Mientras todos continuaban ahí en el comedor, Aidan decidió romper el incómodo silencio que se había instalado tras las declaraciones de Declan. Con un suspiro que parecía cargar el peso de expectativas no cumplidas, se pasó una mano por su cabello rojizo antes de hablar: —Por el momento, no tengo pensado tener cachorros, y creo que tampoco tendré —declaró el pelirrojo con su voz firme, pero con un deje de resignación porque él sabía la razón, su “bruja” esa que su lobo interior le dijo que era su destinada, se había ido, así que, ¿Qué sentido tenía? Lugh, siempre el más empático de los hermanos, estaba a punto de ofrecer palabras de apoyo cuando la voz áspera de Connor lo interrumpió: —Hace rato dije que ustedes no servían ni para embarazar forasteras, pero si lo pienso bien, Aidan —su