Los O'Brien, cautivados por el despliegue de luces y sonidos, observaban con una mezcla de temor reverencial y curiosidad casi infantil. Connor, en particular, parecía haber perdido momentáneamente su rudeza habitual, reemplazada por una expresión de maravilla como si estuviera viendo algo que realmente no era de este mundo. Satisfecha con el impacto causado, Nora apagó el dispositivo y lo guardó con un gesto teatral. El silencio que siguió fue roto por Lugh, quien, recuperándose de la impresión, se apresuró a informar: —Padre, Lady Sullivan se enfrentó a Harrington. Sentenció a muerte a todos sus hombres, asegurando que su fin estaba próximo. —Ninguno superará los cuarenta años —añadió Nora con una convicción que helaba la sangre, cruzando los brazos sobre su pecho en un gesto de autor