El dolor que siento en todo mi cuerpo es horrible. Anoche me dejaron tirado frente a mi casa, cuando mamá me vió en ese estado se puso como loca. Le dije que todo fue porque me querían robar y me negué. Aún así ella quería llamar a mi hermano para que abra un caso, ella es tan loca con mi seguridad.
Hoy no iré a tomar clases, no puedo. Mi cuerpo no me permite levantarme, me duele todo y gracias al golpe en la rodilla camino raro. Maldito Bankotsu y su obsesión por Kagome. La película que veo ni le presto atención. Mi mente está procesando todo lo que ocurrió. Me siento tan utilizado, creo que mi ego fue golpeado por Tsubaki y no tengo ganas de pensar mucho en mi roto corazón, mis sentimientos heridos y los secuestros a mi persona.
Con un suspiro cansado levanto el mando del televisor y lo apago dejando la habitación en una tranquilidad inquietante. Muevo mis dedos sobre mis piernas y descanso un poco al cerrar los ojos. Los calmantes han ayudado a que mi cuerpo no duela a muerte, sin embargo, aún tengo un corazón o más bien, ilusiones rotas por la chica que me gustaba.
Nunca habría imaginado que Tsubaki pertenecía a un club de delincuentes que están muy mal de sus cabezas. Ahora me tienen atado de manos y pies. Kagome por un lado y ellos por otro. Estoy en medio de dos bandas que se odian y no se que es peor. Si estar con ellos o con ella. Supongo que ambos me dan un poco de miedo. Lamo mis labios, por lo menos Kagome es una belleza. Eso es algo que no voy a negar, de seguro por eso Bankotsu sigue tan herido por ella desecharlo.
Unos toques en la puerta me hacen mirar a la puerta y luego el cabello oscuro de mi madre aparece en mi campo de visión. Una sonrisa en sus labios hace que le sonría devuelta.
—¿Se puede?—pregunta sin pasar.
—Sabes que para ti siempre—respondo y ella se adentra con delicadeza. Mi madre es tan hermosa que aún me pregunto cuántos pretendientes mi padre tuvo que alejar de ella.
—¿Estás mejor?—me pregunta tomando asiento en la cama.
—Si, los calmantes me han ayudado—contesto despacio y le sonrío.
—¿Me dirás la verdad?—trago en seco cuando la veo ponerse seria.
—¿Qué?—ella suspira.
—Te conozco muy bien, recuerda que fui yo quien te tuvo en su vientre nueve meses Inuyasha. Sé cuando mientes y cuando no, no te presioné cuando llegaste porque estaba esperando que decidieras decirme la verdad, pero ya no aguanto—su seriedad me hace tragar en seco—quiero saber qué pasó y quiero la verdad Inuyasha. No me digas mentiras porque sabes que las odio, sé que estás en la etapa donde no debo involucrarme en tu vida—suspira lentamente—ahora, dime la verdad, por favor y lamento ser una madre tan sobreprotectora, pero algo me dice que las cosas son más complicadas, espero y mu instinto me falle—cierro los ojos y luego los abro.
Decirle la verdad a mi madre no es una opción. Ella no debe enterarse de nada de lo que pasa, pero mentirle me rompe el corazón. Siempre hemos sido sincero entre nosotros, los secretos no existen aquí. Mi madre es mi mejor amiga, es por eso que no me gusta decirle mentiras.
Ella me mira esperando una respuesta y lamo mis labios. Bueno, no me gusta mentirle, pero debo hacerlo. Lo siento madre, pero decirte la verdad te pondría en peligro.
—Me siento un poco avergonzado—comento. No le gustará la mentira que diré, pero es mejor que ponerla en peligro.
—¿Qué es lo que hiciste Inuyasha Taisho?—se levanta de la cama para poner sus manos en jarras en su cadera.
—Bueno, verás ¿recuerda la chica que me gustaba?—pregunto y ella frunce el ceño y luego sonríe.
—Claro, te veías algo distraido por ella—memoriza.
