Capítulo 3

4284 Words
— Comenzó cuando le diste cacería a Damián. ¡Por eso te dije que dejaras todo en mis manos, pero a ti te valió mierda lo que te dije! — grita cabreado — Muchos quieren acabar con nosotros, pero pocos lo logran. Es por ello que el que hayas acabado con quien tubo los cojones para dañarnos, aún siendo nuestra propia familia; el que hayas humillado y sacado a Dylan de la empresa; y que te hayas hecho respetar en la empresa más machista de la industria, ayudó a que te convirtieras en la puta ama de TeSoIn y en la dama negra del bajo mundo. >> Todos los que están en ese negocio y quieren obtener el máximo poder, saben que además de tener aliados que en cualquier momento los pueden traicionar, necesitarán una mano derecha que sea quien le ayude a liderar dicho puesto y a continuar con su legado y tú, para tu desgracia, encajas perfectamente en ambas características. Mi boca se abre ante dicha confesión. Por eso les interesé a los Cardwell y ahora a Clem. Por eso mataron a los míos. Me necesitaban sin punto de quiebre y eso era mi familia. Mala decisión. Sin punto de quiebre no tienen como doblegarme, porque aunque sea una dependiente s****l de por vida, no pienso darme por vencida. No lo hice antes, mucho menos ahora. — Te están cazando y el que aún no lo hayan logrado, solo reafirma que no eres fácil de obtener y como eres así, más te anhelaran. Y te aseguro que los Cardwell y los Clem, solo serán el inicio de los que te querrán a su lado — asegura. Mil veces mierda, eso es mi vida. ¿Por qué demonios no puedo tener una vida normal? ¿Por qué demonios debo de entrar en estos juegos en los que soy el objetivo y recompensa? ¿Por qué las dificultades que pasó tienen que ser más malditas y retorcidas que los malditos juegos diabólicos? ¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¿Qué maldita maldición estoy pagando para merecer esto?! Los síntomas me golpean en conjunto haciendo que pierda el equilibrio y caiga de rodillas al suelo. — Antes eras el objetivo para vengar. Ahora serás el premio que asegurará la victoria de quien te tenga a su lado. — se acerca mí — Y te aseguro, que tu puesto es a mi lado. Lo fue, lo es y siempre lo será. Es eso o morir — comenta decidido. El Jayden cariñoso y atento que vi alguna vez ya no existe. Ahora, estoy viendo un Jayden que aunque nunca había visto, encaja perfectamente con la definición de su apellido. Cardwell = maligno, posesivo y perverso. Después de todo es un Cardwell, así que los demonios que se muestran ante mí en sus ojos, no me sorprenden. Más bien me alegra, por que solo puedo sobrevivir a este nuevo juego, si los participantes se matan unos a otros. Por lo que el que muestren sus demonios desde ya, evidencia que la guerra apenas inicia y ya se ve prometedora. Y eso me causa risa. Por lo que carcajeo con todas mis fuerzas al ver las reglas del juego que recién empieza, se muestran. Jayden jamás pensó en salvarme de la droga porque me quería. Lo hacía porque me necesitaba sometida y a su lado, para ganar. — ¿De qué te ríes? — pregunta molesto — ¿No te das cuenta de la magnitud del problema en el que te encuentras? Seco las lágrimas que las carcajadas hicieron salir. Los síntomas se desvanecen mientras me levanto del suelo. A este punto no tengo ni puta idea de cómo actúa la droga en mi organismo, pero ya es algo que no me interesa, no cuando sé como controlarla por poco tiempo. — ¿Yo me encuentro en algún problema? — sonrío para volver a la seriedad en menos de un segundo — Quien debe de estar temblando por lo que le pueda pasar eres tú, quien es uno de los jugadores que aún no sabe si podrá llegar al final de todo esto. — Tampoco sabes si llegaras. Doy un paso hacia él sin miedo alguno y contesto con seguridad. — Te aseguro que llegaré al final. Después de todo soy el premio y no un simple jugador. Me necesitan para triunfar, tanto ellos como tú. — Pero ellos no tienen un haz bajo la manga que