Está creciendo muy rápido, está más juicioso.
- ¿Te quedas a cenar? - escucho a Lucrecia mientras juego con Lewin.
- No, solo vine a ver al niño, aún no me tiene confianza.
- Si vienes cada vez que te recuerdo, tu hijo es lo último que te importa, prefieres estar en fiestas o con la pesada mosquita muerta de tu novia.
- No hables así, mucho menos delante del niño. ¡Zoé! - en segundos llega la niñera - llévese al niño a la habitación y lo alista para dormir, que descanses campeón.
- Chao. - me dice con su manito y sube con Zoé, cuando ya nos los veo por el pasillo habló con Lucrecia.
- Que sea la última vez que me dices delante de mi hijo que él no me importa porque la próxima rezaras para no volver a mencionarlo, lo que haga con mi vida es mi asunto y a diferencia de ti Emilia vale mucho.
- Yo no estaría tan seguro de eso.
- Te molesta porque estoy con ella en vez de estar contigo.
- Obviamente, quiero que mi hijo crezca con sus padres juntos, pero más que eso, es que esa mujer es falsa, por lo menos yo no oculto quién soy ni aparento otra cosa.
- ¿A no? ¿Desde cuándo? Mi versión de ti es muy diferente. Mira Lucrecia, con mi hijo voy a estar siempre, pero tú y yo jamás volveremos.
- ¿La quieres o solo te metiste con ella por despecho? ¿Qué paso con ese inmenso amor que tenías por la poca cosa por la que me cambiaste?
- ¡Cuidas tus palabras cuando hables de ella! Lucia vale más que miles de ustedes – que alguien hable mal de Lucia hace que mi ira aumente.
- El gran señor Ziegermman muestra la verdad, a mí no me mientes Gabriel te conozco bien, aun cuando estés con esa noviecita aún amas a la pesada de Lucía, ¿Que tiene esa mujer que Santiago y tú apenas escuchan su nombre se alteran?
- Mejor me voy, me están esperando. Cuida al niño, en vez de estar de fiestas, me reclamas por tiempo, pero tú no tienes moral para decir nada.
Salgo de ver al niño y me voy a casa de Emilia que me invitó a cenar en su casa, está vez no pude negarme.
- Hola, cielo.
- Hola Emilia - me recibe con un beso en la boca al entrar veo la mesa, definitivamente es una cena romántica. - bonito todo, lamento llegar tarde estaba viendo al niño.
- ¿Estabas con Lucrecia? - dice molesta.
- No, estaba viendo al niño que es muy diferente que estar con Lucrecia. - veo que respira profundo y cambia el semblante.
- Tienes razón, solo que esa mujer es insoportable pero no hablemos de ella, está noche es para nosotros. Estás en tu casa, siéntete cómodo.
Me deja en el salón mientras va a la cocina, no puedo negar que se esforzó por hacer esto perfecto, es evidente que no voy a salir bien librado de esto.
- ¿Vino blanco o tinto? - la escuchó desde la cocina.
- Tinto. - llega con dos copas servidas.
- Te pregunto porque he notado que pides vino blanco en las comidas, y que esté bien fría, antes no solías tomarlo tan seguido - no, ha Lucía era quien le gustaba y frío, decía que así conserva el sabor, si no, no sabía nada. - ¿dije algo gracioso que estás sonriendo? - no me había dado cuenta.
- No, es que me gusta el tinto, así que no te preocupes, que cocinaste que huele delicioso.
- Estofado de carne con papas gratinadas y ensalada, sé que te encanta - así es.
- ¿Cómo lo supiste?
- Un pajarito me lo dijo, espero te guste. – mi madre de seguro.
- ¿El pajarito de casualidad es mi madre? - se ríe - está bien, no me digas nada vamos a probarlo a ver qué tan delicioso está.
Sirve la cena y todo se ve delicioso, al probarlo todo está al punto.
- Veo que te gusta, eso me llena de felicidad.
- Está todo muy rico, Emilia no tengo quejas.
- Siempre salimos, hoy quería algo más privado, solos tú y yo.
- Ya veo, está todo perfecto; la velada ha sido encantadora.
- Y aún no termina, nos queda noche que disfrutar. - sonríe y yo con ella, como decir negarme después del esfuerzo que ha hecho. Debo poner de mi parte y no puedo retroceder.
