9. Los hombres del futuro (parte 2).

1193 Words
-Sabía que te encontraría aquí… -Le dije con cierta burla. Después de todo, supusé que no consideraban volver a verme. En efecto, me vio con cierta sorpresa y estaba a punto de hablar, cuando de la nada, salió su gemelo. Ya estaba a mi lado, hizo una expresión extraña y sin reservas tocó mi ojo. -¡Ouch! – Me quejé, fue cuando caí en cuenta que ya debía notarse el golpe. -¡No digas nada! ¡Ya lo sé! - -¿Sí? ¿Por qué lo sabías? –Tocó su mentón con su dedo índice, fingiendo estar pensando. -¡Ah, sí! ¡Lo olvidaba! ¡Tú lo sabes todo de mí! –Dijo sarcásticamente. Con rapidez se giró, alejándose de mí, para terminar agarrando algunos materiales. Así que ya había recolectado algunas cosas para reparar la nave... -No todo. –Le hice saber un poco más reflexiva, mientras caminaba detrás de él. -Sólo recuerdo algunas cosas –el gemelo tranquilo se colocó a un lado de mí, –como: dónde encontrar la nave, las partes que necesitará… -dejé la idea en el aire cuando el hombre sarcástico detuvo su andar, obligándonos a todos a parar, y la mirada que me dedicó, fue de incertidumbre. -Dime la verdad, ¿cómo sabes todo eso? –Pero quién terminó preguntándome, fue el gemelo tranquilo que estaba a mi lado. -Ya te lo dije, yo también vengo del futuro, bueno al menos mi mente. –Bajé mi vista, porque eso también era confuso para mí. -No tengo la menor idea de cómo mi mente viajó a través del tiempo –levanté la mirada, vi primero al gemelo sarcástico que estaba enfrente, para después girarme a ver al tranquilo. -Pero ya te había ayudado antes, que recuerde lo más elemental solo nos ahorrara tiempo. –No quería darle espacio a las conjeturas y pensamientos negativos, eso no me ayudaría a encontrar una solución a mi problema. -Es imposible que haya podido viajar sólo tu mente, –el sarcástico retomó el andar, -necesitas un cuerpo en el cual viajar, por eso los viajes solamente son a través de naves. – -Lo sé, todo es tan confuso –rebatí, a la vez que retomé mi andar detrás del sarcástico, y el gemelo tranquilo caminaba a mi lado, sin despegarme sus ojos analíticos. -Si tienes alguna teoría al respecto, me encataría escucharla, porque a mí no se me ha cruzado ninguna por la mente. Es difícil incluso encontrar posibles causas y la única prueba existente, soy yo. –Suspiré desilusionada. Se hizo un breve silencio, mientras seguíamos caminando; entonces, al final de la pradera se vislumbró el inicio del siguiente terreno, que tenía una arboleda. De la copa de los árboles, una luz tenue amarillenta salía en forma de cono, algo que sólo los que conocían los viajes en el tiempo, sabrían que era la máquina reflejando la luz del sol. Apresuré el paso, para alcanzar al sarcástico hombre que cargaba algunas cosas. -¡Allá está la nave! –Apunté y él entrecerró los ojos con desconfianza. –Cuéntame, ¿cómo llegaste aquí? –No le di oportunidad para reaccionar más. -En realidad no estoy seguro. –Terminó por confesarme. -Todo es tan confuso, ni siquiera sé a qué época me dirijo. –El tono que usó fue de frustración, elevó el rostro al cielo y resopló finalmente. El gemelo tranquilo nos alcanzó, colocándose a un lado de su hermano. -¿Crees que deberíamos confiar en ella? –Y después agregó casi susurrándole: -¿Y si no es ella? –Creyó que no lo escuché. Las palabras de desconfianza me molestaron, y estaba a punto de replicar, pero el gemelo sarcástico cambió de actitud. -Es raro, siento confianza contigo –Dijo con absoluta seriedad, viéndome. -Siempre encuentro a alguien en cada época que me ayuda, ¿esta vez serás tú? –Sus palabras me desconcertaron a mí también. -¿Cuál era tu misión? –Necesitaba indagar. -Mi misión era ayudar a una chica… creo. –Habló dubitativo, para pasar con rapidez a una expresión avergonzada. –Pienso que era algo sentimental. –Desvió la mirada hacia el frente. -Lo siento. - -Está bien, no te preocupes. –Tal vez desconfiaba de mí, y no revelarme su misión lo protegía de cierta forma. No obstante, sí sentía todos los malestares como yo, así como los recuerdos se iban presentando de forma paulatina como lo hacían conmigo, no serviría de nada presionarlo. -¡Ni siquiera sé qué clase de misión era esa! –Noté su cambio de tono, estaba molesto. -Cuando emprendí el viaje de regreso, me di cuenta que no sabía a qué época dirigirme, era como si me hubieran borrado la memoria. Y para colmo, inmediatamente después, la nave comenzó a fallar y caí en esta época, en el jardín donde me encontraste –Las palabras le salieron apresuradas, clara muestra de su frustración. -Todo esto es muy extraño, no tiene sentido –Tampoco comprendí que significaba aquello. Finalmente, llegamos a la luz, descubriendo la nave. Mi corazón se aceleró, golpeando con fuerza mi pecho. Me giré a ver a los dos hombres, con una mezcla de sentimientos: emoción, incertidumbre, perplejidad y preguntas, muchas preguntas que no tendrían respuesta. -Aquí está tu nave –terminé por acercarme al gemelo sarcástico, -y en esta caja, están las piezas que te harán falta para viajar. - -¿Por qué me ayudas? –Tomó la caja. -Sabes que no puedes viajar conmigo, ¿cierto? –Había pena en la frase. -Lo supongo. –Dije desanimada. -La nave es solo para una persona. –Y dicho eso, clavé la mirada al gemelo tranquilo, que no estaba muy lejos de nosotros, solamente escuchándonos. -¿Él? Él no tiene cuerpo físico. –Soltó sin tacto alguno. -No puedo explicarlo, simplemente no está en mis memorias. Solo sé, que eres la primera que puede verlo. –Eso sí me sorprendió, entonces lo escuché suspirar profundamente. –Pero además, no podrías viajar conmigo, porque si es verdad que sólo tu mente fue la que viajó, y decidieras irte en ese cuerpo, tu YO de esta época desaparecería. –Eso sólo confirmó mis propias conjeturas, desanimándome. -Y por lo que veo, no tienes idea de donde está tu actual cuerpo. –Me dio media sonrisa condescendiente. -No sabes qué puede pasar. – -No sé qué hacer. Sólo me queda seguir con mi vida como la recuerdo, para no cambiar nada. –Sonreí esperanzadoramente. -No niego que lo disfrutaría –casi de inmediato la responsabilidad llegó de golpe, -pero no terminé mi misión, y por algún motivo, siento que esto no terminará aquí, ni terminará bien- -Tal vez pueda ayudarte. –Se ofreció genuinamente. -En estos momentos, no puedes hacer nada más que reparar la nave. –Mi sonrisa se amplió, con emoción. -Me tengo que ir. –Fue cuando me apresuré a mi cita de las 5 de la tarde. -¡Me iré mañana al mediodía, si necesitas ayuda en ese lapso de tiempo, aquí estaré! –Escuché su grito en la distancia. Tan amable como solía ser.
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