Leila. —¿Dónde dices?. —casi saltando de alegría veo la base de la cama, no me lo gané con mi dinero pero somos una pareja, y es mi cama, donde voy a dormir. —Yo digo que ahí, —señalo frente a la ventana—. Cosa que veamos a la ventana. —¿Pero no nos va a dar el sol?. —Las cortinas son gruesas, siento que si la cabeza esta acá va a pasar que no vamos a poder abrir bien la puerta y como que alguien nos mira todo el tiempo, aun con las cortinas. —Bueno, aca entonces. —mientras la acomoda abro el paquete de uno de los juegos de sabanas que compramos, abro las sabanas rosa con flores. —Ay, estoy tan contenta. —lo abrazo saltando—. Feliz de la vida, gracias. —Y lo que nos falta aun preciosa. —Si, muchas cosas, pero cada cosa es un enorme logro para mi. —nos besamos con suavidad pero pasa