VII. Engaño

1913 Words
Mi madre siempre me advirtió sobre meterme en problemas, ella una vez dijo que cuando alguien nace being un genio los problemas simplemente aparecen para esa persona, que debe saber que hacer en situaciones de esa manera porque no todo el que se acerque lo iba a hacer con buenas intenciones. Por eso es que aún puedo decir que siempre fui de hacerme ignorar en todos los lugares, buscaba de esa manera que nadie se percate de lo que sabía. Porque aunque no lo intentara siempre iba un paso más adelante que las demás personas, es por eso que hackear algunos sistemas y el facebok de mi primera novia fue un juego de niños en algún punto. Ahora maldigo el momento en donde comencé a querer hacer bromas pesadas a mi novia al romper conmigo como hackear todas sus cuentas, eso fue muy maduro de mi parte, si, muy maduro. La verdad es que estaba un poco resentido con ella por la manera de romper nuestra relación de seis meses. En fin, el punto aquí es que ser un genio me está pasando factura ahora. Eso y el cabeza hueca de Miroku que solo piensa en sexo. Maldito follador impulsivo. Cuando mis dedos comienzan a teclear sin descanso y mis ojos leen tan rápido que parecería que tengo algún poder extraño, me concentro. Mientras los minutos corren el sudor hace su aparición. Lo que me pide la loca pandillera en realidad no es nada fácil. Me tomo mucho tiempo en hacer lo que me pide y cuando lo logro siento que corrí un maratón. Giro la silla dejando caer mi cabeza hacia atrás, luego la levanto y me encuentro con la mirada achocolatada de Kagome. Trago en seco. Ella tiene los brazos cruzados a la altura de su pecho y una pose muy ... Sexy. Su cuerpo recalgado del umbral de la puerta, una sonrisa se satisfacción se posa en sus labios al mirarme. En efecto Kagome es hermosa. La delicadeza de sus facciones son de lo más atrapante. —Listo — comento al verla acercase a mi. Su rostro queda muy cerca del mio y me pierdo en esa mirada oscura que me parece tan ... Brillante. —¿Ves que fácil es cooperar conmigo? —Ella sonríe y me pierdo por completo en el gesto. Esta mujer es demasiado para que mi mente busque posibles escapadas. —¿Ya me puedo ir? —Pregunto ignorando lo que dijo anteriormente. —Por supuesto — le hace un gesto a los encamascarados y toman a Miroku. —Bien, no estoy de humor a seguir jugando esto. Gracias a ti ahora soy un delincuente — entro mis manos en mis bolsillos y muevo mis pies para distraerme en algo y no caer en la mirada achocolatada de ella. —Háganlo — dice y mueven a Miroku quien se queja para sacarlo del lugar. —Hey, hey ¿qué diablo hacen? —Pregunto nervioso mirando como lo alejan de mi. —Ellos solo nos dan espacio y tiempo a solas para... Hablar—lo que en el lenguaje Kagome Higurashi es amenazar, pero ya me voy acostumbrando a eso. —Que sea rápido... No puedo terminar de hablarle porque otra vez me sorprende con lo rápida que es. De un momento a otro separa mis piernas y entra una de las suyas entre las mías, mi espalda choca contra la pared y su cuerpo prácticamente cubre el mio. El frío metal de la navaja la mantiene contra mi garganra y temo siquiera tragar, se siente muy afilada y justo ahora no tengo ganas de poner a prueba a Kagome para saber si es capaz de matarme. —Creo que no debo repetirte lo que te pasará si me traicionas—murmura mirándome directamente a los ojos. A pesar de lo amenazante que se ve, también se ve sumamente hermosa. Pestañeo un tanto aturdido, ella tiene un poder muy fuerte en sus manos. —No recordaba que te debía lealtad—susurro, ella lame sus labios y mis ojos captan el movimiento como si en cámara lenta pasara. Una sonrisa un tanto retorcida cubre su rostro, sus ojos no se han apartado de mi en ningún momento. —Claro que me debes lealtad, de ti depende la vida de tu primo—mi respiración se dispara cuando ella se mueve para estar más cerca. Tengo que estar loco porque justo ahora toda la escena me parece de lo más erótica. De una manera extraña y retorcidos, pero así lo siento. Lentamente veo como la mano que no sujeta la navaja sube por mi pecho recorriéndolo de manera experta. Mis ojos de oscurecen a la espera de lo que hará. Ella bate sus largas pestañas a la vez que su mano baja muy cerca de mis partes bajas. Luego vuelve a subir y acaricia mi cuello, siento un tirón que quiere hacer que mi m*****o despierte, está mujer irradia sensualidad. —Kagome—ella se separa de mi y mira a por donde se llevaron a Miroku. Es una chica, pero una mascara cubre su rostro. —¿Si?—pregunta alejándose de mi, mi respiración es más rápida. —Te necesitamos en el centro, debemos comenzar el plan de estragia—ella le sonríe con tranquilidad a la chica, si no la conociera pensaría que es una sonrisa muy dulce. —Déjame terminar aquí y luego voy—su voz suena autoritaria a pensar de la falsa sonrisa que lleva en los labios. La veo jugar de una manera rara con la navaja. La chica asiente y de aleja sin decir nada más. Ella da la vuelta y otra vez me atrapa en esos ojos que son muy cautivadores—creo que nuestra conversación llega a su fin, es una lástima, justo cuando empezaba a ponerse interesante—paso una mano por mi cabello sintiéndome frustrado sin razón. En realidad hay una razón. Por un momento caí en los encantos de esa chica y eso me dejó en un punto vulnerable, algo que no debo volver a hacer. Es confirmado que Kagome es una experta en usar tus debilidades en tu contra. —No sé si eso