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2821 Words
Cuando Camila intentó procesar lo que había pasado, un auto se estacionó frente a su casa. Era Adrien, quien venía un tanto apurado y preocupado por encontrarla. Cuando Adrien llegó tocó el timbre tres veces seguidas, tantas veces que hizo que Camila se asustara un poco porque ¿quien tocaba tan apurado? Fue en ese momento donde Camila pensó que era Jesse y que había vuelto. Así que se apresuró a abrir, pero su sorpresa fue encontrarse con Adrien. —Camila, ¿estas bien? —Adrien la abrazó. Camila se desconcertó porque el chico más popular del colegio la estaba abrazando y apenas se conocían. —Estoy bien, ¿por qué? —se separó. —Lo siento —se disculpó el chico. Estaba apenado por lo que había hecho— Es solo que pensé que quizás te había sucedido algo —se rasca la nuca nervioso. Camilo dudó un poco en sí decirle o no lo que estaba leyendo acerca de su hermano Sandy, sin embargo la imagen de un niño Adrien asustado y tachado por loco invadió su mente. En el fondo Camila sentía que debía confiar en él. —Adrien, están pasando cosas extrañas desde que me mudé aquí —le comenta ella. Adrien sabía algo. —Puedes contarme —le dice. —Pasa —abre más la puerta para que el chico pasase. Estando los dos dentro ella cierra la puerta. Le daba miedo si quiera salir al exterior con Slenderman acechando por ahí. —Puedes contarme lo que sea, por más loco que pienses que sea —le dice Adrien. Nicole estaba con Bea jugando a las muñecas. La hermana de en medio tenía que distraer a la menor. —Nicole, ¿puedes llevar a Bea a su habitación? —les dice Camila. No era conveniente de que Bea ni Nicole escucharan esas cosas. Eran pequeñas aún para entender. Y Bea podría nacer con algún trauma. —Está bien. —Nicole carga a Bea y se la lleva escaleras arriba. —Adrien, siéntate —los dos se sientan en el sofá— leí algo sobre tu hermano. Adrien se tensó. —Imaginé que te ibas a enterar —murmura— es algo qué pasó hace muchos años. —Tengo miedo porque Bea está en la misma situación en la que estuvo Sandy —confiesa. Camila estaba expectante a cómo podría reaccionar el chico. —¿Hace dibujos extraños? —Si —ella asiente— y antes no los hacía. Llegamos a este lugar y todo empeoró. Justo ahora estoy preocupada por Jesse. Se fue y no ha vuelto. —¿A donde se fue? —inquiere Adrien. Camila toma el celular y pone el mensaje de voz que Jesse le había dejado, el que había escuchado recién. El mensaje se empieza a reproducir y Adrien escucha todo. En el mensaje decía que Bea se había ido al bosque y que ella fue a buscarla. Pero luego ella dice que lo estaba viendo. Después de eso se corta la comunicación. Jesse no aparece. —Es obvio que Jesse desapareció. —comenta Adrien. —Si, justo iba a buscarla cuando llegaste —le dice Camila. —¿Buscarla? No seas tonta, Camila, en el bosque hay muchos peligros. Y está anocheciendo. ¿Héctor apareció? No. Y no creo que aparezca. Slenderman es real aunque todos crean que no. A veces lo veo —murmura él. Se había quedado ido, pensativo— lo veo en la ventana, en el bosque observando para mi casa. A veces me sorprendo por que no ha venido por mi. Creo que sería mejor que me llevara de una buena vez para dejar de vivir con esta tortura. Me ha torturado por diez años. —Sé que es real porque también lo he visto. Créeme. Pero no puedo dejar a Jesse allí sola. Ella me ha ayudado mucho con Bea. Ella me dijo sobre la leyenda. Jesse no puede morir —Camila se había exaltado un poco, tanto que las lágrimas estaban por salir. Ella trataba de contenerse. Si si madre supiera por lo que están pasando. Adrien la abrazó un poco. —Shh tranquila. No dejaré que le pase lo mismo que a