- Por la noche que nos espera - brindamos y seguimos disfrutando de la noche.
Después de la cena vino el postre, ciruela con crema, no estaba mal pero no me gustan las ciruelas mucho menos con crema, hice un esfuerzo para comerlo para no hacerla sentir mal.
- ¿No te gustó el postre? A penas y probaste bocado.
- Si, está delicioso es que estoy lleno con la comida.
- Me alegra que te haya gustado, estaba nerviosa porque era la primera vez que lo hacía, tu sobrino me dijo que te gustaba este postre y quise hacerlo.
- ¿Santiago fue el de la idea?
- Si, sé que a tus sobrinos no les caigo muy bien, pero fue lindo que me dijeran tu postre favorito. - este pequeño diablillo.
- Si, te dije que son niños olvidan todo muy fácil.
Pasamos a la sala, nos sirvió más vino.
- ¿Lograste introducir el papel en el juzgado? - me mira extrañada y sorprendida
- ¿Qué papel?
- El que estabas peleado por teléfono está mañana cuando entre a tu despacho.
- Ah, cierto. No, tuve un pequeño inconveniente, pero nada que no pueda solucionar en días. Estaba pensando en porque no nos vamos este fin de semana tú y yo sin la prensa y sin nadie que nos moleste.
- Tenemos trabajo pendiente Emilia, no quiero atrasarme.
- Solo serán dos días Gabriel, estás estresado, podemos ir a cualquier parte, porque no navegamos te encanta estar en el mar. ¿Qué dices?
- No sé, debo pensarlo y organizar el tiempo.
Me mira y me besa, le respondo a final de cuenta soy hombre, tengo necesidades y Emilia es una mujer que levanta las ganas de cualquier hombre; el beso pasa a ser más exigente, termina sentada encima de mí.
- Deseaba hacer esto hace mucho - me dice mientras le quitó la blusa. Esperaba ver una cicatriz en medio del pecho, pero recuerdo que no es el cuerpo que he tocado por casi tres años. – no, nada de pensar en ella.
- Ya estamos en ello - la subo en mí y la llevó a su habitación, expone ante mí toda esa belleza que la caracteriza.
Ella termina de medio desnudarme y la beso, me olvidó del mundo, solo estamos ella y yo, hace mucho que no estoy con una mujer como deseo, tengo tanto reprimo que necesito un buen sexo que mejor que Emilia, recuerdo que era bueno en esto; así que la beso, la tocó, y ella a mí.
"…No soy yo marinero." - escucho de repente y veo a Emilia.
- ¿Estás bien? - me dice Emilia.
- Si, no es nada. - la vuelvo a besar.
"...no te atreverás a engañarme, si lo haces no podrás volver a tocarme en la vida ¿Quieres eso? ". - estás de broma.
Me aparto de Emilia, pasando mis manos por la cara y el cabello, no puedes arruinarme este momento.
- ¿Pasa algo?
- No, es que … el cantar de las sirenas me molesta.
- ¿El cantar? No escucho nada.
- No me hagas caso es que…- suena mi celular con insistencia. - dame un momento.
Veo una llamada de Sebastián - ¿Qué raro? Sebastián no suele llamar a esta hora.
- No será nada importante - dice Emilia - lo llamas después, estábamos en algo importante.
- Déjame ver qué es. Aló…
- Gabriel, lamento molestarte, pero es que nos tocó salir con la niña al médico y no deja de llamarte y ya sabes cómo se pone si tu o Lucia no está.
- ¿Qué tiene?
- No sabemos, no deja de gritar que le duele, pero no quiere que el médico la revise y solo te quiere a ti; y ya sabes cómo actúa si no estás tú.
- ¿Yo? No creo que sea a mi lo que quiere.
- Gabriel no deja de gritar “tío” ¿Conoces otro que no seas tú? Solo habla con ella a ver si se deja revisar.
- Pásamela. Aló.
- ¡Duele, duele tío, duele mucho! ¿Dónde estás? ¡Ven!
- Tienes que hacer que el médico te vea.
- ¡No!, ¡Quiero que vengas! … Me duele mucho y mi tía no está para curarme…ay…ay…duele.
- Sebastián dime que vas a venir, los médicos no la pueden revisar si no está tranquila.