—Ella es una chica increiblemente hermosa. La conocí en el instituto y bueno, me gustó mucho. Lo que pasa es que quedamos en varias ocasiones y bueno—jugueteo con mis dedos sonrojándome—un día en su casa una cosa llevó a la otra... Tuvimos sexo—murmuro tragando lentamente.
—¡Sexo!—chilla con los ojos abiertos—pero, ¿se protegieron?—suspiro y asiento—eso me deja más tranquila, estas muy joven para ser padre, aún no eres nada maduro para tener esa responsabilidad—le sonrío.
—Bueno madre, esto es un poco embarazoso para mi—ella hace um gesto con la mano de que continúe.
—Tranquilo mi bebé, solo estoy sorprendida de que hayas perdido tu virginidad y no me lo hayas comentado—rasco de manera distraida mi nuca—¿hiciste lo que te dije? Espero que la chica disfrutara y no solo pensaste en tu placer Inuyasha—niego con una sonrisa.
—Siempre será así madre—ella besa mi mejilla.
—Sigue—asiento.
—Bueno, aquí viene la parte complicada de la historia—trago en seco—ella tiene pareja, soy su amante—mamá cierra loa ojos y luego me mira molesta.
—¡Inuyasha Taisho!—chilla y me toma por la oreja—¿qué comportamiento es ese? No te crié de esa manera, sabes que es egosita interponerse em una relación—suspiro.
—Su novio nos encontró y bueno ya puedes imaginar lo demás—ella suspira—terminé esa relación con ella, ya aprendí la lección—mamá sonríe.
—Eso espero, tu padre y yo saldremos y creo que llegaremos muy tarde, pero si te sientes mal podemos dejarlo para otra ocación—le regalo una sonriaa.
—Descuida madre, estaré bien—ella besa mi frente.
—Dudo que tu hermano venga hoy, llámame para cualquier cosa, te amo—la veo salir y sonrío.
****
Al llegar la noche bajo a la cocina em busca de aperitivos para pasar la noche viendo alguna serie. No tengo nada de sueño ya que luego de mi madre irse me la pasé durmiendo. Tarareando alguna canción subo a mi habitación dejando todo lo que traje encima del escritorio para tomar el mando del televisor y poner netflix. Cuando me voy a acomodar en la cama salto del susto al ver la mirada divertida que me regala.
—¿Qué haces aquí?—pregunto sin dejar de mirarla con desconfianza. Sus ojos chocolates brillan con diversión—tu visita es inesperada—murmuro.
—Digamos que me escondo aquí—se sienta y luego se encoje de hombros—así que me puse cómoda ya que dormiré en tu casa, dormiré contigo—paso las manos por mi cabello y enarco una ceja.
—¿Qué?—pregunto y ella sonríe.
—Lo que escuchaste—se levanta y toma una bolsa de papaa fritas y la abre comiendo de ella—¿qué vamos a ver?—la miró frunciendo el ceño.
—¿Qué pasó para que termines aquí?—ella sonríe.
—Salí sin nadie y me emboscaron, de tanto correr terminé en tu calle. Ahora no imaginaran que estoy aquí. Sería una locura meterse en la casa del policía que lleva tu caso—suspiro dejándome caer en la cama—por cierto, tienes buen gusto, linda habitación y además es espaciosa—lamo mis labios.
—Bueno...
—¡Inuyasha! Saldré, una chica que espera, solo te aviso para que no re preocupes—la voz de Miroku se escucha fuerte.
—Bien—escuchamos sus pasos alejarse y suspiro.
—Te acomodaré una habitación de huéspedes—ella sonríe.
—¿No escuchate? Dije que iba a dormir contigo—de seguro la miro raro porque ella sonríe con burla. Con desconfianza me siento en el borde de la cama.
—No dormiremos juntos—digo cruzándosme de brazos.
—¿Por qué no?—me pongo nervioso a la vez que ella me mira. La veo quitarse los tenis y subir los pies en la cama.
—Porque no y punto—murmuro.
