Leila.
Miro a todos lados maravillada con lo grande de la casa, ventanas y puertas enormes, todo gris y blanco, plantas por afuera hermosas, y cuando abre la gran puerta gris que parece un bloque de piedra quedo aun mas prendida, todo bien iluminado pero con luz natural, una escalera enorme, aberturas enseñando de un lado el living y del otro no sé, no alcanzo a ver.
—¿Qué te parece?.
—No sé, no puedo ni describirlo, es preciosa Seba.
—Algún día vamos a tener una buena casa. —lo miro sonriendo—. No asi, no puedo prometer algo asi, pero si una buena casa, grande, como te guste.
—Bueno. —sonriendo vuelvo a ver hacia todos lados—. Mientras sea nuestra no me importa si es un monoambiente. —me abraza dándome unos besos que me alegran porque al fin tiene la iniciativa—. Me gustaría que me enseñes tu habitación, va, ¿se puede?.
—Si, pero ven, vamos a comer algo primero. —de la mano me dejo guiar por la casa, hasta que llegamos a la cocina donde hay tres mujeres comiendo—. Buenas, llegamos justo. —las tres nos miran con los ojos enormes—. Ven, Leila, ella es Camila mi hermana, es la única de mis hermanos que vive conmigo en la casa.
—Hola. —la chica se para sonriendo y yo la saludo—. Un gusto.
—Te recuerdo del boliche.
—Crei que no lo recordabas.
—Leila, ellas son Nora y Anna, nos ayudan con la limpieza.
—Ayuda le manda.
—¿Qué digo estúpida?. —me muerdo los labios porque actúan como los típicos hermanos.
—Hola, muchos gusto, Leila.
—Nora. —le doy un beso a cada una y me siento.
—Bueno, ya traigo plato, porque aca es asi, no te ponen ni un vaso.
—Tienes manos nene, y sabes donde esta cada cosa. —me da risa porque Nora habla sin mirarlo y él gira los ojos—. Y de aca siento como giras esos ojos, no me canses que la tengo aca. —alza la rejilla sorprendiéndome.
—Uuuhhh que rico Anni, te pasas.
—Hice mucho, asi que come tranquilo.
—Por Dios, que ganas de joder que tienen, después uno, aaaggg, mentira mentira. —se sienta a mi lado poniendo un plato frente a mi con lo que parece no sé, un guiso, pero raro, porque tiene langostinos y como unas conchas—. Es una paella, riquísima.
—Si, rico. —me miran las tres sonriendo y me quiero meter en un pozo.
—Dime Leila, ¿Cuántos años tienes?.
—Veinte.
—Y...
—Buenas, —entra un hombre a la cocina sonriendo—. No me digan que hicieron paella.
—Si, y la olla mas grande papi.
—Nooo, son unas genias... Ay, —me queda mirando sin dejar de sonreír—. Disculpa, no te vi.
—Pa, ella es Leila mi novia.
—Un gusto Leila.
—Un gusto señor, espero no incomodar en su casa.
—Nooo, para nada tranquila, ahora eres parte de la familia.
—Gracias. —me vuelvo a sentar viendo como Camila se para a servirle comida.
—¿Y mamá?.
—Se fue a cambiar, anduvimos por todos lados y vieron como es.
—¿Consiguieron todo?.
—No todo, vieron que Cele es asi, tan simple y tu madre que no, que no y que no. —medio que sin saber que hacer pruebo un poco la comida y si, riquísima, sin palabras de lo rica.
—Bueno, buen provecho. —las dos se paran y llega otra mujer con un vestido y chanclas, la mamá de Sebastián, la recuerdo porque es una mujer muy bella.
—Hola, esperaba que vinieras. —me paro saludándola con un beso en la mejilla—. Algo me decía que eras tu.
—¿De verdad?.
—Mami...
—Bueno, la verdad que un gusto que vengas... Vengan en realidad, —lo mira a Seba cuando lo dice—. Y asi saber quién es la persona que trae enamorado a mi hijo.
—Si, veníamos hablando justo de eso.
—Permiso señora.
—Que rico Anna. —la chica sonríe acomodando la mesa—. Gracias.
—Lo que necesiten llamen por favor. —se va y ahi me doy cuenta de algo, la mamá de Seba es el problema, porque las empleadas comían en la mesa con la hermana de Seba y su papá se sentó a comer como si nada, pero la vieron venir y se fueron enseguida.
—Gracias Anna.