- Ya salgo para allá ¿Dónde están?
- En la clínica del norte, no demores. - cuelgo y empiezo a cambiarme.
- ¿Qué sucede? ¿Es algo grave?
- No lo sé, pero es mi sobrina y cuando se enferma no deja que ningún médico la toque si no estamos con ella, te voy a compensar por esto. - le doy un beso y me voy.
Debo decir que no pudo ser más oportuna está niña, aunque ya me la estaban arruinando, en minutos llegó al hospital, veo a mi sobrino y sale corriendo por el pasillo - ¡Santiago!, ¿Qué le pasa? - lo busco y veo a Sebastián.
- Gabriel por fin llegas - dice Sebastián
- Dónde está mi sobrina y Santi, lo vi correr para acá.
- Está adentro con Sabrina y la niña. - sentimos sus gritos, Sebastián se preocupa. - Sabrina la estaba calmando, pero no deja de gritar que le duele.
- ¿Qué le duele?
- Se agarra la barriga, dicen que puede ser apendicitis, pero no dejan que ningún médico la vea.
Entró a la sala con Sebastián y veo a Santi al lado de mi princesa y a Sabrina tratando de calmarla.
- Gabriel, a ver si puedes hacer que el médico la vea.
Me acerco a mi niña y mira a Santiago de manera cómplice.
- A ver señorita, aquí estoy, ya llegué.
- Tío viniste, me duele la barriga y mucho.
- Tienes que hacer que los médicos te vean.
- No, ellos no saben, mi tía es quien sabe.
- Amor ya hemos hablado de que la tía está de viaje y no puede venir, pero no querrá verte así, recuerda lo que siempre dice que las niñas valientes son fuertes. Vamos a dejar que el médico te revise.
- ¿Me vas a dejar sola? ¿Te vas a ir? - entra al médico, y Santiago le dice algo a mi Sobrina y empieza a gritar de nuevo.
- Debemos revisar, se puede quedar uno de los padres
- Mi tío, mi tío…- grita la niña.
- Yo me quedo, con la condición de que te dejes revisar. - afirma y salen todos dejándonos solos
El médico la revisa, jugando con ella y después que la evalúa, parece que no tiene nada miró al médico y lo confirma.
- Está bien, ¿verdad? - le pregunto.
- Si, no parece que sea nada quirúrgico tal vez son cólicos por algo que le cayó mal. - la veo y me evade, la mirada.
- Duele, pero ya no como antes - dice ese pequeño demonio.
- Si, se te pasó así rápido sin nada. - le digo
- Los niños nos curamos rápido ¿Verdad doctor? - él se ríe.
- Discúlpate con el doctor por hacerle perder el tiempo, sabes que no te duele nada.
- Si me duele, pero ya me cure.
- ¿Qué te duele? Mentir es malo, tienes a tu papá y a mi preocupados.
- Me duele el corazón porque tú nos dejaste para irte con tu novia. - ya sabía yo.
- Doctor lo siento, es que mis sobrinos están extremadamente tremendos últimamente.
- Pero si me duele, aquí - se señala, la barriga. - pero el médico me asusta, ¿sabe que mi tía es médico de niños y es la mejor? - le dice al médico.
- No lo sabía, a ver vamos a ponerte esto para aliviar el dolor.
- ¿Una inyección?
- Si, no te vas a poner a llorar ¿verdad?
- No, mi tía dice que los valientes no lloramos, y que las inyecciones nos curan y protegen.
- Tienes una gran tía - dice el médico.
- La mejor, es hermosa, inteligente, se parece a mí y es la esposa de mi tío, pero ahora están peleados por una bruja.
- ¡Niña!
- Ay me duele, me duele…- empieza a gritar y se agarra la barriga, pero sé que es teatro.
El médico le pone el medicamento - gracias doctor y disculpe por esto.
- Descuide, no es la primera ni la última que hace algo así para llamar la atención de sus familiares.
- Ella de por sí siempre se altera con los médicos, nunca deja que la vean a menos que no sea su tía o que este acompañada de ella.
- Se ve que es muy apegada a ella.
- Más de lo que me imaginaba. - sale de la habitación y me acerco a mi sobrina - ¿la idea de que te enfermarse fue de tu hermano?