Héctor. Jesse volverá contigo. Y si te lo aseguro. —¿Cómo lo puedes asegurar? —Iré a buscarla —dice. —Yo voy contigo —se apresura a decir Camila. —No. es muy peligroso. No quiero arriesgarte. Yo sé de un lugar que... sé de un lugar que quizás pueda servir. A media noche. Esa es la hora en que tengo que ir. Saldaré cuentas con ese maldito demonio de una vez por todas. —Adrien, temo a que te vayas y no regreses. No sabemos a qué nos estamos enfrentando. Y, a pesar de que apenas te conozco, me caes bien. —También me caes bien. Ambos sentían una fuerte atracción entre sí. —Y me voy a ir después de que pase todo esto —dice Adrien. —¿A donde? —Lejos. Empezar de cero. —Planeamos irnos también. No queremos pasar otro día más en este lugar, en esta casa. Esta casa está como embrujada —le dice Camila. —Lo está. Ryan fue un chico que murió hace algunos años aquí. Junto con su familia. Desde entonces esta casa y Slenderman han sido leyenda. Camila se asustó. —¿Qué? ¿Es en serio? —Si. —Pues con razón he sentido cosas y presencias extrañas. —Si. Camila, tengo que prepararme para media noche —Adrien se pone de pie. —Quiero ir contigo. Adrien duda. —Necesito ir, Adrien. Adrien suspira. —Si no me llevas te seguiré de todas formas. Y es mejor que vaya contigo a qué vaya sola, ¿no? —Está bien —acepta el chico al fin— pero no te separarás de mi en ningún momento. Camila sonríe. —Nunca. • La media noche estaba en su mayor punto. El clima se volvía frío, la temperatura bajaba más. Los búhos cantaban en el bosque. Todo se volvía más tenebroso. A lo lejos, adentrándose al bosque, venían dos figuras. Un chico y una chica. Adrien y Camila. Nicole y Bea se habían ido a casa de Carmen. La madre de las chicas tenía turno en su trabajo y vendría hasta la mañana siguiente. —Tengo miedo —dice Camila. —Te dije que no vinieras. Hubieras confiado en mi—le responde Adrien. —Confio en ti. Lo qué pasa es que no quería que vinieras solo. Además, Jesse me necesita. —murmura Camila, sin embargo, en el fondo no quería dejar solo a Adrien. —El lugar al que vamos no está tan lejos. Es una cueva bajo la tierra. —¿Que? —exclama la chica. Sufría de claustrofobia y meterse a una cueva bajo la tierra no le hacía ninguna gracia. —Así es. —¿Cómo sabes de eso? —inquiere ella. —Cuando era pequeño vine con Sandy aquí, llegamos hasta esta cueva pero el no quería bajar. Fue donde él desapareció. —Y tú te desmayaste primero... —Me desmayé porque vi esa figura saliendo de ese lugar. No pude soportarlo. Cuando desperté Sandy ya no estaba. —¿Por qué no les dijiste de la cueva? —Lo hice. Cuando vinieron la cueva no estaba. Solo habían rocas enormes. —Qué extraño. —Por eso te digo que era conveniente venir a esta hora. Estoy seguro de que la cueva está abierta en este momento. —los dos iban pasando por rocas, arbustos y se sentían un tanto cansados de tanto caminar. Cómo iban platicando y pensando en otras cosas, no se percataban de lo que pasaba a sus alrededores. —Ya casi llegamos. Un ruido atrás e Camila la hizo sobre saltarse. —¿Que fue eso? —inquirió ella. —Corre —Adrien la toma de la mano y los dos empiezan a correr por el lugar. Camila sentía más miedo de lo normal al pensar que  Slenderman estuviera por ahí. ¿Por qué solo ellos lo podían ver? ¿Por qué Slenderman no se ha llevado a Adrien? —Pase lo que pase —le dice Adrien mientras seguían corriendo— no tengas miedo. —Es imposible no tenerlo —contesta ella. Adrien se detiene en un lugar. Es la cueva. Estaba abierta justo como él había dicho. —Aquí es. —Adrien toma de la mano a Camila y empiezan a bajar. —Estar allí abajo me da mucho miedo. Tengo claustrofobia —Camila seguía bajando a pesar de estar muerta de miedo