros de su cuello. Apreté mis puños y comencé a caminar directo a ellos, escuché a Marcelo llamarme, pero estaba ido. Emma se giró quedando frente a él, los labios de Noah se movieron, Emma afirmó. Vi todo rojo. El rostro de ambos se movió hasta dejar sus bocas pegadas. Solo bastaron dos grandes zancadas para terminar encima de él. Tome a Emma con cuidado de su cintura y la aparte. — ¿Qué haces? —su voz salió baja. — Amigo, ella… No lo deje hablar, ni siquiera permití que siguiera modulando, gire con mi puño completamente cerrado para estrellarlo en su rostro. El rostro de Noah giró a un lado y su mano se levantó para ir directo al labio, levantó su rostro para observarme, estaba enojado, furioso y me importaba una mierda, la había tocado. — ¿Cuál es tu problema? —gruñó antes de acercarse con las manos levantadas. — Tú. La gente nos rodeó, sus brazos se levantaron para pelear y los míos lo siguieron, estaba equivocado si pensaba que se lo dejaría pasar. Se abalanzó sobre mí, di un paso a un lado, Emma gritó y mi rodilla se estrelló en su abdomen. Noah se levantó, mi puño se elevó para golpear su rostro dos veces. Alguien tomó mi cuerpo por detrás y lo saque para detenerme en el momento justo que su rostro furioso detuvo mi mano. — Afuera —siseó —, ahora. Me volvieron a tomar y empujaron, Lionel me miró y rodó los ojos mientras observaba a Noah, me salí del agarre de Marcelo sacudiendo mi cuerpo y camine a la salida de la casa, saque la caja de cigarrillos de mi bolsillo y prendí uno. Mi cuerpo fue empujado hacia delante y maldije para mirar a quién acababa de empujarme. — ¿Qué mierda fue eso? —su voz se elevó. — Nos vamos a casa, se acabó la fiesta —se rio sin ganas. — No —subí una ceja —. Tú te vas. Su cuerpo giró bruscamente, dio dos pasos y me acerqué a ella para tomarla por el brazo y tirar de este.
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