Una invitación

2163 Words
—¿En serio tenemos que ir a esa dichosa fiesta? —grita Peter desde su habitación, colocando su camisa casi a regañadientes. —Sabes que sí, Diana nos invitó a los dos, y sabes cómo se pondrá si la decepcionamos —digo lo más alto posible, acomodando mi cabello. —Malditas fiestas de estirados —refunfuña mi hermano—. Sabes que solo voy porque tú me lo pides, no soporto a Elton o su hijo Alan, aunque a Diana y Rick los tolero apenas un poco, odio esos eventos y a ese montón de ricachones con sus aires de suficiencia. —Estarás a mi lado toda la fiesta, no te preocupes —trato de tranquilizarlo y no dice nada más, saliendo de su habitación finalmente—. Además, tú no soportas a nadie, hermano. Sonrío un poco porque rueda los ojos, aunque sabe que es verdad lo que digo. —Te ves bien —sonrío y se limita a asentir—. ¿Nos vamos entonces? —Vamos —señala el pasillo y noto al menos que la lluvia ha cesado—. De todos modos, solamente es una reunión aburrida. —Seguramente lo será, pero ya aceptamos ir —digo un poco divertido, imaginando a alguno de los Beresford intentando entablar una relación con mi hermano—. Así que pon empeño y quita esa cara, tampoco vamos a un funeral. —Si fuera el de Elton, iría hasta a bailar y cantar —lo escucho decir y me río entre dientes, encendiendo el auto. La casa de esa familia siempre me ha parecido muy muy hermosa, elegante y sofisticada, incluso Peter opina lo mismo aunque no quiera admitirlo. La primera vez que estuvimos allí fue en la graduación de secundaria de Rick, unos diez años atrás. El jardín de la casa de los Beresford pronto está delante de nosotros, Peter parece menos taciturno y lo animo a avanzar hasta la puerta principal, donde nos recibe una muy animada Diana, dándonos un abrazo a cada uno. —¡Oh, querido Evan! ¿Qué tal estás? —me da un sonoro beso en la mejilla, viendo detrás de mí—. ¡Peter, luces muy guapo! ¡Ambos lo están! —Muchas gracias, Diana —sonrío y mi hermano hace un esfuerzo de inclinar la cabeza con una ligera sonrisa—. ¿Dónde está Elton? —Oh, anda por ahí resolviendo unos asuntos… —comienza diciendo, pero es interrumpida rápidamente. —Está por allá —dice Peter, señalando al hombre alto que saluda al ministro de finanzas del estado—. Con el mismo ánimo de siempre, ¿no? Le doy un ligero codazo, porque si bien Elton no se caracteriza por ser una persona alegre, hoy precisamente está de un humor de perros, a saber la razón, pero de seguro debe ser algo ligado a sus hijos. Siempre ha puesto una vara demasiado alta para ese par, y la verdad hasta me dan un poco de pena. Elton es demasiado duro. —Vamos entonces con él, hay unas cuantas personas que quiero presentarte, Evan —dice Diana alegremente, adelantándose en medio del gentío. —¿Por qué Elton Beresford siempre parece tener un palo metido en el culo? —habla Peter de manera burlona—. Yo soy amargado, pero al menos sé disimular cuando quiero. —Peter, baja la voz —miro disimuladamente a una mujer, que parece haber escuchado sus palabras—. Trata de disfrutar la reunión, ¿quieres? —Claro, como digas —resopla con fastidio, y sé que no va a hacerme caso. —Llegaron Evan y su hermano Peter, amor —dice su esposa con orgullo, señalandonos—. Iré por una copa para ustedes, queridos. Saben que están en su casa. Se aleja seguramente a la cocina, mientras Peter y yo vemos a Elton, que tiene un enorme surco en medio de sus cejas. Rara vez lo veo disgustado de esa manera y más si se trata de una fiesta social, debe ser algo bastante serio lo que lo inquieta. —Evan, Peter —nos saluda con una sonrisa algo forzada—. Me alegra verlos aquí esta noche. —Pues no pareces muy alegre —cuestiona Peter con una ceja alzada y el otro hace una mueca—. ¿Qué te tiene tan disgustado, Elton? Su