- No, en serio me duele. Ya no vas a volver con ella, me tienes que cuidar.
- No puedes mentir, nos asustaste mucho.
- ¿Le dirás a mamá? Se enojará y me castigará.
- Con la condición de que no vuelvas a hacer algo así.
- Está bien.
Entra Sebastián y Sabrina, se acercan a la niña mientras que yo veo a Santiago, sabe que ya lo descubrí.
- Vamos a dejar que le pase la medicina y nos podemos ir, al parecer comió algo que le cayó mal. - les digo, y le guiño un ojo.
- Gracias a dios no es nada grave. - dice Sebastián - gracias por venir Gabriel.
- Para mis sobrinos siempre, ahora llevaré a este niño a comer algo mientras que están con la princesa.
- No quiero nada, aquí estoy bien.
- Santiago vamos.
Lo tomó del brazo y lo llevó a la cafetería de la esquina, no ha dicho ni una sola palabra.
- ¿Sabes que lo que hicieron está muy mal? No pueden mentir así, tus padres se asustaron. Merecen un gran castigo.
- Mi hermana no hizo nada, el castigo es para mí, yo inventé todo.
- ¿Por qué lo hiciste?
- Porque estabas con esa mujer y te iba a cocinar algo rico.
- Pero eso no es razón para mentir.
- No queríamos que durmieras con ella- ¿Qué? Estos niños de dónde sacan esas ideas están avanzadas.
- ¿De dónde sacas que voy a dormir con ella?
- Mamá cuando le hace una cena especial a papá dice que debemos ir a donde la abuela porque es una pijamada de dos, yo no quería eso para ti, sólo puedes hacer pijamadas con mi tía. - que frustración.
- Yo sé que amas a tu tía, pero ya eres grande y debes entender que a veces los grandes no podemos estar juntos no por eso dejamos de quererlos.
- Mi tía va a volver, yo lo sé y si te ve con otra se va a enojar mucho y ya sabes cómo se pone cuando se enoja, es como mi mamá. - peor que ella.
- Tu tía y yo podemos resolver nuestros problemas sin que se metan tú y tu hermana en líos.
- Está bien, ya no vuelvo a mentir de esa manera.
- Ni de esa manera ni en ninguna no puedes mentir.
Al final tengo que agradecerle a este par, me hicieron salirme de un momento incómodo. Emilia debe estar enojada, y como no si la dejé casi desnuda en la cama y como una explicación absurda. Subimos después de darle su batido de helado a Santiago y ya estaban listos para irse a casa, los acompañe a casa porque mi sobrina quería irse conmigo.
Una vez que llegamos la lleve a su cama y Sebastián a Santiago que se había quedado dormido en el auto.
- Toma un whisky, gracias por salir por la tremenda de mi hija.
- También es mi sobrina y mi única princesa.
- Veo que te interrumpí - señala el cuello de mi blusa, había labial en él. - veo que mis hijos son más inoportunos de lo que imaginaba.
- Esta vez no, estaba con Emilia en su casa, tenía una cena romántica, todo lo hizo a mi gusto para que me sintiera bien, incluso el postre de ciruela y crema.
- Odias ese postre.
- Pues según mi sobrino lo adoro y Emilia quiso complacerme - Sebastián se ríe.
- Es del grupo de la doctora. Lamento interrumpir tu noche, pero me alegra saber que estás avanzando, aunque sea con ella.
¿Avanzando?, mientras intento tener sexo Lucia me invade los pensamientos, debe ser porque a pasado mucho tiempo son estar con ninguna mujer, una vez rompa esa promesa seré libre.
- Quiere que pasemos un fin de semana solos, pero hay mucho trabajo.
- Que puedo resolver, si quieres irte no hay problema.
- Quieres que naveguemos, hace mucho no lo hago.
- ¿La llevarás al yate? Eso es un gran paso.
- Debo avanzar, esa es la idea. Voy a preparar todo y la voy a compensar este fin de semana, creo que se merece esa sorpresa.
- Si tú lo crees y que estás listo para hacer ese paso te apoyo.
- Me voy a casa, cualquier cosa me llamas.
- Lo haré
¿Listo para llevar a otra mujer a navegar en mi yate?, no lo creo, usare el de mi papá, pero debo romper con todo lo que Lucia invadió, de que te sacó de mi vida lo hago.