La cubierta del barco crujía suavemente bajo el peso de Nora mientras se acuclillaba frente a Aidan y Declan. En ese instante, el aire salado del mar se mezclaba con el olor metálico de la sangre, creando una atmósfera llena de una mayor tensión luego de que Nora escuchó la pregunta del capitán. Con el corazón latiendo aceleradamente, Nora tragó saliva, consciente de que cada movimiento suyo era escrutado por esos hombres de apariencia humana, pero que debajo de esos rostros atractivos y cuerpos fornidos, habitaba una bestia que podía matarla al segundo si ellos lo deseaban. En un instante de ingenio desesperado, Nora extrajo su celular del bolsillo. El dispositivo, tan fuera de lugar en aquel entorno de época, parecía brillar con una luz propia bajo ese mediodía nublado en el mar de Irla