—Y dime Leila, ¿Qué edad tienes?.
—Veinte, hace tres meses fue mi cumple.
—Aahhh, jovencita.
—¿Cómo es? nosotros a los veinte teníamos dos hijos.
—Si, que locura, a esa edad teníamos a Julian, luchando para que coma bien y se comporte, a Cele muy bebita.
—De pecho mas o menos.
—Si, porque me faltaban dos meses para cumplir los veinte cuando ella llegó.
—Que loco. —lo miro a Seba que se miran con su hermana con duda los dos—. Bueno, ¿vives con tus papás Leila?.
—Si señor, vivo con ellos y mis hermanos.
—¿Cuántos hermanos tienes?.
—Somos nueve.
—Fua.
—Que te quejas si tenemos cinco hijos.
—Si, no sé qué hablo si tengo siete hijos.
—Yo cinco.
—Venimos de familias numerosas. —el papá de Seba le corta la charla a la madre enseguida—. Con mis hermanos somos siete también y Julia son ocho.
—Un montón de tíos tienes Seba.
Como lo que sé qué es, como el arroz, las verduras que son zanahorias y arvejas, y cuando pruebo los langostinos, lo que me perdía en la vida, riquísimos, y mientras como saboreando todo los escucho y respondo, mas que nada escucho porque gracias a Dios no preguntaron muchas cosas.
Después de la comida vamos arriba, a su habitación, que cuando entro sonrío, es lo que vi en las películas sobre una habitación de un adolescente, una cama grande, un escritorio con una computadora, una lampara de un dinosaurio que me divierte.
—Que linda... Me encanta.
—Cuando vayamos a tu casa me vas a enseñar tu habitación.
—Eso no va a pasar.
—¿Por?. —se sienta en la cama y yo camino viendo un estante con unos autos de colección y unas chucherias que deben tener significados especiales ya que son cosas de niños.
—Comparto habitación con tres de mis hermanas, hay dos cuchetas y un ropero que compartimos las cuatro.
—Pero me puedes enseñar.
—Prefiero que no. —voy al otro lado de la cama inclinándome sobre la mesa de luz viendo la foto donde esta con sus hermanos—. A parte debo consultarle a mis hermanas, ellas salen años con sus novios y ellos que yo sepa nunca fueron a nuestra habitación.
—Bueno, respeto eso. —se acuesta sonriendo—. Ven, acuéstate.
—¿Me puedo tapar?, hace mucho frio acá dentro.
—Mi papá pone el aire al palo, parece que la menopausia la tiene él y no mi mamá. —me rio con ganas por la burla—. Yo también tengo frio.
—Que comoda que es. —nos ponemos de lado viéndonos.
—¿Qué te pareció mi familia?.
—Bien, solo que raro.
—¿Qué cosa?.
—Que tus papás están juntos. —me mira raro—. Me dijiste que tu hermana menor es de otra mamá,
—Ah, si... Son medios medios.
—¿Cómo asi?.
—Bueno, yo tenia cinco cuando Flor llegó, la vinieron a dejar y cuando crecí y fui comprendiendo que mi hermana no era mi hermana por mis dos papás, sino solo por mi papá, y entendí que la infidelidad estuvo siempre presente, y hasta de mi mamá, pero siguen viviendo justos, no juntos porque duermen en habitaciones separadas. —por lo que veo no le duele lo que dice—. Es mas, creo... —susurra y yo asiento—. Creo que mi papá está enamorado de Anna.
—¿La chica de la limpieza?.
—Si, bueno, si vienes seguido te vas a dar cuenta que la mira mucho.
—Shuuuu, que loco.
—No creas que apoyo la infidelidad, sino que mis papás no tienen nada, solo que están envueltos en la rutina y la manipulación, su vida siempre fue la misma, estar juntos y no estar.
—¿Pero desde cuando no comparten una habitación?.
—No tengo recuerdos de verlos ir a dormir juntos, y no te digo que uno se cruza cuando no los vemos, no, las pocas veces que vi que mi papá entró a la habitación de mi mamá fue para discutir algo que no querían que nos enteremos o escuchen, y no sé, te digo de cuando son nuestros cumpleaños y tienen que discutir que nos van a regalar, o si nos dan tal permiso, o que alguno de mis hermanos va a ser papá de nuevo, cosas asi creo yo.
—Ah, entiendo.
*****
Sebastián.
