Emma
Estaba enojada, furiosa, lo había arruinado, siempre hacía lo mismo, él lograba arruinar todo solo porque sí, porque no podía concentrarse, porque pensaba que necesitaba ayuda para manejar mis asuntos, eran mis malditos asuntos, podía llevarlos a cabo sin alguien que me siguiera los pasos.
Mi cuerpo choca con el suyo dejando nuestros rostros a escasos centímetros, sus dientes siguen apretados mientras observa mis ojos con detenimiento. Su entrecejo se frunce un poco cuando ve que arqueó una de mis cejas.
— Quiero que me sueltes —moví el brazo.
— Emma —negué.
Su mano no me apretaba, para nada, ni siquiera ejercía presión en lo que hacía, pero necesitaba las distancia, mis barreras, porque me sentía jodida. Cuando Chase clavaba sus ojos en mí todo se jodía.
Lo descubrí un tiempo atrás, estábamos en la vieja casa de madera que mi padre había construido para nosotras cuando éramos niñas, no tenía nada extravagante ni infantil, el lugar contaba con un telescopio, almohadones en tonos tierra, mantas y luces.
Solo pequeños focos que hacían el lugar mucho más íntimo y privado.
Aarón y Oliver me lo mejoraron, rediseñaron la casa para hacer que su techo se abriera, podía ver las estrellas acostada o con el aparato, tenía un minibar con comida y mi biblioteca con libros de astronomía.
Fue en esa casa donde sentí por primera vez lo mismo que ahora.
Mi piel hormiguea justo donde sus dedos se encuentran, mi corazón se me acelera, el aire parece tornarse más denso y el miedo se hace presente, pero no es a él, no temo de Chase, porque sé que jamás me haría daño, pero lo que causa, las sensaciones que provoca no pueden ser buenas.
— Emma nada —di un paso hacia atrás —¿Qué te pasa? —la confusión me invade.
— Nada, pero no puedes estar con él, tú no —pasó la mano por su rostro.
— ¿Estás ebrio? —no se me ocurre otra cosa.
— No —volvió a fruncir su entrecejo —, por favor, solo sube al auto —señaló.
— No —subió una ceja —Chase, no sé qué te ocurre, pero no puedes decidir cuándo me voy o me quedo, no es algo que tú decidas —cruce mis brazos.
Necesitaba protegerme de las sensaciones que me producía.
— No puedes besarte con él, joder Emma, no… —sacude la cabeza.
— ¿Por qué?
Algo se removió en mi interior, solo quería que dijera que le molestaba, que lo quería hacer él, algo, lo que sea que pudiera darme el mínimo de esperanza con respecto a nosotros.
— Simplemente no es bueno para ti —paso la mano por su rostro —, lo conozco, le gusta jugar con las mujeres —moví mi rostro negando.
— Es increíble, no quiero casarme con él, pero en el caso de querer hacerlo, no es tu asunto —tiró de su cabello —. Solo vete a casa Chase, yo vuelvo con las chicas —di la vuelta y me detuvo de nuevo.
— Entras, te acercas a él y lo golpeó de nuevo —chasqueo la lengua. —Te juro Emma que lo haré.
Sabía que no mentía, aunque no encontraba el sentido a todo esto, aquella noche, cuando estábamos en la casa del árbol terminamos demasiado cerca, tanto que pensé que me besaría, pero solo le echo la culpa a la cerveza y habló de que era su mejor amiga.
Sí, Chase sabía cómo echar baldes de agua helada en una.
— Es simple, pones un pie en la casa, te acercas a él y finalizó lo que empecé.
No mentía, lo iba a hacer, se notaba, porque aún apretaba sus manos.
— Genial, ahora eres un demente —sus ojos se abrieron —, terminaste de perder los tornillos o qué, estás loco, se te va la tuerca, pareces un psicótico —levante las manos y dio un paso hacia atrás.
Su rostro se desfiguró, el pánico atravesó su mirada mientras dejaba caer sus hombros derrotados. Sus ojos se llenaron de lágrimas y comprendí la gravedad de mis palabras, di un paso hacía él y se alejó dos.
— Chase… —susurré y negó despacio.
— No, yo… —tomó aire —, lo siento —negó —necesito irme.
Comenzó a caminar a su auto y lo seguí, mis pies se movieron detrás de él, no pare de llamarlo, era lo único que hacía mientras lo observaba subir en su auto y salir apresurado. Miré a los guardias del otro lado de la casa y tomé aire mientras me acercaba a Michael.
— Señorita Hamilton —arquee una ceja.
— Michael, ¿Qué dijimos? —sonrió.
— Emma —miró la calle —, enviamos al otro grupo a seguirlo —suspire.
— Gracias Michael —mire la calle.
— ¿Quieres que te llevemos a casa? —negué y mire la casa.
