Me alisto como puedo para ir a trabajar, sin siquiera ver el celular o el contacto de Leilah para ver si me ha bombardeado de mensajes.
“Qué estupidez, no somos nada,” sacudo la cabeza, terminando de colocar mi corbata.
El Saint John 's tiene bastante afluencia de gente este día, parece que los accidentes están a la orden del día, menos mal ninguno tiene que ver con la cabeza o el sistema nervioso, así que tengo algo de tiempo libre.
Momento en el que escucho toques en la puerta que me hacen fruncir el ceño. ¿Quién será a esta hora del día? Quizás una emergencia o diagnóstico.
—Adelante —digo con voz firme.
El rostro de Peter se asoma y frunzo un poco el ceño, ya que pensaba que no lo vería hasta dentro de una semana.
—¿Qué no estabas viajando? —le suelto de sopetón.
—Buenas tardes
