Capítulo 4

2434 Words
Marcial reía a carcajada al ver aquel cuadro. La mujer lo fulminaba con la mirada. Rápidamente Delia vistió al hombre bajo la mirada intensa de Bastián y la burla de su mejor amigo. En ese mismo momentos ingreso la enfermera en compañía de un médico y les pidieron salir de la habitación para hacerle la curación y revisarlo. Ambos se sentaron en la pequeña salita de estar. —Entonces ¿Tú eres la mujer que le ha quitado el sueño a mi amigo durante estos meses? — dijo él con burla. Ella apretó los labios para no insultar al hombre que se chanceaba con ella sin saber quién era. —Yo no sé quién es usted— le dijo ella muy seria— como para que me hable de esa manera tan impertinente. El hombre se rio y la miro. —Realmente, lo entiendo— dijo mirándola fijamente, ahora está muy serio. Delante de él hay una mujer muy diferente a la que su amigo lo persiguen o con las que él está solo un rato— ahora veo porque que él estaba como estaba. Ella lo miro y no le gusto aquellas palabras. —No lo entiendo— le dijo la joven. —No importa— dijo y cambio con brusquedad la conversación dejando en la joven con más incógnitas— ¿Cómo las visto? Ella lo miro. —Dentro de lo que cabe, bien—le respondió— lo más seguro es que le den el alta muy pronto. Marcial la miro. —El encierro lo va a volver loco— dijo pensativo— menos mal que viniste. Él pensó que ya no volverías. Ella arqueo una ceja. — ¿Y eso por qué? – dijo ella con burla. Lo más seguro que el hombre no sabía cómo era su relación con Bastián. —Ah, por lo de la fiesta— dijo él como si fuera un tema ya resuelto para la joven. — ¿Te contó? — dijo ella mostrándose desinteresada, pero era todo lo contrario. —Ese hombre estaba furioso— le dijo y se levantó y miro por la cortina y vio la herida y lo que la enfermera le estaba haciendo al paciente — ¡Como odio los hospitales! — se estremeció. Delia quería saber y el insufrible hombre solo decía las cosas a medias. — ¿Por qué Bastián estaba furioso? — pregunto la joven inquieta y curiosa. Él la miro y se puso muy serio. —Mira Delia— le dijo con propiedad y esto la sorprendió porque ella en ningún momento le dijo su nombre y Bastián tampoco se lo había dicho— Karina solo era una cliente, a su esposo lo están chantajeando y extorsionando. Si la llevo a la fiesta era porque la encontró de casualidad y… Ella sintió que su corazón latía apresurado. Ella y su forma de ser tan impulsiva. Todo lo malinterpreto y para colmo no le dejo que él le explicara. —En fin, eso es cuento viejo— se sentó y se llevó la mano a la cabeza desordenando su cabello— ahora lo importante es que él se mejore pronto y se integre al trabajo. Ella asintió en silencio. —Señora Dubois— llamo el médico y la joven sintió que su cuerpo se estremeció. Rápido se levantó. —Si, dígame doctor— respondió la joven. —Estos son los medicamentos que él debe tomar. De ocho a diez días debe venir para quitarle la sutura— le informo. Delia recibió las hojas que le daba. —Ahora ya puede ir a recepción y solicitar el alta— dijo el médico. —Gracias doctor— dijo ella emocionada— y ¿Cuándo nos podemos ir? El médico la miro. —La demora que pase el efecto del medicamento que se le acabó de suministrar y se pueden marchar—. Tal vez en una hora. Delia le sonrió y miro a Marcial. —Vaya tranquila— le dijo el hombre— yo me quedo con tu hombre mientras tú haces esa diligencia. Delia sintió un placer que estremeció su cuerpo al oírle decir “tu hombre”. Con una sonrisa en su pensamiento que le llega de oreja a oreja le agradeció. —Gracias— le sonrió a Marcial. Marcial se dio cuenta que podía caer en un abismo si no tenía cuidado. Él debía tener pies de plomo y nervios de acero. Esa mujer era demasiada tentación para un hombre como él. Él ingresó a la habitación y le sonrió a su amigo. Bastián lo miro llegar. — ¿Y Delia? — le preguntó al ver que ella no estaba con él. —Está arreglando los papeles para que salgas de aquí— le respondió y lo miro. Se notaba tenso. Bastián apoyo la cabeza en la almohada. —Quiero largarme pronto de este lugar. Lo detesto— bramo. —Si de