En ese momento, el corazón de Nora latía con fuerza, como un tambor frenético que resonaba en sus oídos mientras sus dedos se entrelazaban con los de Declan. Aun ella no superaba la rudeza de su piel que contrastaba con la suavidad de la de ella, un recordatorio tangible de los mundos tan diferentes de los que provenían, incluso… las especies. Con un movimiento deliberado, casi ceremonial, introdujo una de las llaves en la cerradura de la puerta.
El metal raspó contra metal, produciendo ese sonido característico que anuncia la apertura de un cerrojo. Era un sonido mundano, cotidiano, pero en ese momento parecía lleno de un significado místico, como si fuera la llave que abriría no solo una puerta, sino un portal entre mundos.
Nora contuvo la respiración, con su mente enfocada en un solo
