Corazón lleno de Amor

3206 Words
A veces no podemos calcular, que tanto en el tiempo y espacio nos puede afectar la toma de decisiones que solo llevamos a cabo en situaciones, a veces tan volátiles como el amor. Es por esa causa que a veces muchos desde tiempos remotos han perdido dinastías, herencias e incluso la vida, quizás al darse cuenta, incluso en la misma perdida, es que cuestionamos el amor de una manera distinta a como se veía desde el principio o como se sentía amar y entregarse a la otra persona. Podría decir, claro está, que el amor que sentía por Rosario era tan necesario para mi corazón que lo único que podía ver delante de mis ojos y la poca frente de razón que tenía, era que ella era mi amor verdadero el único amor que podría amar en la vida. Realmente no comprendo porque esa mujer me encendió al instante ¿Realmente, era el amor de mi vida? ¿Realmente, Rosario es el amor de mi vida? Como saberlo o como realmente inducir mis sueños y la realidad de esas preguntas, para saber si eran verdaderas en mi corazón, porque he llegado a preguntarme si aún estoy viviendo el sueño que tuve alguna vez de una edad aún más alejado de lo que en ese momento era, ese sueño repetitivo, pero para nada agobiante o desesperante. Continuando con lo que sería el final de la relación de mi madre con Rosario en definitiva, todo sería un lamentable final para mí en la relación que llevaba en ese momento con mi madre, debido a que ella era la más amable y amorosa madre que siempre tendré en la vida jamás. A veces lamento el hecho de no obedecer sus palabras, porque ¿Quien más que ella para conocer a Rosario desde entonces? Es por eso que aunque el amor era tan ciego por Rosario, puedo decir que nunca hubiese deseado que las circunstancias se presentaran de la manera en que se dieron en ese casi fin de Noviembre acercándose la navidad y que cada año era especial pasarlo a lado de mi madre. Constantemente que llegaba a casa de mi madre le dejaba a Rosario cartas de amor, dejándole saber lo mucho que la amaba y que sentía un amor energético e incontrolable por ella, casi nunca podíamos tener un espacio por más reducido que este fuera en estar completamente solos, así mismo eso causaba que por ende no se pudieran presentar episodios comunes de besos apasionados, por lo que cada vez que podía despedirme delante de mi madre de Rosario el beso en la mejilla era lo más enardecido posible para dejarle saber que me moría por tenerla entre mis brazos y besar esos labios que destilaban un rojo carmesí y un impactante néctar de miel. Llevábamos prácticamente nada como novios oficiales, por lo que tampoco podía decir que era una eternidad, pero que el simple hecho de no poder aunque sea llevar a cabo el debido proceso de besar esos labios, hacían que mis noches y días se volvieran casi de locura por besar sus labios, ¡Nunca intente más allá de las circunstancias con ella! era tímido y aún más, sentía miedo al ser rechazado pero, ella casi siempre me recibía con su bata de seda, que dejaba mucho entre dicho entre esa bata y su piel. Una de esas cartas que le dejaba a Rosario, lamentablemente quedaría expuesta toda nuestra relación, ya que dicha carta había sido encontrada en la basura, que día a día mi madre expulsaba de la casa, y por resultarle curiosa la manera en que estaba envuelto ese papel, mi madre tomo ese documento y leyó las palabras escritas por mi mano a la persona que más amaba. Fue ahí donde estallo como toda una dramática y alarmante, la situación de enojo, molestia, rabia y locura por parte de mi madre, así que todo lo que apenas llevábamos con Rosario de relación, se vería afectado por mi madre, y solo quiero hacer una breve pausa y decir que ¿Por qué? Cupido y el destino siempre trata la manera de destruir lo que con mucho dolor y sufrimiento había conseguido, pero lamentablemente esa ha sido la historia de mi vida, la lucha de cupido con el destino nunca van de la mano y menos en el mismo camino. Mi madre enardecida, aunque calmada porque no fue hasta que me encontré en su casa que reventó el problema. Como casi todos los día que llegaba a casa de mi madre siempre me