——————————Narrador————————
La noche en el restaurante para Jane iba genial, el equipo trabajaba fluidamente y la música le daba un efecto de tranquilidad. Durante la mañana se encargó de enviar unas flores a su madre, sus favoritas con una tarjeta de agradecimiento y el cheque directamente a la oficina de su padre le hicieron saber que había sido cobrado por la tarde y no le dolió el dinero en absoluto, sino saber que había lastimado increíblemente a su madre y a su hermana.
El que las cosas en su negocio estuviesen yendo bien, no quería decir que fuesen mejor con alguien a quien amara, no le había dicho a Adam lo que sucedió en casa de sus padres por lo que seguía siendo horrible para ella pensar que había rechazado a la única familia que tenía. Una de sus meseras se acercó y le tocó en el hombro Jane sonrió a Sunny la cual traía una emocionante sonrisa mientras daba pequeños saltitos, Jane le pidió que se calmara y la joven se acercó a su oído:
—Jefa, la orden que le pasé… la mesa veinte, es de su "familia"—La mujer hizo comillas pues no conocía a nadie más que a sus padres y a su hermana.— Un hombre, con siete niños. Eso le sacó una enorme sonrisa, se asomó y justo en el centro vio a su nervioso esposo con sus hijos y las niñas de la mañana. —¿Ve? Ellos.
—Equipo, para el que no leyó el periódico de ayer porque trabaja mucho y está cansado… Hace unos meses me casé, así que tengo un esposo, hijastros y unas niñas que son novias de mis hijastros. Por favor, que este pedido en especial salga bien. No quiero críticas en casa. —Musitó lo último, más para ella que para el resto.
Le preguntó a Sunny que había pedido Luthor y decidió prepararlo ella misma, espaguetis en salsa fresca de tomate a la boloñesa, un platillo fácil, se encargó de los detalles porque sabía que su esposo moría por demostrar que una cafetería sería ideal para ella. La mesera llevó los platos del resto y ella llevó el de su marido quien esbozó una pequeña sonrisa al verla. Ella dejó el plato sobre la mesa y Luthor no dudó en ponerse en pie y darle un beso en la mejilla.
—Lo siento, cariño —Dijo cuándo le dio un abrazo.
—Todavía no lo sientes —Le devolvió el beso en la mejilla.
Ambos sabían que debían hablar, pero, no era ni el momento ni el lugar. Adam realmente arrepentido sacó una caja y la extendió a su esposa. Jane esbozó una pequeña sonrisa, no disfrutaba aquellos regalos ni el momento, significaban que se había casado con una versión millonaria de su padre, cada vez que lo cagan envían flores, regalos caros y eso simplemente le desagradaba porque aumentaba aquella voz y sensación que le gritaba que pese a lo mucho que le encantaba Adam casarse no había sido una buena decisión.
—Son de parte de nosotros tres —Dijo Luthor papá — Por nuestro comportamiento de la mañana. Los chicos lo escogieron. Ábrelo.
Ella abrió la caja con una sonrisa que se borró al ver una serpiente y se convenció de que su marido necesitaría mejores regalos para apaciguar su molestia y salvar su matrimonio. Ellos dos se miraron a los ojos y Adam supo que algo no iba bien.
— ¿Quién lo compró? —preguntó Jane.
—Patrick.
—Deberías mejorar con tus bromas, un poco más de letalidad me estoy aburriendo.
Jane ocultó la molestia y el miedo que le tenía a la fea sorpresa que sus hijastros planearon para ella. Tomó la pequeña serpiente y la dejó sobre el plato del muchacho que se había encargado de hacérselo llegar. Quien con el ceño fruncido la miró. Luthor los miró a ambos sorprendido, Jane llevaba una lágrima a punto de salir de sus ojos y antes de partir le tiró la caja. Entró de nuevo a la cocina.
Definitivamente su vida en esa casa no sería para nada, fácil. Adam intentó disculparse de mil maneras, pero ella se negó a hablar. Salieron todos del restaurante seguido por Adam quien más que avergonzado estaba molesto con la actitud de sus hijos mayores, con la actitud de Patrick. Ninguno se atrevió a decir una sola palabra, lastimosamente él conocía a sus hijos y cuándo se empeñaban en algo lo conseguían, solo esperaba que la paciencia y tolerancia fueran las virtudes indiscutibles de su esposa.
