Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos al irse contra mí golpeando muy fuerte mi estómago sacándome el aire y luego pateó mi espalda dejándome en el suelo, igual que mi orgullo. Nadie había podido derrotarme hasta ahora y que ella lo hiciera en el primer golpe resultaba imposible de creer, aunque no tanto como el hecho de que seguía con vida en vez de estar repartido en mil pedazos.
Como era de esperarse, mamá y el tío Marc llegaron, él se fue con la intrusa y mi madre y yo a la cocina donde atendió mis heridas, además de tranquilizar a mi tío, pero si algo no ha dejado de rondar mi cabeza desde hace horas que me encerré en mi recámara, fue lo que esa niña dijo cuando apareció en la cocina al quedarme solo.
Flashback
—¿Por qué lo hiciste? No me conoces de nada, nunca me has hablado o tratado y aun así te atreviste a querer golpearme —preguntó con suma tranquilidad impidiendo que me fuese otra vez contra ella.
—¿¡Por qué no te fuiste cuando te dije!? No quiero verte, me irrita tu presencia.
—¿Es por Oz? —tres palabras, una pregunta y fue todo lo que necesitó para desarmarme al darme cuenta de que sí era por él y por ella—. Entonces tenía razón, no te gusta la forma en que me mira —completó, siendo un segundo puñal.
Extrañamente sirvió un poco de helado con salsa, el postre de ayer, y lo dejó lo más cerca posible de mí quedando ambos en silencio con la vista fija en el otro.
—Hablaré con Oz y Marcus para que no te regañen, pero sería bueno que te sinceres con tu padre, él debe saber por qué te sientes así —hizo un ademán señalando el helado—. Cómelo, te ayudará un poco.
—¿Por qué eres buena conmigo después de lo que te hice?
—No me hiciste nada, te recuerdo que fuiste tú el golpeado y te sugiero que para la próxima conserves tu distancia o las cosas podrían ser peor —directo al ego. Esa chiquilla no tiene filtro ni vergüenza—. Y contestando tu pregunta, no soy buena contigo, es solo que tienes rabia acumulada, además, Marcus es capaz de golpearte y no quiero que lo haga, en cuanto a Oz, no sé cómo vaya a reaccionar, pero es mejor prevenir.
—¿Por qué?
—Eso te pregunto yo, Travis, ¿por qué no le has dicho nada a Oz en este tiempo? Él no es malo, es pésimo para escuchar a las personas, pero si se trata de su familia es otra historia, en especial tú, eres su hijo y no te das cuenta de todo lo que hace por ti.
¿Lo que hace por mí? ¿De qué diablos está hablando esta tonta? Ella no sabe nada.
—¿¡Y qué hace por mí!? —exclamé colérico—. Porque hasta donde yo sé me envió lejos a un internado, lo veo pocas veces al año y no he recibido un abrazo o alguna muestra de afecto sincera de su parte, así que pareciera más que él lo que menos quiere es tenerme como hijo, ¡por algo soy su maldito error en la vida! —especté con profundo rencor golpeando el mesón.
—Qué ciego estás, Travis, tu barrera es tan alta que no te permite ver nada y esa será tu condena.
Ella se fue dejándome en una espiral de furia que estuve a punto de descargar al querer arrojar el helado, de no ser porque mamá me detuvo abrazándome con fuerza transformando mi furia en gruesas lágrimas, aunque fueron sus palabras las que me dieron otro puñal al estar del lado de ellos.
—¿Por qué la defiendes, mamá? ¿Por qué defiendes a papá?
—Porque los conozco y sé la clase de personas que son, ellos no son malos, solo tienen tormentos muy fuertes que no cualquiera puede comprender a profundidad y por eso tu padre la quiere, pero eso no significa que no te quiera.
—No lo hace, mamá, nunca lo ha hecho.
—Te amó desde que te vio nacer, lo sé porque estuve ahí, lo vi cargarte, lo vi sonreírte y tú sonreíste con él. Oz siempre te puso por encima de sus propias necesidades, pero sabía que nunca podría darte todo el amor que te mereces porque él no sabía lo que era eso y aun no lo sabe —me separé un poco para ver su rostro y ella acarició el mío con dulzura—. Es por eso que yo te doy tanto amor, Benji, no solo porque eres mi hijo, sino porque también te doy el que él no sabe darte pero sé que siente.
—No es verdad, mamá, de lo contrario él no me habría separado de ustedes.
—Oz no es malo y daría lo que fuera por ti, porque estuvieras bien, no tienes ni idea de todo lo que ha hecho en estos años por tu bienestar —la melancolía marcó su dulce faz estrujando mi corazón—. ¿Sabes? Él piensa que lo odias, pero se odia más por no ser el padre que te mereces y eso lo carcome más cada día.