Bajamos con Leila recién despiertos, no sé en qué momento nos dormimos pero cuando me desperté vi la espalda de Leila donde estaba de lado durmiendo, me fui al baño y cuando salí ya estaba despierta media avergonzada por dormirse, aunque no debe tener miedo ni vergüenza en mi casa, la cosa que nos pusimos las zapatillas y salimos asi comemos algo.
—Hasta que aparecen. —Cami esta haciendo unos waffles y mi papá tomando mates en la isla mirándola.
—Nos dormimos, no nos, aaajjjj... —me empujan de atrás abrazándome, cuando me giro es Flor—. Ey, no me di cuenta que estabas,
—Lo sé, llegué hace un rato.
—¿Quién te trajo?.
—El tio, justo fue donde los abuelos y le dije que me traiga. —la mira a Leila sonriendo sin dejar de abrazarme, me da risa porque es celosa asi como nosotros con ellas—. Hola,
—Hola, soy Leila.
—Florencia.
—Es mi hermana menor. —se saludan muy amable.
—Leila, ¿quieres ayudarnos?, —Cami la invita sonriendo y Leila va con ella—. Quería hacer algo rico asi tomamos unos mates.
—Que rico huele.
—Decíamos de hacer con nutela, crema y frutillas, con chocolate. —me siento con mi papá que me da un mate y Flor va con ellas.
—¿Mamá?.
—En su habitación, no creo que salga si Flor esta. —tomo el mate sonriendo porque las dos le hablan muy amable que veo que se calma un poco, afloja los hombros donde estaba tensa—. ¿Cómo te fue en el final?.
—Mmm, me había olvidado, a ver si subieron la nota.
—¿Pero cómo crees que te fue?.
—Para mi bien, —reviso en mi celular a ver si subieron la nota—. Sej, un ocho.
—¡Nooo, re bien!.
—Un capo soy. —me da la mano asintiendo con una sonrisa—. Nooo, que alivio.
—Bueno, entonces vamos a cocinar algo rico para festejar que ya pasas el año sin deber nada.
—Que alivio señor Jesús.
—Y si hijo, la verdad, orgulloso de ti como te esfuerzas. —lo miro sonriendo y las chicas me miran.
—¿Aprobaste Seba?.
—Si, aprobé, que alivio.
—¡Nooo, que bueno!. —cuando las chicas acomodan las cosas en la mesa que tenemos en la cocina donde desayunamos y merendamos, aparece mi mamá.
—Hola Florencia.
—Hola, ¿papi, con qué te hago?.
—Con crema y kiwi, Julia... Seba aprobó el final.
—Que bueno hijo, me alegro mucho. —me da un abrazo de atrás y unos besos—. Todo esfuerzo tiene su recompensa.
—Si, gracias a Dios.
—Hablamos con tu padre en la tarde.
—¿Dé?. —se sienta al lado de Cami sacando un waffle, son saludables, en esta casa no hay nada que no sea saludable porque mi mamá se encarga de comprar todo para asegurarse, antes iban las señoras de la limpieza pero le encargábamos boludeces a escondidas hasta que se enteró y comenzó a ir ella.
—Que te damos permiso para que Leila se quede a dormir.
—¿De verdad?.
—Nooo, cuando se enteren los chicos te van a dar tremenda paliza. —le hago burla a Flor que se rie tentada.
—Bueno gracias, ¿entonces hoy te quedas?.
—Si, no hay problema.
—Llama a tus papás, si quieren hablo con ellos. —mi mamá la mira hablando—. Asi no se preocupan.
—Bueno, en realidad no dicen nada.
—¿Te quedas asi no mas en otro lado?.
—No, tampoco asi, sino que ellos confían de donde me quedo, Seba es mi primer novio, y mi mamá me dijo que solo le diga que iba a salir con él y ya, le mando mensaje que me quedo y listo, no dicen nada. —todos la miramos porque nosotros no somos asi, Julian cuando tiene que viajar avisa, hasta en eso mis papás son asi.
—Bueno, entonces te puedes venir a quedar cuando lo deseen, no vamos a oponernos.
—Gracias.
—Como me quedo a dormir podemos hacer algo rico de comer. —mi mamá la mira a Flor y después a mi papá que no dice nada—. ¿Qué dicen de pizza?.
—Compré unos morrones en conserva, podrían ponerles de eso.
—Si mami, una buena asi con esos y otras con morrones asados.
—¿Hay jamón crudo?.
—Si.