Más tarde los Luthor dejaron a las chicas en sus casas, luego en el mismo silencio se fueron en dirección a la suya. Los hijos mayores se veían entre ellos, para aumentar el enojo de su padre mantenían enormes sonrisas y una postura totalmente relajada.
Al llegar rápidamente todos bajaron del auto, los pequeños se refugiaron detrás de sus hermanos más grandes cuando su padre les indicó que se detuvieran, todos estaban listos para ir a sus habitaciones hasta que escucharon el rígido tono de voz de su padre.
—¡Alto! — Se voltearon y observaron a su padre. — Zack, cámbiate para dormir, tienes que ir a la escuela mañana —El niño se despidió de sus hermanos y fingió haber ido a su cuarto, en una esquina se quedó escuchando lo que su padre tenía que decir. — Gemelos, ustedes también ¡¡Zack a tu habitación!!
Adam observó a los dos Luthor que le quedaban y les hizo una seña para que le siguieran hacia la oficina, los tres odiaban ese tipo de charla, los dos menores el despacho de su padre, tenía sillones de cuero color verde oscuro y libreros de madera en un tono oscuro, varias lámparas, pero, ni una sola ventana, ninguno entendía cuál era el propósito de ese excéntrico lugar. La cueva le llamaban. El señor tomó asiento y los chicos se mantuvieron de pie.
— Voy a decir una sola cosa, si ustedes se meten con mi pareja yo voy a hacer lo mismo, quiero los videojuegos, los teléfonos de las habitaciones, quiero los aparatos musicales y las mascotas exóticas de esta casa. Quiero que se sientan fastidiados. Amo a Jane, puede decir lo que les dé la gana pero si me llevan al tope los voy a mandar de internado a todos, saben que no estoy jugando, llamen a Adrian y pregúntenle —Todos lo sacaron y los dejaron sobre la mesa. —No me gusta que me avergüencen, tampoco quiero que hieran de ninguna forma a mi esposa y quiero a mis hijos conmigo así que compórtense. ¡Adivinen! Nada de traer chicas a casa. Camilo los dejará y recogerá del colegio, no van a ir a ningún otro lugar.
Todos miraron a su padre con profundo enojo y Patrick no dudó en liberarlo:
—Quítame lo que quieras —Se acercó a su padre. — Tu zorra, aquí, no va a durar.
Adam sintió que todo en su mundo se detuvo, Patrick era un líder en casa, podía destruir y construir, así que se dio cuenta que si quería mantener a sus hijos y su esposa tenía que neutralizar al mayor o al menos convencerle de que él mandaba. Siempre requería de mayor rigidez cuando se trataba de Patrick y me molestaba de sobre manera porque es el más parecido a su madre y cualquiera pensaría que simplemente se estaba desquitando con él por las tristezas en su vida, recientemente había castigado a su hijo hermano por tener malas calificaciones y pasarse más de la mitad del año escolar en fiestas clandestinas, ahora Patrick y su excesiva rebeldía, su forma tan confortativa y desordenada de ser le estaban fastidiando por completo. Él envió a una escuela de verano. El mayor de los Luthor se puso en pie y caminó hacia su hijo, el joven no le temía, incluso retaba con la mirada, lo tomó del cuello de la camisa y lo sacudió un par de veces.
—Que no se te haga costumbre llamarle así Patrick —Amenazó en un tono severo y gélido, el joven le soltó y apretó las muñecas.
— O B L Í G A M E — Gritó en la cara de su padre quien no tardó en estampar un golpe seco sobre el rostro de su hijo, seguido de un empujón.
— ¡Largo, los tres!
Todos se retiraron aún más molestos,. Luthor intentó contactar a su muy enojada esposa la cual ni siquiera tomó la llamada.
Después de ver a su "nueva familia" salir del restaurante Jane dejó la cocina a cargo de Javi, su cocinero en jefe y corrió al baño, lloró como hace mucho no hacía. Se pasó horas dentro del baño simplemente llorando, las lágrimas se fueron transformando en ira, dolor y arrepentimiento.