algo te sirve de consuelo, yo también odio estos lugares— le comentó— No sabía que tu mujer iba a venir. Bastián lo miro y luego sonrió. —Eso se lo debo a mi madre— le dijo. — ¿O sea que ella sigue enojada contigo por lo de Karina? — le pregunto pensando que había metido las de caminar. Bastián suspiro muy profundo. Odiaba el lugar y además lo ponía de malhumor estar inactivo. —Mamá la trajo y yo estoy agradecido— le respondió a Marcial— aunque estoy algo preocupado. Marcial enseguida se puso serio. — ¿Qué pasa? —le pregunto y se sentó en una silla cercana a la cama. —Quiero que revises las balas y hagas comparaciones— manifestó Bastián de manera breve— algo no está bien. Marcial se lo quedo mirando. —Ya las hice— dijo el hombre muy profesional— tres heridos fueron con la misma arma de largo alcance, pero la tuya… —Ya lo sé— interrumpió— soy un chivo expiatorio. —O te atentaron para buscar una debilidad o fue algo personal — dijo Marcial pensativo— además nosotros no estábamos en la línea de fuego y por la trayectoria de la bala, esa vino fue de otro lugar y eso lo confirma. Bastián miro el techo y luego la puerta. — ¿Qué pasa? — preguntó Marcial. Lo conocía muy bien. —No confió en Franchesca ni en su familia— lo miro – y pienso que ellos pueden hacerle daño a Delia. Marcial lo miro y frunció el ceño. — ¡Carajo! Estas en un mierdero— le comento— debes estar muy pendiente de todos lo que te rodea y no adelantar juicios. —Eso va a ser difícil— dijo él preocupado. — ¿Y eso por qué? —le volvió a pregunta su mejor amigo. —Porque estoy enamorado de ella y me vuelvo loco de pensar que Franchesca o su familia puedan intentar algo en su contra. —Entonces la mantendremos vigilada – concluyo Marcial. Bastián echo la cabeza hacia atrás. —Pienso que debo mantenerla alejada de mi— dijo ronco por la decisión— ella puede estar en peligro. — ¿No quieres a Delia a tu lado? – le pregunto. Delia que llegaba con una sonrisa en los labios escucho aquella pregunta. Sintió que su corazón palpitaba de emoción. —No. No la quiero a mi lado— dijo Bastián preocupado. Y fue cuando sus ojos vieron a la mujer que acaba de llegar. — «Dios, ¿Habrá escuchado?»— se preguntó él nervioso. — ¡Ya está listo todo! — dijo Delia disimulando su angustia y dolor— apenas se pase el efecto del medicamento nos podemos ir. Bastián la miro y ahora quedo una duda clavada en su pecho. ¿Habrá ella escuchado su palabras y sus razones, o solo sus últimas palabras? Delia sin perder la sonrisa en su rostro comenzó a recoger las pertenencias de Bastián. — ¿Eso es tuyo? — le preguntó al mostrarle unos medicamentos. Bastián estaban muy tenso porque no sabía si Delia había escuchado toda la conversación o sólo una parte de ella, y ahora no se sentía capaz de preguntarle, no fuera ella interpretar las cosas de otra manera. —Sí, esos medicamentos son míos— le respondió taciturno. En esos momentos la puerta de la habitación se abrió y entró una Sara que sonreía al mundo y en su rostro se notaba la felicidad. —Me acaban de informar que la señora Dubois ya hizo el trámite de la documentación para que nos vayamos para la casa—los ojos de la mujer brillan con intensidad al mirar a la joven, que se mantiene inmóvil mirándola. Marcial al verla se acercó y la saludó y le dio un beso en la mejilla. — ¿Cómo estás preciosa, Sara? La señora Dubois acabo de llegar con la documentación y nos vamos para la casa, odio los hospitales— dijo él de manera jocosa. —Esto es una clínica— le corrigió— cariño me encanta que estés acá con tu amigo— le dijo la mujer mayor saludando al investigador y agente— además quiero invitarte a almorzar para que pases un rato con nosotros. — ¡Por mi encantado! — le dio paso para que se acercara a la joven. Él se percató que la mujer adoraba a la joven. Sonrió. —«Por lo menos la Franchesca no tiene cupo con la exsuegra»— sonrió ante aquel pensamiento. Sara se acercó a Delia y le dio un beso en la mejilla y vio que estaba algo pálida y ella supuso que debía ser por el trasnocho al no dormir tranquila. —Ahora que llegues a la mansión descansas