Capitulo 59

2628 Words
Lucia usa la inteligencia y el sarcasmo que te caracteriza, tú solo respira, Seler resultó ser muy buen en su trabajo, pero no matemos a nadie. - ¿Qué haces en mi oficina? - Nada aquí es tuyo, Emilia, pero la tienes bonita. - Tengo buen gusto. - Eso no lo dudo, pusiste tus ojos en mi esposo. - Primero fue mío que tuyo, pero tú te interpusiste. - Ya he escuchado ese discurso con anterioridad. - Lucia, yo soy parte de su vida desde la universidad, fui su amiga, su amante, su compañera, su apoyo; siempre ha sido de esa manera; cuando tú le fuiste infiel con su enemigo fue conmigo con quién se descargó, cuando lo convenciste de que eras una blanca paloma y decidió casarse yo fui su despedida de soltero, su consuelo cuando lo asfixiaba, su pañuelo de consuelo cuando te fuiste, soy su apoyo en la empresa; volvemos a la anterior soy su todo. - ¿Su todo? Conocemos a ese hombre, toma lo que quiere y no acepta un no por respuesta, nadie lo obliga a nada y resulta que está obligado a estar conmigo mientras te ama a ti. - imagínate si me hizo el amor ayer obligado - pues vivirás siendo la sombra porque me encanta ese hombre para dejarlo ir, aunque quiera estar contigo. - Y después dices que soy yo la que no se quiere. - ¿Por eso introduces la anulación de nuestro matrimonio sin su autorización? - me mira asombrada sin saber que decir - según Gabriel él no ha firmado nada, así que me puse a pensar; ¿quién le haría firmar sin que él supiera? Y salió tu número. - Estás loca, estás buscando miles de motivos para buscarme problemas con él, pero no lo conseguirás, Gabriel sabe que no sería capaz de hacer eso. - Así como tampoco eres capaz de armar enredos, como hablar mal de su mejor amigo para que dude de él. - Esos son asuntos de trabajo, Lucia; yo no hablaría mal de nadie sin pruebas. - hipócrita mentirosa. - Emilia, sé que hablabas son Servando a espaldas de Gabriel sobre nuestro divorcio, también sé que fuiste tú quien introdujo la anulación en el juzgado y sé muy bien que andas armando problemas para alejar a Gabriel de Sebastián, e igual que tú no hablo si no tengo pruebas; así que esa pose de inocencia no la utilices conmigo. - Quiero que te alejes de Gabriel porque dejo de ser el cuándo se casó contigo, si lo amabas tanto ¿cómo no te distes cuenta todo lo que sucedía a su alrededor? – esta desgraciada – lo ahogabas, no era feliz. - Gabriel era feliz lo que a ti no te agradaba es que al casarnos dejo de verte a ti como su chica s****l de turno como lo fue Lucrecia, tu amiga del alma. – se ríe a carcajada y la dejo mientras la veo con sarcasmo. - Estás loca, ve que decir que Lucrecia y yo somos amigas, esa bruja y yo apenas y nos soportamos. - Eso es obvio, Lucrecia es una desgraciada, pero no es tonta después que la utilizaste no va a invitarte el té. - ¿Utilizarla? Lucia vienes hasta a mi oficina a decir estupideces, dejemos claro algo soy abogada y estaba interesada en el divorcio y hablé un par de veces con Salvador, en cuanto a la anulación no tengo idea de donde se te ocurrió decir que fui yo; y Lucrecia y yo apenas nos vemos y cuando lo hacemos estamos evitando matarnos. - Para querer matarse, la visitas mucho a su casa y se comportan como buenas amigas. - Lucia… - Si no te llevas bien con ella ¿por qué la buscaste en Londres y le dijiste que viniera a enfrentarse a Gabriel y decirle lo del niño? – veo su rostro y aunque está calmada sus hombros están tensos – y antes de que yo me fuera no se llevaban tan mal, cenaban y se iban de compra juntas. - ¿De dónde sacas tantas estupideces juntas? - También buscaste a Melina y le dijiste que viniera a buscar a Gabriel porque aún la amaba, pero cuando se dio cuenta de que estaba casado conmigo vio que no era tan fácil el asunto – está nerviosa lo sé por sus gestos, aunque trata de negarlo. -Y mira la casualidad que igual que a Lucrecia se llevan de maravilla antes de que yo me fuera y luego todo cambio. - Estás muy mal Lucia, la telenovela que te estás armando es interesante, pero muy trivial ¿no te parece? - Me parece, pero no creo que a Gabriel le guste mucho la idea de saber que “su todo” fue quien trajo a su vida a Melina y a Lucrecia de nuevo, le mintió y que es quien utilizo su nombre para introducir nuestro divorcio. - Gabriel no te va a creer. - Tengo pruebas. - me levanto de su silla - Te lo dije en el restaurante Emilia, conmigo no se mete quien puede