yo sí tengo. — ¿Cuál es tu has bajo la manga? ¡¿El que hayas creado la maldita HotSub para controlar el mercado n***o?! — grito enojada — ¿De qué te sirve haberlo creado si no sabes cómo manejarla, maldito imbécil? Porque sí, esa maldita formula de HotSub solo puede poseerla quien la creó. Y yo, ya la he visto dos veces en mi vida. La primera fue en el sistema de Lucy y la segunda en la computadora de Jayden. No puede ser coincidencia, menos si ahora esta demostrando quien en realmente. Jayden es quien carcajea esta vez. Sin duda le resulta divertido que haya conocido su secreto bien guardado. — Le hiciste creer al mundo que cedías ante Dylan, cuando realmente lo utilizaba como escudo humano. Si HotSub fracasaba, irían por Dylan quien es tu perro faldero sin que él lo sepa. Y si Vimo fallaba, Dylan también tendría que sufrir las consecuencias. Pero no contaste con que yo apareciera e intentara salvar TeSoIn. Como tampoco contaste que la llave maestra que tanto han deseado tus enemigos, apareciera ante tus ojos y no solo te volviera loco a ti, sino también a tu hermano e incluso a Clem. — Lo reconozco. Eres inteligente, atractiva y valiente, pero contra mí, eres demasiado lenta. Me río a carcajadas con lo que dice. Él no sabe algo que yo sí sé. Mira el reloj en la pared y sonríe ante lo que ve — No se cuando fue tu último orgasmo, pero por lo que has tardado en llegar aquí y lo que has durado hablando conmigo, tienes menos de tres minutos para sentir síntomas de mi droga en tu cuerpo. Aún puedes suplicar y pensaré un poco si puedo ayudarte. Lo observo atentamente. Por primera vez en mi vida, Jayden me esta mostrando su verdadera cara. A este punto no me sorprende que sea él quien mató a su jefe, a este punto no me sorprendería saber que fue él quien ayudó a Damián, a este punto nada de lo que digan de él me sorprendería. Razón tenía al no confiar en él completamente. Inteligente fui cuando no me enamore de él. Ahora que conozco su máscara y la de Dylan, no me genera miedo. Menos cuando él piensa estar un paso frente a mí y yo ya voy varios delante de él. La notificación de un mensaje suena en la habitación cortando el silencio que hemos creado entre tanto desastre. Abro el mensaje, alegrándome lo que leo. “Aún no sé que como se comportarán ambos componentes, ni que efectos secundarios genere en la persona, ya que el P19BSD es un componente extremadamente difícil de conseguir e impredecible al ser tratado. Pero al estudiar sus propiedades, más las propiedades que ya conocemos de la morfina, estos ayudarán a que puedas vivir siendo funcional aunque tengas en tu sistema la droga HotSub” Sonrío ante lo que leo. No me asegura todo lo que quería, pero por lo menos me da esperanzas. Los minutos estipulados pasan y nada cambia en mí. Lo cual causa una confusión en el rostro de Jayden y en mí una risa que no me deja hablar. — ¿Por qué? — Me acabas de mostrar el demonio que eres, pero aún no sabes que tan engendro del mal soy. Lo genial de todo esto será que para cuando te des cuenta que proclamarme tu mujer, te convierte en el objetivo que deben acabar de primero, será demasiado tarde para ti y solo por ello tendrás dos opciones. Morir en sus manos o resistirte ante mí y ser mi maldito esclavo. — Pedirás que no acaben conmigo porque solo yo puedo darte el antídoto de lo que tienes — asegura y yo sonrío ante lo estúpido que se ve diciendo ello. Lo observo con la burla que me causa su ignorancia. — Seguro — digo caminando hacia la salida— Espera a que pida piedad por ti. — No te estoy bromeando. Me necesitas — dice agarrando con fuerza mi brazo. Decidida y sin remordimiento alguno, doy un puño a un costado de su costilla, en la cual tiene un parche que cubre una herida abierta que fue cosida. El dolor le hace aflojar su agarre, en ese momento aprovecho para hacerle una llave que me ayuda a desestabilizarlo. No pierdo tiempo y utilizo su peso a mi favor, llevándolo al suelo sin