La pregunta del bibliotecario cayó como un balde de agua fría sobre Nora. Sintió cómo el calor subía a sus mejillas, y antes de que pudiera evitarlo, una risa nerviosa escapó de sus labios. Era una risa que traicionaba su incomodidad, un sonido agudo y forzado que resonó en el silencio de la biblioteca. —Pensé que como esta era la biblioteca central, debería comenzar a buscar aquí —explicó entre risas, sintiendo cómo cada palabra la hundía más en su engaño—. ¡Pero mira cómo resultaron las cosas! Nora se sentía tonta, atrapada en una mentira que ahora parecía obvia y mal planeada. La sensación de estar bajo escrutinio intensificó su nerviosismo, y decidió que lo mejor era retirarse antes de cometer más errores. —En fin, ¿gracias por ayudarme... cuál es tu nombre? —dejó la frase en el air