El placer resurgía desde lo profundo de sí misma al contemplar sus ojos. No podía evitar la sorpresa en su mirada al observarlo.
«¿Dejé las llaves? ¡Carajo donde tengo la cabeza!»
Él se mostraba serio al observarla con una media curva tirando de sus labios en señal de una sonrisa divertida. Lenet se tragó un suspiro al fijarse en sus labios, su vista continuó más abajo y contempló una cadena que caía por debajo de la garganta sobre su pecho fornido. La camisa clara se entallaba a su cuerpo, pantalones de vestir y zapatos formales a juego con el traje elegante.
«¿Quién será realmente este hombre? Tuvo que seguirme, de otro modo… ¿Cómo encontrarme?»
—¿Qué es lo que le produce más placer? —Inquirió él al verla fijamente y en estupor aún—Verme o tener que besarme. Es lo mínimo que quiero