Mi hermana y los demás aparecieron en mi rango de visión, Marcelo iba cantando mientras se apoyaba en Bri que lo miraba divertida, el cabrón tenía la misma capacidad que Bruno para cantar.
— Tranquilo, los llevó a casa —señaló a Marcelo.
Pilar lo miraba divertida, Lionel negó mientras sacaba las llaves de su mano y me las lanzaba. Éramos las únicas que no habíamos tomado, porque el desgraciado que iba agarrado de mi hermana nos dio agua.
— Vamos señoritas, Chase se fue —miraron a todos lados —, los dejo en su casa —mire a Marcelo y Camila —, se quedan en la mía.
— Me quedo con Sophie —Cami hablo y afirme.
Nos montamos en el auto, éramos más de lo que teníamos que se permitía, pero no pensaba ir rápido. Pilar se sentó de copiloto, Marcelo se desparramó en una esquina, Camila en el medio y Lionel en la otra, Sophie se acomodó arriba de su hermano porque Marcelo agarro y Bri y la sentó en su falda para abrazarla mientras balbuceaba incoherencias.
— ¿Te tengo que decir cuñada? —Camila habló divertida y mi hermana la miró.
— ¿A mí? No, no creo —cerró los ojos.
— Pero lo parecen —Sophie habló con algo de resentimiento.
— Ojalá, así lo tratan como merece —Lionel dijo aquello molestó y su hermana lo observó enojada.
— Idiota —siseo entre dientes.
No hablamos más del tema, Bri se hizo la dormida hasta que llegamos a casa de mis padrinos, deje a la primera tanda y mi hermana se bajó del regazo de Marcelo que no la soltaba. Se acomodó en la otra punta y se tiró para dejar la cabeza en su regazo.
— Es verdad que parecen novios —le dije a mi hermana que me miraba.
— Sería raro —acaricio su cabello.
— Exacto —hablo él y abrimos los ojos —Tranquilas, solo ignoraba a Sophie —suspiró —, no me malentiendas pequeña, eres hermosa, pero no siento eso que se debería sentir. —mi hermana sonrió.
— Yo tampoco, pero soy capaz de seguir molestando si te sigue tratando mal.
Marcelo sonrió y se quedó así hasta que llegamos a casa, Pilar se fue conmigo y ellos cada uno a su habitación, mis padres se habían acostumbrado a tenerlos por acá, así que cada uno tenía su cuarto.
— ¿Qué pasó con Chase? —Pilar habló y me saque el vestido.
— Le dije que actuaba como un psicótico —hace una mueca —, me siento como la mierda, pero lo dejaré así por ahora, necesito que se calme.
Lo haría, necesitaba que estuviese calmado para hablar con él, para disculparme por lo que dije, porque sabía que todavía le afectaba su pasado, lo habíamos hablado, él me lo había confiado en una oportunidad cuando se sentía algo confundido.
Pensé que ya estaba, que lo había hablado con su psicóloga, porque aún iba a una, incluso charlo con Ron de aquello, ambos hablaron de lo que pasaba. Me dijo que estaba bien, que ya se sentía mejor.
Mire a Pilar que ya estaba dormida y suspire, me coloqué ropa cómoda y baje para ir directo a la casa del árbol. Mis pies se movieron por el pasto y subí para sentarme dentro y abrir el techo.
Las estrellas aparecieron y mis ojos se quedaron fijos en ella. Escuché el ruido de los escalones y observé a mamá, tenía ojeras, la mirada cansada.
— ¿Día largo en el hospital? —afirmó.
— Sí —se acostó a mi lado —¿Mala noche? —suspire.
— Bese a un chico —la miró y sonrió —Chase lo golpeó —apretó los labios evitando reír —, mamá.
La miré mal hasta que estalló en una carcajada. No veía lo gracioso.
— Mamá —tomó aire.
— Entonces, tú y Chase han decidido dejar eso de ser amigos —negué.
— Mamá —la miré —¿Cómo supiste que estabas enamorada de papá?
Sus ojos me observaron con ternura, levantó la mano y acarició mi rostro con cuidado. Su cuerpo giró y me miró en silencio mientras acomodaba mis rulos.
— Fue raro, porque me desconcertaba, nosotros nos conocimos en un bar, me pidió permiso para besarme y luego nos acostamos —hace una mueca —, yo jamás había hecho eso, pero con él era sencillo saltar todos los pasos, tú padre me tocaba y yo peleaba por esa necesidad de quedarme y huir —tome aire. —¿Es lo que te pasa con Chase?
No estaba segura de lo que me pasaba con él, no lograba entender en totalidad que era eso, simplemente no podía, sin embargo, sabía que me pasaba algo.
— No sé qué siento por él, porque jamás hemos llegado a más.
Sopeso mis palabras por un momento.
— Quizás necesitas llegar a más.
Lo sabía, tenía en claro que necesitaba eso, pero no encontraba la forma de hacer que ambos pasemos esa línea. No sabía qué pensar, con Chase nunca sabía.