Cuando Nora salió de la habitación, el aire fresco de la sala la envolvió, pero su mirada se centró de inmediato en los hermanos O’Brien, quienes permanecían inmutables y desnudos, como si la escena fuera la más natural del mundo. Nora tragó saliva, sintiendo que el rubor comenzaba a asomarse en sus mejillas. —Vístanse, por favor —dijo con una voz que intentaba transmitir autoridad, aunque la timidez casi la delataba. Sin embargo, ella quiso aprovechar la situación y añadió—: Solo su ropa interior… nada más. —¿Solo los calzoncillos, dices? —preguntó Declan, con una expresión de confusión en su rostro. —Solo los calzoncillos —replicó Nora, intentando mantener la compostura mientras una risa nerviosa se agitaba en su interior. Luego, con un renovado ímpetu, continuó—: Bien, ¿qué les parec