dirigía con el deseo de desayunar, era día Domingo de Noviembre, quizás para mí todo bien en el trayecto de la casa de mi padre a la de mi madre, Rosario en su habitación y mi madre ardiendo en cólera y enojo por lo que estaba aconteciendo entre nosotros, llegando a casa, mi madre escucho el motor del automóvil entrando, ya con su plan en mente y la forma en la que iba a recibirme, así como la forma en que iba a despedir de su casa a Rosario. Entrando a la sala, cuando vi que mi madre se acercaba a mí, con el papel en la mano, al observar la mirada que traía delante de mí, quede inmóvil y asustado, me guarde las llaves del auto en el bolsillo y reventó todo sin mayor espera… — ¡Mira pedazo de Mierda, porque te fuiste en contra de la razón me desobedeciste! te deje muy claro que no te quería ver con esa zorra mal parida de Rosario, te lo advertí Júpiter, ¿Que si te veía con ella y que si continuabas queriendo salir con ella? te iba a ir mal, en cuanto a esa zorra, hoy, ahorita mismo se larga de mi casa; Que de ahuevo yo dándole de hartar y pague su deuda y así me p**o, Metiéndose con vos. En ese momento mi madre arranco camino a la habitación de Rosario con la cólera por delante, me quede inmóvil sin pronunciar una sola palabra de lo sucedido, no sabía cómo reaccionar o que decir, por dentro en ese momento estaba lleno de miedo al saber que haría mi madre con Rosario, escuche el primer grito que me hizo reaccionar, el primer grito, fue de Rosario al recibir una fuerte cachetada de mi madre, cuando dirigí la mirada hacia el cuarto donde se quedaba Rosario, vi que mi madre la tenía fuertemente agarrada del brazo jalándola hacia afuera, Rosario inmediatamente se soltó y exclamo. — ¡No me toque! le voy a explicar, su hijo no tuvo la culpa, fui yo quien se dejó llevar y acepte la relación cuando se fue de casa, para que usted no se diera cuenta, solo yo fui la que alimento las esperanzas y si quiere me voy en este instante de su casa, pero a Júpiter no le haga nada, en fin yo encontrare donde quedarme ¡Gracias por todo! — No es necesario que me lo digas ¡Maldita aprovechada! antes que te marches, yo te voy a sacar a patadas de aquí por mal agradecida y lagartona ¿Qué pensaste? nos hacemos novios a escondidas y esa vieja burra no se da cuenta, estas muy equivocada, ya venía viendo las actitudes de mi hijo, no de balde soy su madre y lo bruto que es en fijarse en una zorra, ¿Oh me vas a negar en mi cara que no te has metido con hombres mientras has estado aquí, y ahora que, querías involucrarte con mi hijo, ya te lo cogiste para que lo tengas hecho mierda? La situación realmente estaba muy por encima de mis expectativas, pero Rosario no se dejaba de mi madre y le seguía respondiendo. — No, como dice eso, jamás ha tenido nada que ver conmigo, ya se lo dije, que no quería involucrarlo en mi vida porque es dos años menor y llevo una vida muy alejada de la suya, ¡Pero quería cambiar con él y para su hijo! por eso nunca hemos tenido ningún encuentro íntimo, es más, solo cuando el viene es que nos miramos y tampoco nos besamos por darle respeto a usted. — ¡Puta fuera el colmo que en mi casa estuvieran jeteándose y cogiendo! Al escuchar lo que estaba aconteciendo me acerque y le mencione a mi madre que me iba a retirar, pero que no le provocara más nada a ella ¡solo en mi mente podía caber que ante tal situación mi madre se iba a quedar tranquila! inmediatamente mi madre con lágrimas en sus ojos de la cólera me vio diciéndome… — Mira, ni aunque venga Jesús Crucificado a decirme que no la saque, lo voy Hacer, ahora parece que voy a tener aquí en mi casa a esta zorra después que traicionaron mi confianza y les valió mierda el apoyo que le he dado a ella y su familia. En ese momento mi madre tomo una maleta que Rosario, casi siempre mantenía con ropa, se la llevo a la puerta y con enorme cólera la aventó hacia la calle, Rosario solo me vio con ojos completamente llenos de lágrimas y yo sin poder decir o hacer nada al respecto, la vi y deseaba calmar su desesperación y tristeza de ese instante, volvió mi madre a tomar más ropa y continuo aventando más por la puerta con cólera, Rosario