delicadeza. Los quejidos no se hacen esperar. — Espera por ello. Ten fe que pediré por ti, así como yo creí en tu inocencia. ¿Quién sabe? Algún día podría ayudarte a que no mueras. — comento sonriente para después salir de esa maldita habitación. Ojalá que con ello saliera de sus vidas. Bajo hacia el parqueadero enojada hasta más no poder y subo al auto en el que vine. El enojo con el que vine no es nada en comparación con el que me voy. — ¡Maldita sea la familia Cardwell que solo vino a mi vida a joderme! — grito mientras golpeó el volante del auto. Lloro y no sé si es por el enojo, la decepción o las ganas frustradas de querer matarlo y no poder. O más bien, no hacerlo porque quiero que este alerta a todo y que cuando menos lo espere, su vida sea arrebatado en mi presencia. Con rabia conduzco por la ciudad que tantos momentos negativos he vivido. He perdido una y otra vez sin esperanza de recuperar lo perdido. Mientras que quienes me hicieron daño disfrutan de mi dolor sin recibir su merecido castigo. ¡Maldita sea la sociedad que ignora el daño que hacen las personas que tienen poder a nosotros los que no tenemos como defendernos! Pero no debo dejarme llevar por el enojo. Necesito ser inteligente y demostrar que soy mucho mejor que ellos. Morí como Isabella. Morí cuando mi familia fue asesinados y mi última muerte fue cuando me arrebataron a Phia. Ahora les toca a ellos sufrir el daño que me han causado. Coloco el teléfono en su puesto y llamo a Clem. Me molesta que quien tengo menos de veinticuatro horas de haber conocido, sea mi respaldo. Pero como están las cosas, es a la única persona que puedo molestar para lo que sin duda se vendrá. No me sorprende que cualquiera que me ayude muera por ello. Por lo que debo de buscar apoyo en personas que sean difíciles de acabar, o que por lo menos, no sea una pérdida para mí. Al segundo tono recibe mi llamada. En la llamada — ¡Necesito la dirección del bioquímico ahora! — exijo y me importa poco que lo que dije debía de haberlo dicho con delicadeza, ya que soy quien se sirve de él — por ahora. — Hola ¿Cómo estás? Yo, estoy bien. Gracias por preguntar — comenta frío. Ruedo los ojos ante lo que escucho. — Déjate de mamadas y dime lo que necesito. Las cosas no están para jugar, cuando la guerra sangrienta está a nada de desatarse. — ¿De qué guerra me hablas? — Soy el premio, junto al trono que solo obtendrá quien gané. — ¿Me hablas de las elecciones? Recuerdo lo que aquel coronel dijo antes de ser asesinado. Es cierto. Clem es candidato de una elección que desconozco. — ¿Las elecciones en la que estas tiene algo que ver con obtener el poder absoluto? — Sí, mi poder es el mayor en Norteamérica, pero si quiero reinar los demás continentes necesito ser elegido para ello. — Querrás decir ser el único que sobreviva a la masacre que ya ha comenzado. — Tú lo dices con tus términos y yo con los míos. Pero sí, es eso. — Después hablamos de ello. Ahora lo realmente importante para mí es encontrarme con el bioquímico. — Esta bien. Te la mando en un mensaje. — comenta para después finalizar la llamada. Fin de la llamada A los pocos segundos la pantalla de mi teléfono se ilumina mostrando mi dirección destino. Lo conecto a mi GPS y este me da la ruta que debo tomar. Iba conduciendo hacia el suroeste y mi nuevo destino es el noreste, por lo que tardó en llegar a mi destino. Sin embargo, la tardanza no hace que le reste importancia a lo que quiero saber. Mucho menos, ayuda a que el miedo de que las cosas no funcionen para mí, desaparezca. Me jugué al todo por el todo dejándole a Jayden en claro que no estoy para hacer lo que le plazca. Ya no me va a utilizar porque no me apetece ni estoy interesada en fingir que si quiero que lo haga. Bajo del auto que desentona con el humilde barrio en el que me encuentro. No está tan demacrado como los barrios de comunas pobres de Santa Marta, pero sin duda, el deportivo que manejo, desentona con las