El resplandor tenue del cargador iluminaba la habitación en penumbras antes de que Nora encendiera la luz y observara su celular cobrar vida lentamente. La joven, aún aturdida por su extraordinaria experiencia, se permitió un momento para asimilar la magnitud de lo ocurrido. Sus ojos recorrieron la familiar estancia, deteniéndose en cada objeto cotidiano como si los viera por primera vez. —No puedo creer que haya regresado... o, mejor dicho, que me haya ido —murmuró Nora, en un hilito de voz en el silencio de la noche. Las imágenes de su aventura se arremolinaban en su mente: el imponente navío de Declan meciéndose sobre las frías olas embravecidas, los peligros que parecían acechar en cada esquina de aquel mundo pasado, los enigmáticos hermanos O'Brien con sus personalidades tan dispares