no soporto más y le dijo… — ¡Déjela ahí, ya no me tire mis cosas, las voy a sacar ahorita de su casa! Me voy solo no le valla a hacer nada a su hijo, que él no tiene por qué sufrir mis decisiones porque si yo no hubiese aceptado su propuesta no estaría pasando estas cosas. — ¡Hay no pues ahora te haces la victima! ¡Desgraciada! Primero te aprovechas y ahora intentas hacerte la inocente, si sabes que no eres virgen ni de los oídos. Me dolía cada palabra que mi madre expresaba en ese momento, nunca Rosario negó lo contrario y tampoco escondió que no era virgen, situación que no me importaba en lo absoluto, pero mi madre prosiguió en su discurso. — Ya viste hijo, yo te he dicho que no me importa si te conseguías una mujer humilde que no tenga estudios o que no sea bonita, pero que te respete, que te quiera de verdad, no como esta que es más vivida que yo. Me quede callado por respeto a mi madre, pero no sabía que hacer por lo que al ver que Rosario estaba empacando sus pertenencias, se me hacía un nudo en la garganta al ver esa escena, lo primero que pensé ¡De seguro no la volveré a ver! era lo único que se me vino al pensamiento en ese momento, mi madre no dejaba de regañarme en ese momento, al ver a Rosario empacando lo que hice fue ayudarla a empacar y tomar sus cosas, pero había tomado una decisión y por eso la decisión que habíamos tomado era de los dos y era momento de apoyarla no importando lo que podía sucederme. Por dentro me repetía, “yo soy su hijo y por más que se enoje, no me va a negar o echar de casa” pero a veces nos equivocamos y otras no y aunque en este momento me iba a sentir equivocado por ese pensamiento los padres siempre perdonan, pero mi madre tras observar que estaba ayudando a Rosario a empacar, ella menciono. — Déjala que ella lo haga sola, para eso tiene manos y pies la descarada si le sirven para otras cosas, que le sirvan para agarrar sus cosas e irse a la mierda de mi casa. En ese momento hice caso omiso a esas palabras de mi madre y Rosario queriendo no hablar fuerte pronuncio… — No te metas en más problemas por mí, te agradezco la ayuda, pero esto te está perjudicando, ya te dije que no quería involucrarte en problemas. — No amor, no te voy a dejar sola en esto, si te hecha que me eché a mí también, ya estamos juntos y no quiero perderte por mi culpa. — No es tu culpa, es mi culpa por aceptarte en mi vida y creer que tenía derecho a quererte. — ¡Si dices que es tu culpa, mas culpa tengo yo por tratar de enamorarte! Jamás vas a tener la culpa, porque yo te amo y eso no lo va cambiar ¡Ni mi madre! — No mi niño, no continúes por favor, yo te voy a buscar lo prometo, pero no te sigas perjudicando. En ese momento mi corazón se llenó de alegría y emoción y en mi interior estaba más que convencido que la decisión que estaba por tomar iba ser la correcta para ese entonces. Terminamos de empacar las pocas cosas que tenía y saliendo Rosario iba detrás de ella, cuando mi madre gritándome con la cólera que se cargaba menciono. — ¿A dónde vas, ni creas que te vas a ir con esa desgraciada? Si lo haces, no se te ocurra regresar, porque no les basto con verme la cara de pendeja y estas prefiriendo a esa que a mí que soy tu madre ¡respétame! No me pude contener y le respondí a mi madre con el nudo en mi garganta. — Te respeto, pero si las estas sacando a ella por mi culpa, lo más correcto es que me valla con ella, porque por mi culpa ella se va quedar sin a dónde marcharse y quedarse esta noche. — Ósea que la preferís a ella, ¿Estás seguro de lo que estás hablando verdad? vas a darme la espalda, después de todo lo que hago, así me pagas, eso no tiene perdón de Dios, te estas volteando en contra de tu madre por una zorra, ¡si pues, seguramente ya te la cogiste a esa asquerosa por eso la estas siguiendo como perro faldero, pero váyanse entonces, no los quiero volver a ver, y ni se te ocurra regresar por esa puerta llorando, por la manera en la que esa zorra te va a pagar tu fidelidad. — Si Madre me voy con ella y no me la he cogido como lo estas gritando, la quiero, la respeto y te respeto más a ti porque eres mi madre, pero me voy con ella. — Váyanse a