humildes calles del barrio. Camino directamente a la reja del lugar y oprimo el timbre que anuncia mi llegada. A los pocos minutos una señora de unos cincuenta y tantos años aparece mostrándome una amigable sonrisa. — ¿Es usted la señorita Johnson? Asiento ante su pregunta y ella me abre la reja del lugar. — Entre, mi esposo la está esperando. — comenta sonriente. Lo cual me resulta extraño. Y no es que sea paranoica, es que nadie ha sido del todo amable conmigo sin querer obtener algo de mí. Intento concentrarme por donde estoy pasando. Encontrándome así, en una casa llena de objetos de porcelana y otros objetos que sin duda son demasiado frágiles para tenerlos a la vista de todo. La decoración muestra que no es de este siglo — al igual que la casa — pero esta bien conservada y muestra el aire familiar que sin duda, esta casa ha presenciado a lo largo de los años. — Su laboratorio está en el patio. Por lo que debemos de dirigirnos a la cocina. — me dice la mujer pasando a mi lado. Mi cuerpo se mantiene en alerta ante cualquier problema, mientras la sigo hacia mi destino. El pasillo por el que caminamos, está lleno de muchos retratos familiares antiguos, que son evidencia de cuanto tiempo ha pasado. Cuando llegamos a la cocina, reafirmo la idea de que la misma fue creada y decorada mucho antes de que mis padres nacieran. El horno artesanal, me lo dice a gritos. La mujer abre la puerta que comunica la cocina con el patio y es en ese momento que los síntomas me golpean con entusiasmo. ¡Lo que me faltaba! Con temblores en mis piernas, me aferro a la mesa que esta en medio de la cocina con la intención de no caer de bruces contra el suelo. La mujer quien estaba en el umbral de la puerta, viene a mí con preocupación. — ¡Muchacha! ¿Qué te sucede? — dice colocando una mano en mi espalda baja y la otra agarrando mi brazo. — Y-yo es-to…. Llame a su marido, por favor. — pido cuando sé que decir que estoy bien es una vil mentira. No lo estoy y no lo estaré nunca si no consigo algo que me ayude a controlar esto. Por lo que aún con mi malestar, necesito escuchar de su boca que lo que encontré me sirve. Intento controlar mi propio cuerpo pero como siempre me resulta imposible de lograrlo. ¡Maldita sean los Cardwell! — los maldigo mentalmente, ya que los espasmos no me permiten maldecirlos sin gemir. ¡Me las pagarán! Al poco tiempo un hombre de cabello blanco, llega a la cocina junto con la mujer que me recibió. — ¿Qué le sucede? ¿Sufre de alguna enfermedad? — pregunta apresuradamente. Asiento al no poder emitir alguna palabra. HotSub es una droga que me ha enfermado. No sólo me ha vuelto una maldita ninfómana, sino que además, ha dejado secuelas que posiblemente me acompañen de por vida. Porque algo es seguro. Mi problema cardíaco es debido a esa maldita droga. — Martha, ayúdame a llevarla al laboratorio. La mujer asiente y entre los dos me llevan al dichoso laboratorio. Mientras me ayudan a caminar, las sensaciones se incrementan como si tuviera un conector anal o un maldito Vibrador bunny, que aunque nunca he usado, lo que estoy sintiendo se asemeja a lo que en la universidad, escuché que causaba. Mis jugos vaginales me empapan como si estuviera en el mejor momento de un buen sexo, cuando realmente estoy caminando —con ayuda — hacia un cuarto que fue amueblado para ser un laboratorio. Maldita droga, malditos Cardwell. La mujer intenta auxiliarme mientras me bombardea con preguntas para saber que es lo que realmente siento, mientras su esposo llama por teléfono. ¿Cómo le digo a una señora de su edad, que los síntomas que tengo son similares a tener vibradores en mis dos canales, puestos en su máxima potencia? ¡De seguro se escandalizaría! Y no solo por los síntomas a los que estoy haciendo referencia, sino, a que sin duda, esta pobre mujer no tiene ni la más remota idea de lo que le estaría hablando cuando le menciono un vibrador o conector. — Y-yo es-toy bien — digo agitada. La