Declan, al notar que Lugh se le había adelantado, aclaró su garganta con un sonido grave que captó la atención de todos. Con un movimiento fluido, extrajo el collar de perlas de su bolsillo. Sus ojos, generalmente fríos y aparentemente distantes, ahora brillaban con emociones contenidas. Sin perder más tiempo, dio un par de pasos hacia Aidan, entregándole la pequeña cajita donde estaban guardadas las perlas con un gesto casi imperceptible. —Sostén esto un momento —murmuró, en un hilo de voz. Sin pedir permiso ni disculparse, Declan apartó a Lugh con gentileza, pero sin dejar de ser firme. Se acercó a Nora, quien lo observaba con una mezcla de curiosidad y anticipación, con sus labios entreabiertos en una expresión de asombro que la hacía parecer aún más vulnerable. —Esto es para ti —dec