—Cami quería el otro día y no había mas, —mi mamá come asintiendo—. Mmm, que rico les quedó.
—Si, Flor hizo la masa.
—Muy rico Florencia.
—Gracias Julia.
—La cosa que fui y traje bastante y esos jugos nuevos, ¿los probaron?.
—Si, están buenísimos.
—Holaaaa. —lo vemos a mi papá cuando habla saludando el celular—. Hola amoooorrrr.
—¿Quién es?.
—Oddi.
—Abuuuu, ¿poemos il a casa?.
—Si amorcito, vengan asi comemos.
—¿Qué de comel?.
—Holaaaa.
—ABUUUUU, HOLAAAAA.
—Hola hermosaaaaa, vengan a casa, vamos a hacer pizza.
—Mmmm, que ricoooo, papi, vamos donde abu a comel pizza.
—Buenas.
—Vengan hijo. —la miro a Leila que habla con Cami y Flor mas bajito asi no interrumpen la llamada—. Las chicas van a hacer pizza.
—¿Qué chicas?. —le hago gesto de silencio.
—Camila y Florencia, ya tienen todo planeado.
—Uujjj, si, ahi nos preparamos y vamos.
—Dale.
—EXEEEEE. —mi papá le pasa el celu a Flor.
—¿Qué pasa prins?.
—Trae helado para el postre, de esos de palito.
—Bueno, ¿de agua o crema?.
—Yo digo de agua, ¿ustedes?.
Después de la merienda meto las cosas al lava vajilla y las tres comienzan a hacer la maza para las pizzas, no son pocas porque con mi papá y Exe no comemos precisamente como gente normal, y Flor le da al diente casi como nosotros, tiene una buena genética porque no engorda, se puede comer un chancho con diez kilos de arroz y ni siquiera se hincha. Aprovecho de darme un baño y bajo yendo al living donde mi papá esta viendo un partidos de fútbol americano, mira cualquier cosa la verdad.
—Holaaaa, ¿Hay alguien en esta casa?. —me paro riendo cuando oigo a Harley.
—Hola, ¿alguien?.
—Eh, buena. —vienen las dos con vestidos, sandalias, mochilas y bolsas de tela donde traen juguetes
—Hola tio.
—¿Cómo están?. —las abrazo a las dos y sonrío cuando Ezem viene de la mano con Ara con su panza que no da mas—. Que bellos que están.
—Buenas buenas.
—Abuuuu.
—Abuelito mira.
—Noooo. —los saludo a los dos riendo porque Exe que trajo cuatro cajas de helados de diferentes sabores, cada caja tiene veinte, un tremendo idiota.
—¿A abu?.
—Arriba, vayan a buscarla que no debe saber que llegaron.
—Si, vamos a ver. —Ara se va a la cocina y cuando Exe va voy atrás, quedan los dos parados viéndola.
—Buenas.
—Llegaste, le decía a Leila que sabes hacer con una salsa de ajo que a las pizzas le va tremendo.
—Hola, soy Ara, y estas no me dejan ni entrar que ya piden cosas.
—Ofendidita le dicen a ella.
—No te hagas la loca. —le da unos chirlos a Cami que se aleja riendo.
—¿Cómo estas? Leila mucho gusto.
—¿Quién es?. —Exe con los ojos la señala.
—Mi novia.
—Buenaaaa. —va sonriendo hacia ella—. Yo... Te conozco.
—Si, trabajo en el pelotero "Vamos a Jugar".
—Aaahhh, con razón yo dije, de algún lado te saco. —Exe guarda los helados y saca un jugo y revisa a ver que hay, a nadie le molesta porque mis papás siempre dicen, sigue siendo sus casas.
—Uuujjj, que buenas se ven estas uvas, mira amor. —le da a Ara que asiente—. ¿Hacen alguna con jamón y queso no mas?.
—Si, ¿por?.
—Porque ando con un ataque al hígado tremendo. —Ara saca un yogur griego con frutas y Exe come del dulce, osea, a cucharadas el dulce.
—¿Y comes asi?.
—Es fruta.
—Que idiota.
—¿Queeeee?.
—No es ataque al hígado, son antojos.
—Yo le digo eso pero no me cree.
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Holis, espero les este gustando la historia y sus comentarios dan aliento a seguir ya que me dicen si va gustando o no.
Para el sabado 24 si llegamos a los 500 votos tenemos maraton, este finde no hay maraton por eso el reto es alto para el siguiente.
Besitos.