mujer toca mi rostro sudado y sus ojos se agrandan. — ¡Estas adquiriendo temperatura! — se escandaliza. Y eso que no le expliqué lo que tenía. La mujer sale del laboratorio corriendo, para al poco tiempo regresar con un recipiente con agua y una pequeña toalla. A penas llega, humedece la toalla y la coloca en mi frente. — Will ¿Qué le sucede? ¿Por qué está así? — pregunta mientras intenta que mi temperatura baje. Los espasmos pre orgásmicos me hacen temblar, haciendo que la pobre mujer se preocupe aún más. Maldita droga que me ha vuelto nada. Sin duda, mi sistema inmunológico está que renuncia a su trabajo. Y no es para menos, cuando no se sabe que otro malestar trae la droga cuando se activa. — Mujer, déjame con ella. El doctor James viene en camino. — No es necesito — logro articular. No lo digo porque quiera minimizar mi malestar, intentado mostrar una fuerza que deje de poseer hace tiempo, sino, porque varios médicos me han tratado y con la droga que tengo en mi sistema, muy pocos saben tratarla. — La fórmula que Clem le envió, fue encontrada por y para mí. El asombro invade el rostro del hombre. — ¿Usted fue drogada con …? Asiento ante la pregunta incompleta. ¿Tan potente es que no tiene el valor de decir su nombre? Yo que la estoy sufriendo podría decir que sí. — Pero me dijo que sufría de una enfermedad. — La ninfomanía cuenta como enfermedad, además, mis problemas cardiacos, debilidad y temblores sin duda además de ser malestares, podrían anunciar una nueva enfermedad que si no controlo la desomorfina que la droga contiene, las cosas serán peligrosas para mí. — digo rápidamente cuando los síntomas me dejan descansar por un minuto. Nuevamente vuelven con fuerza y siento que mi cuerpo no va a poder soportar tanto. Con temor por no ver el final de este nuevo juego y el enojo por lo que los malditos Cardwell me han hecho, me aferro a la mesa que esta a mi lado, mientras intento obtener de ella la fuerza que necesito para soportar tantos malestares juntos. Tiemblo y no sé si es de la rabia que me corroe o los síntomas en sí. Mil veces malditos Cardwell. Mi cabeza hace clic e inmediatamente llamó al hombre. — Llame a Clem. Dígale que lo necesito con urgencia.— pido mientras los quejidos salen de mi boca. El hombre asiente y toma su teléfono. No me concentro en lo que habla, ya que estoy concentrada en intentar suprimir los malestares que me inundan. Maldita sea. El tiempo pasa y nada que mejoro. La fiebre ha aumentado al igual que los espasmos y hormigueos. 》Mi corazón no lo soportará, yo no lo soportaré 《 El sonido del timbre se escucha a lo lejos. — Ves a atender la puerta. Debe ser el doctor James — dice el hombre a su mujer. La mujer asiente y se marcha rápidamente. Al poco tiempo un hombre entra agitado al laboratorio. No necesito alzar mi vista para reconocerlo. Su aroma cítrica me dice quien es. Aedus Clem. El hombre de tez blanca, cuerpo escultural y rostro jodidamente ardiente, me levanta en sus brazos. Aún sigo temblando pero la seguridad de tenerlo cerca me ayuda a sentirme un poco mejor. Podre liberarme y descansar un poco — Ten el medicamento lo más pronto posible. No escatimes en dinero, porque lo que quiero es calidad y prontitud para ella. No trabajes en otra cosa que no sea su medicamento o sabrás a que atenerte si me fallas — amenaza Clem conmigo en brazos, para después salir no solo del laboratorio, sino de la casa. En la entrada de la misma hay una camioneta más grande de la que la última vez subí con él. Me ayuda a subir mientras aún continuo gimoteando y temblando, para después subir él a mi lado. — Llevamos a casa — ordena para después oprimir un botón en el techo, haciendo que un vidrio oscuro suba y separe quienes están en el asiento del conductor y copiloto de nosotros. No pasa mucho tiempo cuando el vidrio llega al techo e inmediatamente me subo a horcajadas sobre él. La falda que llevo puesta, intento impedirme dicha maniobra pero le