Jane no se consideraba insegura, pero sí frágil y la decisión que había tomado al casarse sin conocer bien a su pareja le estaba matando, le quemaba en el pecho. Estaba al borde de la locura, amaba a Adam, pero no a sus hijos, odiaba su casa, las mentiras, la soledad el resentimiento en la mirada de su familia, la combinación le causaba un fuerte dolor.
Ella tenía todo lo que una mujer podía desear, un trabajo digno y lucrativo, belleza, energía, creatividad, inteligencia, un departamento, amigos, una familia; hermanos, sobrina y padres orgullosos de su éxito… Tenía proyectos a futuro "PAZ" y ahora, solo sentía miedo de ir a casa, de pelear con algún niño por la atención de su esposo, ser atacada y no encontrar en Luthor la seguridad que tanto quería.
Su vida era excelente hasta que se enamoró y el pensar cuan egoísta había sido su esposo le dolía más. Por primera vez, pensó que, en lugar de proponerle matrimonio, Adam debió advertirle el infierno al que sería sometida, debió haberle dado la posibilidad de foguearse (con aquello me refiero a involucrarla con los demonios) porque no había duda de que su comportamiento no hubiese sido el mismo.
La barrera novia y esposa, el aura que crea, las emociones psicológicas… sin lugar a duda, tenían cierto efecto que pudo haber hecho las cosas más simples para todos. Esos niños juzgaban a su madrastra porque veían en ella lo que se lee en el periódico, la revista y se ve por TV, una mujer joven y bonita, en espera de un estatus económico y social ascendente al lado de un hombre mayor divorciado con ciertas necesidades.
—Hermosa, ¿me dejas pasar?—Escuchó el llamado del otro lado de la puerta. Se limpió un poco el rostro y acomodó su despeinado cabello.
—¿Todo bien?—Asintió.
—Te traje gelatina, tu favorita. —Dijo el joven con una sonrisa.
Jane no pudo evitar preguntarse si en lugar de haberse casado con Adam, se hubiese dado aquella "oportunidad" que Javier le pidió, el guapo colocho y ella tenían cierta química, edades similares, ambos estaban solteros en aquella época y lo más importante; ella hubiese sido su único centro. Con una pequeña sonrisa que logró fingir agradeció el gesto de su amigo.
—No me gusta verte así—Él acarició su mejilla, para arrimar sus rostros y luego rozar sus labios.
—No puedo. Estoy molesta con él, pero, no pienso engañarle, es mi esposo y lo quiero.
—¿Crees que van a funcionar? —preguntó y Jane de inmediato le miró de mala manera. —¿Tiene qué, diez hijos?
—Son seis y ve a la cocina, alguien tiene que dirigir.
Javi observó la molestia en el rostro de la mujer y también lo presenció en sus palabras por lo que con un gesto se disculpó y le dejó sola y volvió a la cocina, esta vez le daría su espacio, pero no volvería a desaprovechar la oportunidad de estar con ella.
Jane vio a sus empleados trabajar, la sonrisa que le acompañaba esa mañana había desaparecido por completo, ahora estaba triste, completamente decaída y sobre todo, preocupada. Jane cerró el local después de hacer las cuentas y dejar el dinero necesario para que arrancaran a la mañana siguiente, aproximadamente una de la mañana (su hora habitual de salida) se dirigió al infierno que llamaba hogar.
Media hora más tarde, finalmente llegó a la mansión de su esposo, la penetrante mirada de la joven recorrió la habitación, la misma que se cruzó y quedó pegada en el hombre que le repetía que la amaba.
El mismo que no le daba lo necesario para ser feliz, por varios minutos mantuvieron uno la mirada encima del otro. Sin decir nada subió las escaleras. Minutos después su esposo lo hizo.
—Jane, tenemos que hablar — Pidió en un tono muy sereno.
—Me lo imagino —Ella llevó las manos a su cabello. —Ahí está el problema, no quiero hablar contigo. Adam, quiero que te alejes, no me hables.
El hombre se sintió más molesto al escuchar que le había llamado por su nombre: ella jamás lo hacía, solo cuando discutían o estaba hablando demasiado en serio y esta conversación no podía tornarse en ninguna de las dos, porque él sabía a dónde conducía aquella riña, al típico; "ellos o yo" y por más que le amase a la joven veinteañera con la que había contraído nupcias, sus principios le harían elegir a sus hijos
—No puedes decidir cuándo hablarle a tu esposo, Jane.