—Dormiré aquí y tú conmigo. Consígueme algo de ropa—ella se saca la camiseta quedando en sujetador frente a mi. Inmediatamente me doy la vuelta y escucho au risa, ¿por qué siempre se ríe de mi?
>> Puedes mirar, no es como si no has visto a una mujer desnuda—busco una playera mía y me giro. Gran error. Ella está en ropa interior. Toma la playera y se la coloca. Siento mi cara un poco caliente—que lindo, estás sonrojado—evito su mirada.
—No esperaba esto, es todo—comentó y ella se gira para hurgar en mis cosas. Mi mirada cae en sus piernas desnudas, ella se mueve y esa piel limpia y clara está ante mis ojos. Trago en seco al llegar a su trasero. Ya me parezco a mi primo, que horror. Pero es inevitable verla con ojos lujuriosos, Kagome a pesar de que está un poco loquita está buenísima.
—Entonces ¿qué vamos a ver?—pregunta y camino a mi cama nervioso.
—Alguna serie—su sonrisa crece. Ya no parece la líder de una pandilla aquí. Más bien una adolecente de lo más normal.
—Bien—se lanza a la cama y la playera se sube un poco. Casi pude ver más. Agito mi cabeza para que mis pensamientos no sigan por esa dirección.
Ella come golosinas y solo la miro de reojo. Estoy tenso y muy nervioso. Es la primera vez que estoy en esta situación con una chica y ella vino de una manera desprevenida por lo que una actuación de tener seguridad en la situación no es confiable.
—Uhm...
Me coloco mejor y ella se acomoda se lado haciendo que sus piernas se vean más sensuales. Lamo mis labios y luego vuelvo la vista al televisor. Esto no está funcionando. ¿Qué me pasa con esta mujer? Me tiene muy mal. En realidad, lo tengo muy mal por ella.
—¿Por qué estás tan nervioso?—pregunta sentándose. La veo quitar la goma de su cabello y ver como cae como cascada en su espalda de una manera rebelde. Ella lo acomoda y se ve tan sexy de esa manera.
—No estoy nervioso—respondo con tranquilidad. Miro la mesita de noche donde está su ropa y la pistola que parece nunca despegarse de ella.
—Lo estás—eleva una ceja mirándome interrogante—¿es por ser pandillera?—niego rápidamente.
—No... Es... Si te digo te burlaras de mi—ella ríe.
—Solo dilo—se sienta mirándome. Desde mi puesto la observo.
—Es la primera vez que una chica está en mi habitación—ella no se ríe.
—¿Nunca has escondido chica para follar?—pregunta con sorpresa.
—Yo... No.
—¡Eres virgen!—grita con sorpresa.
—¿Qué?—me mira como si fuese un extraño ser humano.
—Es la primera vez que veo a un chico virgen y que no se vea mal—comenta analizandome—de hecho, estas buenísimo—sonrío sin poder evitarlo.
—Ya que sabes por qué estoy así, espero y no te burles—cierro los ojos y espero que ella se ría, pero en cambio siento movimiento y abro los ojos alarmado al sentirla ahorcadas de mi cuerpo. La veo con una sonrisa maliciosa en los labios.
—No sabes lo tierno que eres, me insitas a volverte un chico malo—susurra mordiendo su labio inferior. Las manos de Kagome suben poe mi pecho y siento el calor de su cuerpo. Maldición.
Ella se inclina y besa mi cuello lentamente. Y luego me mira a los ojos.
—?Qué haces?—murmuro sin poder moverme.
—Sé un chico atrevido Inuyasha. Creo que sabes muy bien lo que quieres, pero algo te retiene. Veo como me miras. Haz caso a tu instinto—lame mi lóbulo y siento una parte de mi comenzar a endurecerse—¿qué harás?—pregunta ella alejándose y sonriendo—¿aceptarás el peligro o te alejarás de él?—una curiosa pregunta.
—Por ahora lo aceptaré—susurró para acercarla a mi y devorar sus labios como quiero hacerlo.