un poco yo me encargo de cuidar a Bastián —le dijo ella asumiendo el cansancio de la joven, pero en realidad era dolor en su corazón. —Tranquila Sara, estoy bien— le dijo con una sonrisa en el rostro que no llegó a sus ojos. Los ojos avellana se veían triste y sin brillo. Desde la cama Bastián miraba las dos mujeres y notaba el cambio que había en el rostro de Delia y aún en su forma de hablar. Esto lo preocupó y bastante. Pasaron unos minutos hasta que llegó un camillero con una silla de ruedas para ayudar al paciente a sacarlo de la clínica. Rato después llegaron a la mansión donde todo era charla y alegría. Bastián se acomodó en un gran sillón y ayudado por Delia le acomodó la pierna con unas almohadones para que él estuviera cómodo. — ¿Quieres algo más? — le preguntó Delia a Bastián. Él la miró a los ojos y le tendió la mano. —Sí, quiero algo— al momento que ella le tendió la mano él agarró con fuerza y la halo hacia él— sólo quiero un beso. La muchacha sorprendida iba a protestar para no dejarse tocar de él, pero él fue más rápido y se adueñó de su boca. Fue un beso cálido, dulce y tranquilo. Un beso que simplemente le robó el alma. —Al parecer ya te encuentras mucho mejor— la voz chillona y celosa de Franchesca se hizo notar en la sala donde se encontraba la pareja disfrutando de aquel beso— Oliver vea saludar a tu papá —dijo la mujer con voz dulce y engañosa. Bastián aun sostenía a Delia por la mano. Ella con suavidad y discreción se alejó un poco para darle espacio al niño que llego y se arrojó a los brazos de su padre.  Y por obligación la pareja tuvo que separarse. Él lo abrazó y lo besó. — ¿Cómo está mi hombrecito? —  le decía él con palabras de cariño. Delia vio que aquel hombre era amoroso con ese niño y en su corazón se instaló el deseo de ser madre, y no simplemente ser madre sino madre de los hijos de Bastián. Franchesca miro de arriba abajo y le sonrió. —Querida, si quieres ve a darte un baño, mientras que Oliver y yo cuidamos a Bastián— la voz sonaba dulce, pero para nadie pasaba inadvertida aquella mirada de odio. Sara ingreso con una joven. —Franchesca, ¿Aun estas en mi casa? — dijo con rudeza. Franchesca miro a la mujer y luego a Delia. —Si, mi intención era cuidar al padre de mi hijo, pero… —No hace falta— la interrumpió Sara con imprudencia y se le acerco— para eso él tiene a su mujer. Además, aquí esta Melina para sea la mano derecha de Delia. Sara miro el rostro de Franchesca que estaba rojo y apretaba los puños. Se notaba que no le gustó nada de lo que dijo. —Ahora, si no te importa — se dirigió a su hijo que solo las miraba en silencio— me llevo a Delia para que acomode sus pertenecías— Sara miro a su hijo y este aun jugaba con el niño— Bastián ¿Dónde acomodo a Delia? Bastián la miro y sonrió. —Mamá que pregunta— dijo con cierta burla al mirar a Delia— ¿En dónde más? En mi habitación. Franchesca enrojeció aún más por la rabia. A ella nunca le permitió quedarse con Bastián. Y ahora que era la madre de Oliver se lo permitían en una ala muy alejada de la habitación de él — ¿No crees que te estas pasando? — dijo Francesca llena de ira. Sara se giró y la miro a los ojos. — ¿Qué dijiste? – vio como la mujer se estremeció, al comprender que se había pasado con sus palabras – en primer lugar: esta es mi casa. Eso para aclararte por si lo has olvidado. Y, en segundo lugar:  ella es la mujer de él— señalo al hombre que solo miraba a Franchesca muy serio – ella se puede quedar todo el tiempo que desee, es más por mí, si se casan en estos días ellos vendrían a vivir en esta mansión. Delia trago y lamio sus labios de puro nervio. Sara la tomo del brazo. —Vamos cariño, quiero enseñarte tu habitación y para que acomodes tus cosas… Ambas mujer empezaron a caminar a buscar el segundo piso. De repente la mujer se detuvo y miro a Franchesca que miraba absorta a Bastián. — ¡Francesca! — la llamo— al menos gánate el almuerzo, ve a la cocina y mira en que puedes ayudar. Si viniste ayudar que se vea tu buena acción y voluntad.  
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