Los médicos me rodean. El hormigueo comienza a aparecer mientras el dolor que siento se mezcla con los síntomas de la droga. Para este punto no sé qué es lo que más de duele, pero me niego a dejarme derrotar. — Señora, entendemos su dolor pero debe ser consiente de su condición.— me dice uno de los médicos que intentan acercarse a mí. Niego a su toque. Mi cuerpo exige liberación, pero me niego a brindarle eso ahora. No voy a decir que pienso guardarme a Clem, pero en estos momentos no deseo satisfacer la droga que tengo en mi sistema. Intento controlar mi respiración y centrar toda mi atención en calmarme, ya que realmente lo necesito. Suspiro profundo y seco mis lágrimas con el dorso de mi mano. Miro la caja que está en mis manos y observo al estúpido que estaba emocionado por el