tono de voz tiene un dejo irónico y le dirijo una mirada de reproche, pero el aludido no parece darse cuenta de nada, ya que su vista se fija de pronto en un lugar, una joven de cabello oscuro que me es desconocida. —¿Y esa chica quién es? —dice Peter con interés, con evidente deseo de molestarlo—. ¿Viene con Rick? —Es solo una… mujercita que conoció en la universidad —me sorprende el tono despectivo que usa para dirigirse a ella—. ¿Cómo se le ocurre presentarla como su novia? Se nota la poca clase que tiene. Así que ese es el “asunto” que lo tiene de tan malas pulgas. —Yo la veo muy bonita —dice Peter con simulado interés y Elton resopla. —Muy bonita y todo, pero solo es una interesada —dice el hombre de mal talante, tomando una copa de un solo trago—. Parece que mis hijos se han empeñado solo en molestarme. ¡Y Rick! Siempre pensé que tenía mejores aspiraciones, mejores gustos. —Quizás es un amorío temporal… —me atrevo a decir, pero Elton niega. —Dice estar muy enamorado y que planea un futuro con ella —se masajea el tabique, disgustado con la idea—. Alan acaba de llegar finalmente, iré con él, si me disculpan… Se aleja de nosotros, refunfuñando a cada paso que da. Peter alza las cejas y se ríe entre dientes por el comportamiento de nuestro anfitrión. —Parece una tetera caliente, soltando humo por las orejas —se burla, tomando una copa—. Creo que me alegra venir después de todo, esto es realmente divertido. —Trata de contener tus comentarios sarcásticos enfrente de ellos, Peter —le advierto—, y no vayas a emborracharte, ¿de acuerdo? —Claro, mamá —sonríe con sorna, alejándose—. Iré a reírme un poco más de Elton, con permiso. Sacudo la cabeza y pronto Diana aparece con su primo Richard Michaels, ex secretario de comercio, y quien parece haber escuchado de mis “habilidades” por la actual secretaria de salud. Su trato es cordial y estrecho su mano con una sonrisa, recibiendo sus cumplidos con deferencia. Eso, hasta que por alguna razón volteo hacia la entrada y un rostro familiar me hace detenerme unos segundos de la alegre charla de mi interlocutor. ¿Qué hace ella aquí? También parece notarme y la veo retener el aire. Se encuentra al lado de Alan y Samuel, vistiendo de una manera muy elegante; su vestido n***o se amolda perfectamente a su cuerpo y su maquillaje es sutil, pero igualmente consigue resaltar sus mejores atributos. Tardo unos segundos en recobrar el hilo de conversación con Richard, no sin antes notar que Leilah se ha sonrojado al verme. Apenas puedo reconocer la sensación que me recorre por su reacción, el deseo por tenerla me recuerda que debo ser discreto y trato de no mirarla demasiado, a pesar de que siento su mirada escrutadora sobre mí. Veo que Rick se acerca a ellos con la que seguramente es su novia, una chica realmente encantadora y bonita. Se acerca a Leilah y esta parece estar perdida en sus pensamientos, porque el mayor de los Beresford pasa una mano delante de sus ojos y ella vuelve a sonrojarse, balbuceando nerviosa. Solo puedo imaginarla de esa manera por la excitación y agitada por estar encima de mí, desnuda… Carraspeo porque no puedo echar a volar mi imaginación, prefiero cumplir lo que tengo en mi mente desde que la vi, y planeo una convincente manera para tenerla a solas conmigo, donde pueda saber si desea lo mismo que yo. Pero… frunzo el ceño al ver su mano enlazada a la de Alan. ¿Me estoy perdiendo de algo? —No es mi problema —resoplo, tomando un sorbo de mi copa y dejo de prestarle atención. —¿Qué no es tu problema? —La voz de Peter me hace volver la atención a él. Se ve un poco más serio que de costumbre, lo que atribuyo a que se cansó de molestar a Elton—. ¿Ya viste eso? Señala el grupo donde se encuentra Rick, su novia, Alan, Samuel