Le extiendo la prenda a Leilah, quien me mira entre sorprendida y agradecida. Le queda enorme y eso me hace sentir un poco incómodo, aunque me mantengo imperturbable y sigo manejando en silencio, hasta que finalmente ella lo rompe, preguntándome por la cirugía. No le cuento los detalles de la señora Parker, porque obviamente no lo sabe y aunque así fuera, tampoco se lo diría. Mi voz sale fluida y no entiendo de dónde sale tanta paciencia con Leilah, ni siquiera con preguntas de las que estoy seguro, sabe la respuesta. —Entonces el pronóstico es favorable —dice con voz animada y sonrío, afirmando con la cabeza. Veo que su ánimo decae al notar el auto de Jessica. Me abstengo de hacer algún comentario o aclaración y bajo del auto, saludando de manera escueta y tranquila a la rubia de