y a pesar de que iría a una cueva nocturna bajo la tierra con quien sabe qué animales más. Y peor ¡era la cueva de Slenderman! ¿Sabían lo que eso significaba? —No sé en qué momento vine —se queja ella. —Es muy tarde para quejarse ahora. Mientras más bajaban, más oscuro se ponía. Adrien toma una linterna pequeña y le da una a Camila. Ambos las encienden. Les faltaba poco para llegar a tierra. Adrien y Camila bajaron y bajaron hasta que llegaron a algo plano. Se sentía un olor a podrido en el ambiente. Un olor putrefacto. —Ew, apesta —Camila tapó su nariz. —Quiero decirte algo, Camila —Adrien la miró— No tengas miedo. Slenderman no puede hacerte nada si no tienes miedo. El se alimenta de tu miedo y tu miedo puede llegar a ser tu perdición. No tengas miedo. Ni a la oscuridad, ni a los animales que podamos encontrar aquí, ni el hecho de estar bajo tierra, y mucho menos a un espíritu que no puede tocarte. No puede asesinarte. Si no tienes miedo estarás a salvo y saldremos de aquí. Juntos. Camila procesó lo que Adrien le había dicho. Tenía mucho sentido. Slenderman se alimentaba del miedo. Solo era un espíritu del mal que te quería provocar miedo y si sentías miedo eso le daba poder sobre ti. Y entonces supo la respuesta del por qué Adrien seguía aquí y Slenderman solo lo acechaba de lejos: Adrien no le tenía miedo y eso hacía que Slenderman no se le acercara. —Está bien —le dice ella— no tendré miedo. Por Bea. Por Jesse —asiente. —Así es —Adrien la toma y de la mano y caminan hacia el interior de la cueva. Camila hacía respiraciones profundas para calmarse mientras se repetía en la mente no tengo miedo. No tengo miedo. No tengo miedo. Eso quizás serviría. No tener miedo podría salvarles la vida a ambos. —Escuché algo —había dicho Adrien más adelante. —¿Que? Un llanto. Ahora Camila lo escuchaba. No tengo miedo, se repetía. —Ven, por aquí —Adrien corrió hacia una esquina y alumbró. Una chica estaba en la pared, sostenida por muchas raíces de árboles. Solo se lograba ver su cara. —Jesse —exclamó Camila mientras se apresuraba a ir donde ella. Jesse estaba como en shock y lloraba. Estaba sucia y se ojos parecían desorientados. —Jesse, soy Camila, te vamos a sacar de aquí —Camila se sentía contenta de haber encontrado a Jesse. Adrien empezó a romper las raíces para poder sacar a Jesse. El chico tenía fuerza. Mientras más ruido hacían, más propensos estaban de que Slenderman despertara. —Camila —balbuceó Jesse. —¿Si? —inquiere esta, viéndola. Jesse no dijo nada, solo se quedó en absoluto silencio mirando detrás de Camila. Todo fue silencio, tanto Adrien como Camila voltearon a ver detrás de ellos con mucha cautela. Camila tuvo un poco de miedo al ver lo que había a unos pasos de ellos: un hombre muy alto, delgado, tenía tentáculos en vez de manos que se movían. Su cara... no tenía cara. Era un círculo en blanco. Pero ese círculo en blanco tenía boca, y dientes muy afilados. Slenderman abrió la boca tanto que de ella salió un sonido perturbador, parecía que era gritos, lamentos y algo muy estresante cómo cientos de vidrios quebrándose. —No tengas miedo, Camila —le susurra Adrien. Camila hacía lo posible para no tener miedo. Sin embargo, estaba apunto de tenerlo. Adrien ignoró por completo al hombre delgado y continuó liberando a Jesse. Adrien era muy valiente. Camila solo observaba a Slenderman sin quietarle vista de encima. A pesar de que ese espectro no tenía ojos sentía la mirada en ella. Adrien desató al fin a la chica. Ella cayó al piso y él la cargó en sus brazos. —Tengo a Jesse. Es hora, Camila —le dice Adrien. —Adelántate tu —le dice Camila— voy detrás de ti —sentía que si quitaba la vista de Slenderman él podría