—¡Me engañaste! Me dijiste tengo hijos.
—Y así es.
—Vamos, eres mejor que eso. Mentir por omisión es mentir. No dijiste que vivían contigo hasta que nos casamos. No dijiste que eran seis hasta que los vi en el restaurante. ¿Celebras Navidad con sus madres? —Lo peor que pudo hacer el hombre en este momento fue no negarlo. — ¿Déjame adivinar es lo justo para los niños?
—En teoría...
—¡A la mierda tus teorías! Me has mentido todo este tiempo, no sé con quién me casé ¿Me amas o soy una puta pantalla? —Adam tomó a su mujer de los brazos y la acercó a su pecho.—No va a funcionar esta vez.
Él ignoró lo que su esposa dijo para besarle profundamente, a pesar de sus intentos por separarse o herirle con sus uñas él siguió intentando, pero simplemente Jane no quería. Adam se abstuvo de su plan de persuadirla, al fin y al cabo, sabía que debían tener esa conversación.
—Bien, quieres discutir— Soltó un fuerte suspiro. — ¡Discutamos!
—No quiero a sus madres en mi casa, ni cerca de ti. Quiero la verdad, no el resumen. De aquí en adelante me vas a hablar de tus matrimonios y de tus hijos con la verdad ¡Adam!
Adam tragó duro mientras asentía, sabía que era un momento que llegaría y por el comportamiento de sus hijos totalmente necesario.
—Las primeras me abandonaron, después de ellas solo querían dinero. Y la mamá de Zack... Ella y yo simplemente no estamos hechos el uno para el otro, ella disfruta de viajar y su trabajo le da eso, a mí me gusta lo que tengo — Adam le dio un beso en la frente.
El hombre se quitó la camisa y los pantalones antes de ir a acostarse sobre el sofá cama. Jane le dio una repasada a su espalda y se volteó en el momento en el cual se percató de la sonrisa en el rostro de Luthor, exactamente eso era lo que quería, seducirla y distraerla.
La joven se desnudó y caminó en dirección a la ducha, Adam soltó un gruñido al escuchar el picaporte de la puerta del baño. Todo lo que pudo en la ducha, se secó el cuerpo y dejó su cabello húmedo, salió envuelta en una bata y miró a Luthor, su brazo estaba sobre sus ojos.
Jane suspiró y se acercó lentamente al sofá en el que estaba su esposo, le dio un beso sobre la frente y le acarició el cabello y el pecho, mientras observaba sus facciones.
—Puedes dormir conmigo si quieres —Adam depositó un casto beso sobre los labios de su esposa y le cargó y comenzamos a besarnos.
Jane.....
Mi esposo dormitaba plácidamente sobre la cama, tomé la bata y me la puse, até mi cabello en una coleta alta, lavé mi cara, mis dientes y me miré en el espejo, veía a la misma chica de siempre sin su usual sonrisa, eso me asustaba.
Era la primera vez en mi vida que temía una relación no estuviese funcionando para mí, que además me estaba lastimando me sentía herida y por más romántico que sonase para mí esto no estaba funcionando; no soy su único amor y la razón de su existir, no soy la hija de Jade y lo más doloroso es que he dejado de ser Jane.
¿Qué más desaparecería en las siguientes semanas?
Bajé y comencé a batir huevos para el desayuno, piqué la fruta, preparé zumo de naranja, panqueques, crema batida, preparé galletas y un sándwich de pavo con queso. Es un día especial, el menor de los hijos de mi esposo “está a un año de entrar al mundo de los niños grandes” palabras exactas de Zack, un niño emocionado por estar en la escuela, para él era la manera de demostrar que no era tan pequeño como todos en la casa creíamos. Así que su emoción era incluso contagiosa.
—Lisa, ¿me preparas...—Me volteé y vi a un joven, alto, rubio y ojos azules como los de Luthor, sin duda ese era su hijo mayor. Me percaté de su caliente mirada sobre mí y miré mi atuendo; una bata y nada por debajo. —Disculpa, voy por tu padre.
—Lo que digas, delicia —Susurró cuando pasé por su lado.