demostré quien manda cuando sin pena alguna rompí la prenda a ambos lados. Ni una maldita tela impedirá que esté en el lugar en el que quiero estar. Me posicionó en mi puesto y me concentro en liberar lo que deseo ver. — Lo necesito — digo abriendo los botones de su pantalón clásico azul. — Lo sé — susurra mientras sus manos llegan a mí rostro, haciendo que deje de mirar lo que estaba haciendo para mirarlo a él. Intento desviar mi mirada de la suya, ya que lo que menos deseo ahora es ver como me miran con pesar o lástima por no poder controlar mi propio cuerpo. Pero no me deja hacerlo. Y la verdad, de algún modo me alegra que en sus ojos vea deseo y lujuria, los cuales brillan con intensidad. Yo lo deseo por la droga, pero él me desea como mujer. Sus labios se estampan con los míos en un beso tan urgido como esta mi cuerpo. Sus besos salvajes, posesivos y frenéticos, se están volviendo la segunda cosa que más deseo. La alarma de peligro se enciende, anunciando que debo detenerme o que quemaré, pero no me preocupo, no hay algo que quemar. Sus manos tocan, aprietan y pellizcan a su paso, mientras yo halo su cabello hacia atrás para profundizar aún más el beso. Como si fuera ello posible. Deseosa por liberarme me muevo sobre su entrepierna. La cual, con casa movimiento recupera dureza. Lo necesito. Los gemidos previos de lo que se viene no se hacen esperar. La emoción de que me haga suya mientras el auto está en movimiento me nubla cualquier indicio de pensamiento racional. Y eso que no pienso mucho el hecho de que los que están adelante nos están escuchando e imaginando con ello lo bien que lo estamos pasando. Ese simple pensamiento, me moja más de lo que quiero reconocer. ¿Desde cuándo he sido tan descarada? No importa. Ya lo hecho, hecho esta y la verdad, no me apena que lo sea, todo lo contrario me genera cierta emoción indescriptible que nunca había experimentado. Con esta droga estoy saltando las barreras que tenía a mi alrededor, mostrando un yo que aunque no sea muy maduro que digamos, es lo suficientemente genial sentirlo. ¡Es como si fuera una nueva persona! Una que le gusta disfrutar con su cuerpo todo, sin miedos ni restricciones. Y sí, tiene sus desventajas, pero ahora no es momento de pensar en ellas. No cuando Clem abre mi blusa y libera mis pechos de la prenda interior molesta que lo tenía prisionero. Su aliento caliente golpea en mi pezón derecho haciendo que este se ponga duro en segundos. Con hambre, se pega a él como un recién nacido, chupando y mordiendo los pezones que ya desnudo para él. 》Magnífico, eso es lo que es él 《 Su boca lengüetea como experta que es, mientras su mano da atención a mi pecho izquierdo. Estoy en la gloria. Me muevo dando círculos en su dureza, mientras inclinó mi cabeza hacia atrás abrumada por el éxtasis que estoy sintiendo en estos momentos. El sentir su dureza, más sus toques expertos, me llevan a la maldita gloria en la que explotó en pedacitos. Ni siquiera bajo a mi entrepierna y ya me hizo correr. Maestro, él es un maestro. ——————??—————— Hello, mis amores. ¿Cómo les fue en navidad? ¿Me extrañaron? Porque déjeme decirles que l@s extrañé mucho. Cada mensaje o comentario hecho en mi cuenta de i********: o en mis obras, me han emocionado sobremanera. Motivando mi loca mente a seguir escribiendo. L@s adoro por ser tan especiales conmigo y agradezco que me lean y escriban. La portada del libro fue escogida por ustedes en una votación realizada en mi cuenta de i********:. Quien no me sigue lo invito a seguirme ya ahí es donde publico las novedades de cada una de mis creaciones. Si no escribo hasta el próximo año, desde ya les deseo un feliz año nuevo. Disfruten pero con preocupación. Pdta: ¿Aún siguen queriendo a Jayden? ¿Desean que haya JayZoe? Para los que querían saber de Jayden, con este nuevo libro los complaceré. L@s amo. Les mando besos astrológicos desde Colombia ??
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