La mirada de Declan se tornó afilada como el filo de una daga, al mismo tiempo que sus ojos azules escrutaban cada gesto y movimiento de Nora con una intensidad demasiado evidente. —¿Cómo no lo vas a saber la razón del por qué estás aquí? —inquirió, con su voz siendo un gruñido bajo —. No necesitas mentirnos... mentirme. —Hizo una pausa, como si saboreara la amargura de sus siguientes palabras—. Ya sé que eres familia del clan Sullivan. Nora sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. La acusación de Declan cayó sobre ella como un yunque, aplastando cualquier esperanza de entendimiento que pudiera haber albergado. —Al tener la sangre de ellos —continuó Declan, con cada palabra repleta de resentimiento—, lograste romper nuestra Cerca de Niebla. Ahora ellos pueden ingresar, porque