Mientras subía me encontré con Patrick, dijo algo que terminaba con: perra. La verdad sus insultos me están cansando, pero cada uno de ellos me los voy a cobrar bien caro, llegué al último escalón y me encontré con un molesto Adam. Le di una enorme sonrisa y me paré de puntillas para darle un beso, pero no se arrimó.
—Buen día, amorcito —Saludé muy sonriente.
—Te pedí no andar en pelotas por la casa ¡¡Y mírate!!—Gritó en su rígido tono de voz.
Pasé por su lado y fui directo a mi habitación ya me había percatado de ello, Adam, el vicioso hombre que llamas hijo me ha mirado de la manera más pervertida de la vida, pero es mi culpa por sentir calor querer ser un buen ser humano. Fui a mi habitación para arreglarme y desayunar con el resto así que intenté hacerlo todo rápidamente.
————Adam—————
Patrick y Adrian se abrazaron con fuerza, El mayor depositó un beso en la cabellera del menor y luego los dos se molestaron por tanto afecto. Adam y Patrick compartían un lazo especial, habíamos perdido las mismas batallas, los mismos amores, pero nos manteníamos juntos incluso cuando estábamos a punto de sacarnos los ojos, ese par definitivamente me recuerdan a mi versión más joven.
—¿A qué hora llegaste, Ad?
—Ahora en la madrugada, llevaré al enano a la escuela y volveré a dormir. Patrick, ¿quién es mis tetas y trasero del año? La nueva concubina de Adam.
—No, hombre… Que se ha vuelto a casar esa es la quinta esposa, la veinteañera.
—¿Cuánto me lleva nuestra mamita querida, diez años?
—A que sí—los dos rieron y acerqué a Adrian para pegarle en la cabeza y luego abrazarle, había enviado a Camilo a recogerle como parte de su castigo, sin embargo, le había extrañado, los demás bajaron y saludaron emotivamente a su hermano por lo que quedé en hablar con él en cuanto se acomodara.
Bajé y me encontré con casi todos de mis hijos a excepción del que sí tenía que ir hoy a la escuela. Antes de sentarme a desayunar con ellos fui a contestar unas llamadas y arreglar un asunto, después de treinta minutos volví a la mesa con ellos.
—Buen día —Ninguno más que Adrián se dignó a contestar. — ¿Qué pasó con Zack?
—Está durmiendo —Respondieron al unísono los gemelos.
—Lisa ¿este desayuno tan dulce y poco nutritivo?
— ¿Te metes con mi vestimenta, mi restaurante y ahora con mi comida? —Preguntó Jane quien traía puesto un vestido azul que resaltaba su figura.
—Con razón sabe a mierda —musitó Patrick de manera en que todos escuchamos.
—Princesita, es suficiente, no molestes a mamá — Adrian le revolvió el pelo a su hermano.
—¡Auxilio! ¡Necesito ayuda! —Escuché los gritos del más pequeño de los Luthor y al igual que yo todos corrimos en su ayuda. Entré en su habitación y estaba sentado en la cama. —No sé ponerme una corbata y no me gustan estas medias. No quiero ser un niño grande y esas cosas. Contrata a Carol de nuevo y que venga a la casa a enseñarme.
Antes de poder hacer o decir nada, Jane estaba a su lado envolviéndole en un fuerte abrazo. No me equivoqué con ella, es perfecta. Ella acomodó a mi hijo en su regazo mientras le comentaba lo increíble que era ir a kínder con todos esos niños.
—Ahí conocí a mi mejor amiga de todos los tiempos, no sabría vivir sin Mercy y estuve a punto de no ir al kínder porque odiaba que los niños lloraran—Zack rió.
—Jane es una excusa muy tonta.
—Me parecía tonto que lloraran todas las mañanas, todos los días pasaba lo mismo. Y te digo algo, todos los días de mi vida de niña grande deseé volver ahí.
Mi hijo apoyó su cabeza contra el pecho de Jane y ella le acarició la mejilla.
— Cariño, ¿dejas que te ayude? —preguntó Jane en un tono dulce y delicado, Zack se quedó viendo a mi esposa al igual que el resto de nosotros. — ¿Entonces? —Mi pequeño hijo asintió, le di un beso a mi esposa, ella sonrió completamente divertida y repartió besos sobre sus mejillas.
Decidí salir con los otros chicos.