sino a quien yo dejo, y me deje una vez por las circunstancias, pero dos sería una estupidez; te metiste conmigo y me encontraste ahora no te quejes de los resultados, porque a mí nadie me quita lo que es mío, yo lo desecho o regalo. – me acerco a ella para que me vea directamente a los ojos – y Gabriel Ziegermman es propiedad de Lucia Meller, ya es hora de que lo aceptes. Tú fuiste algo en su vida, y después de que hable con él y acabe contigo, ni un recuerdo serás. Se levanta toda agresiva y me lleva a la puerta – tú no sabes quién soy yo, ni lo que soy capaz de hacer por lo que es mío; Gabriel era mío hasta que tú apareciste y lo conozco también que hagas lo que hagas sé que hacer para qué confié en mí y no crea en ninguna de tus mentiras. - Yo como tú no apostaría por eso, podrías perder y muy feo. - Yo nunca pierdo Lucia, hice que te fueras una vez lo haré otra vez. - Yo soy todo lo que Gabriel desea en su vida, me sigue, me reta, me permite hacer y decirle lo que los demás no se atreverían, yo soy su todo, no tú. Te doy un consejo ve recogiendo tus pertenencias porque cuando mi Gabo se entere de todos tu secreticos saldrás volando y sin alas. - Eso está por verse, Gabriel va a volver hacer mío y tu un deprimente recuerdo que no debió estar en su vida. - Ya veremos como toma tus mentiras y sobre todo tu amistad con Albert Fischer – me mira mucho más impresionada – casualidad tan grande de que el bioanalista que le hizo su prueba de paternidad sea un gran amigo tuyo, lo malo es que yo no creo en casualidades y él tampoco. Así que sumamos dos más dos, Lucrecia y tú amigas; el bioanalista y tú amigos resultados, ¿quién apoyo a Lucrecia en su mentira? - Emilia - se abre la puerta de la oficina y es Gabriel – Lu ¿qué haces aquí? - Vine a hablar contigo de algo muy importante, pero pasé a decirle unas verdades a Emilia ¿podemos hablar? - Claro vamos a mi oficina, Emilia este es el contrato con los americanos, revísalo y luego me dices. - Mientras tienes trabajo – termino de decir y Gabriel me mira extrañado – ahora te explico amor, vamos. Salgo de su oficina y me esperan una cantidad de preguntas de parte de Gabriel. Una vez entramos a su oficina no termina de cerrar la puerta cuando ya me tiene entre sus brazos dándome un gran y rico beso. - Mmm quería hacer eso. - Hola marinero. - Hola sirena, ¿por qué no me llamaste para decirme que mi sobrino estaba en tu departamento? - Llame a su padre que era lo principal. - ¿Le dijiste a tu madre para que se fuera a la casa? - Mm no, ya hablamos de eso. - Lucia no voy a discutirlo. - Gabo no voy a pelear contigo más bien vine hablarte de algo importante. - Cierto, ¿Qué hacías en la oficina de Emilia? - Ya lo sabrás. - Otra vez con tus misterios. - Simplemente vine fue a discutir lo que decía de Sebastián. - ¿Y por qué parecía enojada? - Porque la hice enojar, y mucho. No vine hablar de ella sino de Lewin. – me mira extraño. - El niño está muy triste piensa que sus padres no lo quieren porque hizo algo malo, Santiago no lo ha visto debido a las circunstancias, aunque está que se muere por hacerlo se encariñó demasiado y tú no lo has ido a ver, por lo tanto, el niño cree que es el culpable porque no habla contigo y con Santiago porque se enteró de que juegas con él. - Eso es absurdo. - No lo es cuando el niño tiene cuatro años. – me mira pensativo – el niño no tiene la culpa de nada, es una víctima ¿puedes visitarlo? - Puedo, pero no te preocupes por él es un tema que ya está resolviéndose. - ¿De qué manera? - Ya lo sabrás – está jugando con mis palabras – te quiero en casa esta noche cuando llegue. - No va a ser posible, no me mudaré hazte la idea. - ¿Por qué te encanta discutir conmigo? - Porque eres sexy cuando te enojas y te encanta hacerme enojar. Ve su reloj y hace un mal gesto. - Te llevo a casa – me dice. - No, yo me voy en mi coche tú eres capaz de secuestrarme en tu casa. - Es cierto, y es nuestra. - Mejor cenamos, pasamos un rato juntos y después cada uno a su casa. - Deja de decir eso que me molesta la idea de que no quieras quedarte conmigo. - No es que no quiera quedarme contigo, pero hay prioridades en este momento. - termino de mandar un mensaje y ya el paso está hecho. - ¿A quién le escribes si yo estoy aquí? - Con mis fans, tengo muchos admiradores. - No es gracioso Meller. - Lo es para mí ¿cenamos? - No podemos cenar juntos, tengo un compromiso esta noche por eso quería