31. Susurros de Lobo y Besos Robados

1484 Words

Mientras Declan, el recién llegado hablaba, tomó un pan con sus manos sucias, ante la mirada horrorizada de Nora. La muchacha, incapaz de contener su desaprobación, exclamó: —Deberías lavarte las manos antes de tocar la comida. Un silencio sepulcral cayó sobre la mesa, seguido de una explosión de risas que dejó a Nora desconcertada. Los cuatro lobos reían como si ella hubiera contado el chiste más gracioso del mundo, haciéndola sentir como una intrusa en un mundo donde las normas de higiene parecían ser motivo de burla. Declan, recuperándose de la risa, miró a Nora de reojo, como si le costara enfrentar su presencia directamente. —¿Ya comiste? —preguntó él con una brusquedad que contrastaba con la preocupación implícita en la pregunta. —Sí, ya estoy satisfecha... —respondió Nora, intr

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