la mierda, me dejas las llaves del carro porque a tu hermano se lo daré, porque desde este instante perdiste todo el derecho de lo que hay aquí y de lo que te haya dado, ya le voy a decir a Rubén con qué clase de mujer andas, que te quite todo por mal agradecido y para que aprendas a que a una madre no se le da la espalda ¡Menos por putas como esa! Realmente desde ese instante sentí un golpe en mi corazón, me dolió escuchar esas palabras saliendo de mi madre, pero supongo que ella se sentía dolida, que hubiese preferido salir de la casa con Rosario y no quedarme en casa como quizás hubiera pasado, pero me sentía perdido en ese instante al ver que el amor incomprensible de mi vida se iba y muy posiblemente no iba a volver a ver. Se me clavo en el pensamiento y en el corazón ir tras ella sin importar las consecuencias que esta decisión me dejara en ese instante, por lo que no lo dude más y avance, seguí a Rosario a donde no teníamos lugar ni destino para llegar. En ese instante lo único que se me ocurrió fue llevarla a casa de mi padre, no sabía que podría suceder, ¿cómo podría pasar que me rechazara mi padre por llevarla conmigo y me ganara también el regaño, como también podría pasar que aceptara dicha situación, pero no lo iba a saber hasta que no llegáramos? Por el momento teníamos otro dilema que resolver, ¿Dónde, dejar las pertenencias de Rosario y como marcharnos para casa de mi padre? si en ese momento no tenia en lo personal un solo quinto de dinero para pagar transporte, Rosario tampoco. Por lo que primero llevamos sus pertenencias a una tienda cercana, que el propietario nos conocía y pedimos de favor que guardara las pertenencias de ella, regresaríamos por ellas al día siguiente sin tener en claro que iba a suceder en ese lapso, en esas estábamos cuando Rosario menciono. — ¿Ahora qué voy hacer contigo? Siomara te saco de su casa, ¡No es que en un par de horas se le pase el enojo! — Tu tranquila, recuerda que tengo la casa de mi padre sin problemas, ¿La cuestión es cómo nos vamos a ir? porque mi madre me quito todo. — ¿Cómo nos vamos a ir, a dónde? Yo no me voy contigo a casa de tu padre, suficiente con lo que te hice pasar aquí, no quiero causarte más problemas, ¡En todo caso te doy para que te puedas marchar sin problema! luego buscare a donde me voy, ¡total algún día Siomara me iba a sacar de su casa! — ¡No te quiero dejar ahora que te tengo y tome esta decisión, si mi padre no me acepta contigo! Nos vamos a cualquier otra parte, pero nos vamos juntos y no te pienso dejar. — Hay mi niño, no me diga eso que me hace sentir peor de lo que me siento, no quería que nada de esto pasara, ¿No entiendo cómo es que Siomara encontró esa carta? pero mi niño, no quiero perjudicarte. No la veía para nada convencida, por lo que no me quedo más que mencionar en ese momento de duda de parte de Rosario. — No se diga más, nos vamos a casa de mi padre y te repito si él no nos acepta nos vamos juntos a cualquier otro lugar, que contigo a mi lado es más que suficiente. — ¡Hagamos una cosa! si tu padre no quiere, no acepta, me marchare ¡Pero cómo ya voy a conocer dónde vives! te llegare a buscar para que nos veamos y salgamos ¿Te parece? — ¡La verdad no me parece en lo más mínimo! pero también creo que mi padre no me lo va negar ¡Más cuando sepa cómo nos sacó de casa mi madre! Decidimos, después de esa platica marcharnos, pero faltaba lo más importante el dinero, a ella se le ocurrió decirle al de la tienda que le dejaba sus papeles de identificación empeñados y que al día siguiente le traería el dinero al momento de venir a recoger sus pertenencias, el propietario accedió y nos dio lo suficiente para marcharnos a casa de mi padre, nos marchamos en transporte público que era lo único que nos alcanzaba en ese momento, por lo que tardamos casi dos horas y media en llegar a casa de mi padre, tenía dudas y temores que todo saliera mal ¡Que tuviera que dejar que Rosario se fuera de mi vida ese día Domingo de Noviembre! donde caen las hojas para no volver al árbol, así sentía que se podría marchar mi Rosario para no regresar a mí.
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