fue una conversación—ella me mira seria. —Se los llevarán a ambos, abren la boca y saben lo que pasará—asiento y me hace caminar—es hora de que te largues, la venda en los ojos, ahora—hago lo que me pide. *** Cierro el libro cuando la clase termina. Ayer fue el episodio loco en donde fui un chico malo que hizo cosas ilegales. Bien, hablar con Miroku no fue nada sencillo porque estaba enfrascado en contarle a Sesshomaru, pero luego de analizar la situación lo mejor será dejar las cosas de esa manera. No quiero más problemas con esa chica. El día ha pasado con toda tranquilidad. Nada fuera de lo común, aunque si, Miroku ha estado un tanto paranóico desde ayer. No lo juzgo, solo que no quiero ver su cara por lo menos en semanas. Gracias a él tuve que hacer aquello, Sesshomaru me mataría si se entera, además, la parte de mi que tanto lo admira teme que él lo sepa. Sesshomaru es un ejemplo a seguir y el yo haber hecho eso no me causa alegría precisamente. Recojo mis pertenencias cuando veo a todos salir del salón y cuando todo está dentro de la mochila, la cuelgo a mi hombro. Veo el pasillo que está abarrotado de estudiantes radiantes porque las clases han culminado el día de hoy. Nunca he hecho amigos, bueno, algunos conocidos gracias a Miroku, siempre me he mantenido con bajo perfil, pero gracias a mi primo eso es pasado. Es por eso que mientras salgo saludo a algunas personas con la cabeza y otras me detengo porque ellos me hacen detener para decirme algo. Rechazo algunas invitaciones a fiestas y logro salir. El aire fresco da de lleno en mi rostro, justo lo que necesitaba. Camino un poco y levanto la mirada al escuchar mi nombre. Ella me sonríe y no puedo hacer más que devolverle la sonrisa. Lleva un vestido suelto que la hace ver más natural junto a esa melena larga en una trenza a un lado del rostro. Tsubaki sabe que es hermosa, es por eso que me regala una sonrisa coqueta al darse cuenta de que mi mirada persiste más tiempo del necesario en ella. —Hola chico guapo—ella se acerca y besa la comisura de mi labio. —Hola Tsubaki, no te esperaba aquí—comento mirándola. El vestido le llega por encima de las rodillas, ella tiene unas piernas muy hermosas y bien trabajadas. Tsubaki ama ejercitar su cuerpo. —Algo me decía que debía raptarte—me guiña un ojo—¿me dejas robarte un rato?—me lo pienso. No tengo mucho que hacer hoy más que darle mucha mente a lo que ayer pasó. —Está bien, además, desde la fiesta no te había podido ver—su sonrisa es tan bonita que me fascina. Me gusta estar con ella. —Fiesta donde terminaste desde el cuello para arriba empapado de agua y no me quisiete decir como pasó eso—río al ella hacer una mueca. Claro que jamás le diría lo que Kagome me hizo. —El alcohol me tenía algo tonto, así que esa fue la solución más rápida—ella comienza a caminar y es mi señal para seguirla. Subo de copiloto a su auto y ella se encarga de conducir. No sé a donde me llevará, pero es refrescante tener a alguien como ella cerca. Las chicas siempre esperan a que los chicos sean los de la iniciativa y estar con una chica de armas a tomar como ella, me hace sentir... Extraño. Sin embargo, hay una pequeña parte de mi que de manera inconsciente la compara en ciertos aspectos con Kagome. Siempre tan fiera, tan poderosa. Tan... Como Tsubaki, solo que más peligrosa y confiada. Me gustan las mujeres que se tienen confianza. Que su seguridad te envuelva, que sea... Ella, sin ataduras. Es por eso que la personalidad de ambas chicas de alguna manera me atrapan, pero no tengo dudas de quien me gusta. Desde hace tiempo he querido decirle a Tsubski cuanto me gusta, creo que hoy es el día que podremos sincerarmos porque a ella tampoco le soy indiferente. Entramos a una cafetería cálida. Miro a Tubaki quien no ha dejado de sonríer en todo momento. —Es mi lugar favorito—confiesa caminando hasta una mesa discreta, tomo asiento frente a ella. Su voz es tan... Ella tiene una voz que te caza sin tu quererlo. Es por eso que la miro y ella se sonroja un poco, me gusta su voz. Mierda, en realidad me gusta Tsubaki. Sin proponerlo comenzamos a hablar de cosas al azar, a la vez que comemos lo ya pedido. Tsubaki es muy inteligente y de un momento a otro estamos hablando de temas historicos trascendentales. Me atrapa. Ella hace algunas bromas malas que me hacen reír porque ella lo disfruta como nadie. Sonrío, me río y me siento... Un chico de mi edad. No como un adulto que debe seguir muchas normas y reglas. Veo sus ojos lagrimear de la risa y su rostro, así, justo de esa manera en la que lo tiene ahora es perfecto. Me quedo mirándola y ella detiene su risa. —Tsubaki, tengo algo que decirte—confieso sin dejar de mirarla. —Te gusto, eso lo sé, tu también me gustas Inuyasha—y otra vez me deja mudo. Ella es quien se acerca y me toma del cuello para besarme. Sus labios saben a la malteada que ella bebía y me pierdo en ella un momento—tendrás que disculparme—la beso otra vez. Ella toma mi mano luego de pagar y nos hace salir. —¿Por qué?—pregunto al verla nerviosa. —Inuyasha Taisho, otra vez nos encontramos—giro mi rostro y palidezco. El mismo tipo que Kagome le disparó me mira sonriente. —¿Qué significa esto Tsubaki?—pregunto al verme rodeado por personas con pasamontañas. —Vendrás con nosotros—miro a la chica que me gusta sonriente como si nada de esto estuviera pasando. Justo ahora me siento engañado. 
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