verte cuando llegara casa. - ¿Qué compromiso? - Yo tengo mis admiradoras y no las puedo defraudar, pero si me esperas en casa tal vez lo sepas. - Lo siento te quedarás con las ganas. Sentimos que se abre la puerta de su oficina y es Emilia, ¡bingo! - Gabriel, yo puedo explicarte todo, no creas en las mentiras de esta mujer. - No son mentiras cada palabra es cierta. – Gabriel nos mira sin entender, pero la zorrita no se da cuenta. – no lo deberías negar más. - Es cierto que vi a Salvador, pero quería saber cómo iba tu divorcio, también es cierto que hablamos varias veces, pero no me metí en nada más tú sabes sobre eso. - ¿lo sabe? - ¿Y la anulación como la explicas? – le pregunta Gabriel serio. - Salvador me pidió ayuda para agilizar ese trámite porque tú se lo habías pedido, no vi nada de malo que le diera algunos contactos. - Te pregunté si sabías algo y me lo negaste. - No quería que discutiéramos por hacerle un favor a un colega – favor… desgraciada. - Que conveniente, la que nunca sabe nada. - menciono. - Es cierto, me quieres dejar mal ante ti porque no soporta nuestra amistad; por eso inventa todo lo que te ha dicho. - Emilia…- intenta interrumpir Gabriel. - Gabriel te juro que no soy amiga de Melina ni Lucrecia – y cayo la rata en la ratonera – conozco tu historia con ellas para irlas a buscar y decirles que regresaran a perturbar tu vida, si en algún momento cene o salí con ellas nada tuve que ver con lo que te hicieron – Gabriel me mira y luego a ella - si hubiera sido así ¿por qué te ayude a meter a Melina presa por lo que te hizo?, ayude con que descubrieras sus pasos durante estos años y te ayude a saber dónde tenía a tu amiga secuestrada – habla de Daina – y con Lucrecia te juro que yo no sabía que tenía un hijo contigo hasta que ella me lo dijo, que sea amiga del bioanalista que te hizo la prueba de ADN no significa que yo la ayude a mentir con que ese niño era tuyo, jamás te haría eso. - ¿Y por qué has visitado a Melina en la cárcel y a Lucrecia en su casa? – pregunta Gabriel con su mirada fría, ¿Cómo sabe eso? - No he visitado a Melina, soy abogado y me ha tocado uno que otro cliente en ese recinto y cuando voy pregunto por ella, pero la tienen aislada nadie puede verla. En cuanto a Lucrecia, ha sido pocas veces porque ella me ha citado en su casa, sabes cómo nos llevamos de mal no podríamos ser amigas. - tiene una respuesta para todo. - Además, si la hubiera ayudado ¿por qué te lo hubiera recomendado para empezar? Me pediste un bioanalista y te lo di, y no sabía de su existencia ni para qué lo querías. Demonios eso no lo sabía, ¿será que la no tan descerebrada de Lucrecia si me mintió? - Gabriel todo esto es un enredo, pero yo no soy capaz de traicionarte, puedes culparme por lo de Salvador, pero del resto son mentiras. - Hablamos de esto después Emilia tengo un asunto que atender. – le dice Gabriel. - No vez que esta mujer quieren hacer que dudes de mí y me odies. - Eso lo haces tu solita – le refuto. - ¡He dicho que lo hablamos después! Y esta mujer es mi esposa así que cuida tu tono de voz. Lucia vámonos Emilia ve a trabajar. Sale de la oficina enojada y yo estoy confundida, no entiendo que trama esta bruja, se ha cubierto la espalda. - Lucia te dije que no hicieras nada estúpido. - ¿Y qué se supone que hice? - Amiga de Melina y Lucrecia ¿en serio? Puede que nos quiera ver separados y haya inventado que fuimos amantes, pero de ahí ayudar a esas dos es algo descabellado. - Y después preguntas por qué no te cuento las cosas. – ahora estoy enojada – necesitas pruebas para creer lo desgraciada y vil que es esa mujer, pero para tu información yo no te he dicho nada sobre ella y sus amistades, mucho menos sobre el niño. Me voy. - ¿A dónde vas? - Lejos de ti porque si te veo un minuto más te quito la cabeza. - Lucia no seas niña. - Una vez más me tratas como si yo fuera la loca y ella la buena. Adiós Me voy molesta, por eso no hablo si no tengo pruebas, la idea era que ella se descubriera sola, pero es inteligente la desgraciada no contaba con que ella fuera quien le recomendó a Gabriel el bioanalista. ¡Demonios! - ¡Ah! – siento que golpean la parte de atrás de mi coche, pero no se detienen más bien me lanzas el carro encima - ¿Pero qué diablos? Me voy a detener cuando le disparan al coche, ¡rayos! Lo último que veo es mi carro estrellándose contra un árbol.
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