Prólogo
Querido Bastián.
No tomes mi partida como como represalia a nuestra separación, sólo quiero que logres alcanzar la felicidad que no tuviste conmigo.
No lamento en ningún momento haberte conocido, al contrario, aprendí a conocerte y amarte de una manera desinteresada, aunque nuestra relación haya nacido de una mentira.
Las mentiras, las envidias y la ambición fueron los que destruyeron esta relación tan incipiente. Sé que saldrás adelante con tu trabajo y sobre todo con la mujer que realmente amas, al lado de tu hijo.
No tengo egoísmo para amar, pero si soy egoísta para compartir tu amor de hombre. Eres un excelente padre, todo te saldrá bien.
Me quedaré unos días con mi amiga Andrea, en Australia. No te lo digo para que me busques, sólo para que estés tranquilo y no pienses que puedo hacer algo diferente.
Adiós, que seas muy feliz.
Atentamente,
Delia.
Delia doblo el papel y lo metió dentro de un sobre y después haber escrito el nombre del destinatario lo coloco sobre el escritorio que había en la pequeña oficina de aquel apartamento. Tomó su maleta y se dirigió con paso lento hacia la puerta. Sus ojos recorrieron aquel lugar donde muchas veces amo a Bastián Dubois. Él era el hombre del cual ella se enamoró a primera vista, él era el padre de su hijo, pero para su mala suerte, él tenía el corazón comprometido antes de conocerlo. Su mano temblorosa acarició su vientre. Suspiro y trago el llanto que amenazaba con salir.
-Yo soy fuerte- se dijo mientras caminaba y cerraba la puerta con llave.
Ya a las afuera del apartamento respiro profundo y cerro sus ojos. Su mas tierno amor, de repente se convirtió en una terrible pesadilla, donde ella era la cruel villana de la historia.
Abrió los ojos y ahí al frente estaba el taxi que la esperaba para llevarla a su nuevo destino. Marsella un lugar muy diferente donde sabía que Bastián Dubois, no la iba a buscar.