hacerles algo. Entonces quería seguir en el mismo juego. Aunque eso le costase la vida porque Adrien y Jesse saldría y ella quizás no. —Vamos, solo no tengas miedo y no podrá tocarte —le dice. —Vete, Adrien, vete —y entonces Adrien también toma de la mano a Camila y la hace que pierda contacto con Slenderman. El hombre delgado vuelve a abrir su boca y de ella sale el mismo ruido. Con una fuerza que no es real hace que Adrien se separase de Camila y lo tira lejos. Jesse cae el piso. Ni siquiera tuvo que tocarlo. Adrien se levanta, pero en ese momento una fuerza toma a Camila de los pies y la hace caer, para luego arrastrarla hacia la oscuridad, dejando un grito ahogado que hizo ecos en la cueva. Slenderman desapareció y Camila también. Jesse y Adrien quedaron en shock. Jesse tosió. Adrien no perdería otra vez a alguien importante para él. —Te llevaré afuera, Jesse —Adrien carga a Jesse y empieza a subir por las rocas con todas sus fuerzas hasta llegar a la superficie. —Camila —balbucea Jesse. —Iré por ella, Jesse. Volveremos. —No —se quejó Camila. Pero Adrien no la escuchó. Adrien volvió a bajar por la cueva, tomó la linterna y se adentró más hacia la oscuridad en busca de ella. A pesar de todo, Adrien empezaba a sentir miedo. Pero no miedo a la oscuridad o miedo a Slenderman; sino miedo a a perder a Camila. Adrien escuchó algo a su izquierda, al alumbrar notó que era Camila, estaba pegada a la pared sostenida por las mismas raíces de árboles. Pero una raíz tenía cubierta su boca, impidiéndole hablar, haciendo que de ella solo salieran balbuceos inentendibles. —Camila, estoy aquí. Te sacaré de aquí —le dice, empezando a desatarla. Slenderman apareció detrás de él, pero no en su forma, sino en forma de Sandy. De su pequeño hermano. —Adrien —lo llamó con esa vocecita de un niño de 6 años. Adrien se quedó inmóvil, tenso, expectante. Camila sabía que no se trataba de su hermano sino de Slenderman. —Adrien —volvió a llamar. Adrien volteó lentamente hasta ver a su supuesto hermano. Usaba la misma ropa que cuando desapareció. En su mano estaba una linterna que tenía su nombre. Adrien no podía creer que volvería a ver a su hermano otra vez así. —Sandy —le dijo él, acercándose— ¿eres tu? —Adrien, me mentiste. Slenderman es real. Él me tiene aquí. Llévame a casa, Adrien, quiero ver a mamá —una lágrima solitaria salió de el ojo izquierdo de Sandy. Adrien también sintió una lágrima correr por su mejilla. —Sandy, no quise hacerte esto —se acercó más y más Adrien hasta ponerse de rodillas frente al niño—solo quería que dejaras de tener miedo. —Llévame a casa, Adrien —repitió El Niño. —¿Por qué no? —Porque no eres mi hermano —Adrien sacó una pequeña navaja que llevaba conmigo siempre de su bolsillo trasero del pantalón y en un rápido movimiento cortó la garganta del pequeño, haciendo que su cabeza saliera de su cuerpo con mucha facilidad. Camila pegó un grito ahogado. Adrien se apresuró a desatar a Camila. —Adrien —dijo Camila cuando fue libre— volviste. —No te iba a dejar aquí —la tomó de la mano dispuesto a correr hacia la salida, pero Camila se detuvo un poco viendo a donde se supone que estaba su hermano. —Mira. En el piso El Niño ya no era más un niño sino que estaba Slenderman. Su cuerpo estaba tirado en el piso y su cabeza estaba del otro extremo con la boca muy abierta enseñando sus dientes afilados. A pesar de que no tenía ojos su mirada se sentía sobre ellos. —Sabías que no era tu hermano —le dijo Camila. —Si. Ahora vámonos. Adrien tomó la linterna de Sandy en sus manos y corrió hacia la salida con Camila. A pesar de todo, sentían que todo había terminado.
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