6. Los hombres del futuro.

1091 Words
Caminé con lentitud hacia ellos, aún sorprendida de su presencia, observándolos inmersos en su propia discusión. A simple vista, parecían ser gemelos; la tez aperlada, combinaba a la perfección con el cabello obscuro y los ojos claros; definitivamente, la única forma para diferenciarlos, sería su carácter. Uno de ellos estaba forcejeando con el cinturón del asiento. Un asiento que parecía de avión, y que lo mantenía sujeto al parecer en contra de su voluntad. -¡Maldita sea! -El tipo dijo a gran voz. -¡Esto es una mierda! ¡¿Por qué demonios no lo suelta?! –No contuvo su enojo y frustración ante el hecho de estar atrapado. -Sólo tienes que presionar el botón rojo. -El otro sujeto estaba de pie a un lado de él, y apuntándole con el dedo, le dio las indicaciones con suma calma. -¡Claro! ¡¿Cómo no lo pensé antes?! –La ironía en las frases fue sumamente notoria, haciendo juego con la mirada llena de aversión que le dedicó. Retomó su lucha, mientras su gemelo, terminó por encogerse de hombros. -Necesito de su ayuda… -Tan pronto estuve frente a ellos, les pedí con mi respiración acelerada, porque ellos eran mi única esperanza. El sujeto que estaba de pie, me prestó atención de inmediato, empezando a carcajearse de mí; mientras su gemelo, no se inmutó ante mi presencia, y seguía forcejeando con el cinturón. Sus actitudes me molestaron, pero sólo dirigí mi atención al hombre que estaba en la silla. -Sé quién eres, eso debe revelarles algo… -El sujeto que estaba libre, dejó de reírse. Su seriedad se instaló en su semblrante, dándole una importancia abrumadora a lo que acababa de decir. -¡Viaje por el tiempo sin una máquina! –Eso, llamó la atención del otro, que dejó en paz el cinturón, clavando su mirada severa en mí. -Pero ese no es el verdadero problema… -No dijeron ni una sola palabra, esperaron con paciencia para que continuara mi monólogo. -No tengo la menor idea de por qué exactamente caí en esta época. No sé si podré viajar de nuevo en el tiempo, o si tendré que vivir mi vida de nuevo cambiando eventos. –Revelé llena de frustración y sin temor alguno, después de todo, ellos tenían conocimiento de la Corporación. El interés del hombre que seguía en la silla, se perdió, porque retomó su lucha por zafarse de la correa que abrazaba su cuerpo; siendo su turno por reírse sarcáticamente, y al fin habló para burlarse -Sí, sí, claro. - - ¡Por favor! –Grité, ya que mis opciones eran restringidas. En ese instante de análisis, las únicas personas que podían ayudarme, eran ellos dos, así que tenía que intentar cualquier cosa para convencerlos. -Solo te pido que me esperes aquí, tengo que hacer unas cosas antes. Cuando vuelva, te ayudaré a buscar la nave y las piezas que hacen falta; pero por favor, tienes que ayudarme… -Rogué. -¡Por supuesto! ¡Tengo que esperarte, porque tú eres mi salvación! –El tono sarcástico de aquel comentario por parte del hombre, fue notorio – …¡Demonios! ¡Si tan sólo pudiera destrabar este maldito cinturón! –Retomó el tono enojado, descagando su furia en el objeto inanimado. -¡Claro! –Finalmente perdí la atención de ambos, cuando el sujeto tranquilo, copió el sarcasmo del prisionero de la silla. -¡Ella será nuestra salvación! –Me apuntó con su dedo pulgar, mientras le decía la burla a su compañero -Todo en manos de una niñita. ¿Por qué no le dices que se vaya? –Le dijo riendo al hombre que aún permanecía prisionero. -¡Deja de reírte! –Finalmente exploté furiosa hacia ese sujeto. -¡Sólo necesito un poco de tiempo para completar mis tareas aquí! ¡No puedo dejar de cumplirlas, afectarían mi vida! ¡Entiende! ¡Es MI vida la que modificaría! –Calvé mi dedo índice en mi pecho. -¡Viajaron en el tiempo, que más da sólo unas horas más en esta época! –Respiré hondo y sentí mis ojos aguándose un poco -¡Por favor! –Agregué más suplicante, percatándome que ambos me veían atentos. -¡Wow! Puede verte… -El hombre en la silla, dirigió su mirada sorprendida al sujeto que estaba de pie. -¿A qué te refieres? –Cuestioné extrañada. -¡Por supuesto que puedo verlo! ¿Me esperarán? –Retomé el tema principal, porque mi preocupación continuaba. -¿Será posible? –Preguntó casi como un susurro el sujeto de pie, mientras me observaba enigmáticamente. -¡Claro, claro! Aquí te esperaremos –Pero fue el hombre en la silla quien me respondió, en lo que su pelea con el cinturón fue reanudada. Suspiré profundamente, no me quedaba más que confiar en su palabra. Así que corrí de regreso a la casa, para cumplir con mis actividades. Dejé la ropa lavando, para después ir directo a la cocina, donde ya no había nadie. Desayuné con prontitud, con la idea pasando por mi cabeza: ese día tendría mi primera pelea a golpes. -¿Ya es hora de irnos? –Fran llamó mi atención desde el umbral de la puerta. -Sí, ve a la entrada con tu mochila, en un momento te alcanzo. –Le hice saber, para ponerme de pie de súbito. Dejé mi plato en el lavavajillas y corrí hacia el patio. -¡Increíble! –Grité, pasando mis manos por mi cabello, clara muestra de la frustración, molestia e incredulidad ante el hecho de que, ambos hombres habían desaparecido. Sí, con todo y silla. -¿Cómo se habrá llevado el asiento y el paracaídas? –Me dije a mi misma en voz alta, porque sólo habían transcurrido si acaso 30 minutos. Di un golpe a la pared, para liberar un poco de mi tensión, y volví a correr hacia la entrada. -¡Vámonos! –Tomé mi mochila, y tomé de la mano a Fran, para salir hacia la escuela. El trayecto me pareció corto, porque yo iba sumergida en mis pensamientos: ¿cuál había sido la primera conversación con el par de gemelos traidores? ¿Cómo estaban relacionados esos dos con lo que me estaba sucediendo? Si todo salía conforme a lo que recordaba, para las tres de la tarde, volvería a topármelos, después de la pelea, claro… ¿Por qué todos los recuerdos me llegaban tan dispersos? Conforme iba transcurriendo el día, aparecían los detalles. Ese día, también lo conocí a él.
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