Visita

2102 Words

No tenía más de un rato de haber tomado lugar en el comedor. Sonreía para sí misma cada vez que ese hombre de deliciosos besos venía a su mente. Sostenía un pequeño tenedor comiendo una ensalada con pollo a la plancha. Y le parecía inevitable sumergirse en honda introspección cada vez que la mirada profunda del misterioso caballero se asomaba a sus pensamientos. Tania la había ayudado con volver, había dejado el hotel para quedarse y alquilar una de las habitaciones en la casa que no estaba muy lejos del museo. Al tener pocas cosas consigo aquello resultó sencillo y práctico. Habían pedido unas horas al director del museo para poder mudarse y luego reponer esas horas luego del almuerzo; Tanía creía que había traído muchas cosas y por eso había solicitado que fuera así. Tanía le había lle

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