y… ella. —Sí, un grupo de casi adolescentes aburridos —me encojo de hombros y Peter asiente, de acuerdo con mis palabras, aunque su expresión se ensombrece cuando ve a Samuel acercarse a él y lo invita a un juego de retos. —¿Acaso soy un adolescente? —resopla, y el aludido se encoge de hombros. —Queremos que vengas a divertirte un rato —dice con una sonrisa animada—. Rick insiste en que debemos divertirnos un rato. —Deberías ir —digo con la mirada fija en Alan—. Solo será un rato, y luego volveremos a casa. —¿Es en serio? —dice con tono fastidiado y asiento, con una pequeña sonrisa—. Qué más da, iré entonces a lo que sea que harán. —Iré por mi padre entonces —dice el castaño de manera animada, mientras Peter le lanza una mirada despectiva y a mí, una desesperada. Se acerca al grupo un poco reacio y los presentes se ríen quién sabe por qué cosa, todos parecen estar un poco borrachos, por eso quedo pendiente de lo que harán. Alan se nota muy aburrido y le habla al oído a Leilah, quien sonríe para él de una manera que no pasa desapercibida para nadie. “¿Serán novios?” me pregunto, mirándola. —Si no lo es, no sabe guardar las apariencias —musito para mí mismo, sabiendo que eso sería un problema si quiero presentarle mi propuesta—. Quizás deba escoger otra opción si tiene ese interés en el hijo de Elton. Pero si no son novios, entonces no veo la razón por la que no puedo entretenerme con ella un rato, total, no será un acuerdo por mucho tiempo y cuando me aburra, podré mandarla a paseo como a las otras. Y si en verdad está enamorada de Alan, mejor aún, será más fácil que no tenga ningún interés en mí. “Perfecto” pienso con satisfacción. Estaba tan sumido en mis pensamientos, que ni siquiera me di cuenta de que Rick se había acercado a mi posición, seguramente para hablar conmigo. —¿No quiere venir con nosotros? —señala el grupo—. Sé que son juegos un tanto infantiles, pero lo veo demasiado solo en medio de este salón. —Estoy bien, Rick —sacudo la cabeza, esbozando una pequeña sonrisa—. No te preocupes por mí y disfruta de tus amigos, me gusta la soledad. —De acuerdo —suspira resignado, volviendo sobre sus pasos, pero lo detengo de pronto, haciendo que me mire con curiosidad. —¿Tu hermano Alan tiene novia? —pregunto como quien no quiere la cosa y él niega, bastante sorprendido por mi pregunta. —¿Lo dice por Leilah? —cuestiona, y ha dado en el clavo porque es más que evidente. Incluso vuelve su mirada hasta la chica, que busca casi con desesperación llamar la atención de Alan sin ningún éxito. —La acompañante en la fiesta —asiento. —Es amiga de la familia Beresford desde hace años —dice y frunzo el ceño, desconcertado—. Estaba en mi fiesta de graduación, pero no creo que recuerde a todos los que vio hace tantos años. Está enamorada de Alan desde hace bastante tiempo. “¿Y a él cómo puede no interesarle?” pienso incrédulo. —Entiendo —aprieto la mandíbula al ver la indiferencia que él le profesa, a pesar de tener a su lado a semejante portento—. Gracias, Rick. Será mejor que me vaya, de seguro tu novia te está esperando. Él se aleja, no sin antes darme una larga mirada cargada de curiosidad, de seguro le han parecido extrañas mis preguntas, pero lo dejo elucubrar lo que quiera. Total, es más que evidente el interés de esa chiquilla por Alan. Sonrío de medio lado, preguntándome qué pasaría si le hago una propuesta y termina olvidándose de él, aunque de inmediato sacudo mi cabeza y me digo que si ella lo acepta es porque me desea tal como yo. Bueno, es algo de lo que todavía no tengo la plena seguridad. “¿Qué pasa por tu cabeza, Evan? No es una absurda competencia”, me digo, tratando de volver mi mirada a otro lugar, pero sin conseguirlo.
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