Fin del flashback
Por obvias razones no quise ver a nadie en todo el día, así como nadie vino a verme a excepción de mamá para traerme el almuerzo pues me había dormido, que fue lo que hice todo el día cuando mi cabeza no daba para más; sin embargo, bastante tarde en la noche, la niña ingresó a mi habitación despertándome tras encender la lámpara.
—Ya hablé con Oz, dijo que si querías podías pasar el fin de semana con él o quedarte aquí, la única condición era que lo hicieras porque así lo querías y no como una obligación —me senté en la cama encontrándola al pie de esta con su gélida mirada, aquella que me recordaba a mi padre.
—¿Tú lo hiciste? —pregunté al ver que trajo un jugo con dos emparedados, eso no era propio de mamá.
—Sí, Livi no quiso despertarte, pero es medianoche y debes comer algo.
Me estiré para tomar el jugo y un punzante dolor apareció recordándome los golpes. Ella lanzó con suavidad una pequeña bolsa que tenía dos pastillas y la pomada para los golpes.
—Tómalo con la comida y aplica la pomada luego de un baño, las dejó Oz hace un rato, también dijo que si vas a dormir desnudo al menos uses una cobija para abrigarte bien.
No me había percatado que tenía la cobija puesta y en efecto había dormido sin ropa, pero...
—¿Cuándo llegó? ¿Por qué no me despertó?
—Hace un par de horas lo llamé cuando estaba en el hospital y vino de inmediato, hablamos sobre lo ocurrido, entramos a verte y entre los dos te abrigamos mientras dormías, luego te preparamos la comida y se fue —muy general y específico a la vez… hasta parece más su hija que yo.
Me sentía como un imbécil con ella, jamás debí permitir nada de esto, ella no tiene la culpa de lo que me pasa y tampoco tenía por qué interceder en mi nombre, pero aun así lo hizo.
—Lo siento, nunca debí decirte esas cosas y menos intentar golpearte, no lo mereces… En verdad… lo lamento mucho.
—Está bien, igual tu golpe no habría sido nada comparado con otras cosas —la miré en el acto recordando sus cicatrices. Soy un maldito poco hombre—. No lo hagas, Travis, no te culpes más o no podrás cortar ese círculo vicioso, por mi lado no te preocupes que no te odio, solo habla con Oz y quedaremos a mano, él está dispuesto a escucharte —al ella querer salir, me percaté de algo en especial y la detuve.
—Oye, ¿quién te dio permiso de entrar a mi alcoba y verme desnudo? ¿Por qué te atreviste a hacerlo? —giró en lo que su mirada se tornaba... ¿Traviesa? Maldición, en verdad es como ver a mi padre en ella.
—No necesito el permiso de nadie para entrar a las habitaciones y lo hice porque quiero y puedo, Travis Benjamin Oz.
Cerró la puerta dejándome con una extraña sensación en el cuerpo por su mirada y la forma en que dijo mi nombre, pero lo peor de todo... en verdad lo peor, es que fue como escuchar a una mujer y no una niña, lo que provocó una maldita erección en mí.
—Genial, ahora soy un enfermo degenerado y pervertido —murmuré mientras reía como loco por lo bajo—. Mi padre me mataría si se llega a enterar.
(…)
Con el sol en lo alto y la mente despejada, me preparé para salir, tenía que pensar en lo que le diría a mi padre y consideré que una caminata sería lo mejor, quise hacerlo en la madrugada, pero sé que preocuparía a mamá ganándome otro regaño.
—¿Travis? ¿Estás despierto? —mis nervios se dispararon al escuchar a mi tío, pero a él también le debía una disculpa.
—Sí —abrí la puerta y lo dejé ingresar—. Tío, yo…
—Lo siento —me interrumpió dejándome confundido—, no debí gritar todas esas cosas ayer y aunque no te las dije directamente, sé que las escuchaste.
—¿Qué? No, no claro que no, estabas en todo tu derecho, además, yo no tenía por qué haber actuado así, es solo que… yo…
—Travis… —levantó mi rostro, parecía comprenderme de alguna u otra forma—. Fue peligroso lo que hiciste, no sé qué razones tendrías para ir contra ella y estoy seguro de que esa pequeña no te provocó a propósito ¿O sí?
—No, todo fue mi culpa y lo lamento.
—¿Es por Oz?
—¿Por qué todos dicen eso? —sonrió negando leve con su cabeza—. No me trates como un idiota que para eso tengo a mi padre.
—Es evidente que él es la razón. Siempre fuiste muy unido a tu padre aun cuando estuvo ausente, pero ver que alguien tan parecido a él tenga su interés pese a no tener ninguna relación…
—¿También lo notaste?
—Eso se nota a kilómetros, esos dos fueron cortados con la misma tijera —comentó con obviedad—. Solo date el tiempo y la oportunidad de conocerla, hazlo a tu ritmo y descubrirás que ella tiene mucho por ofrecer.
—¿Tío? —lo detuve antes de que se fuera—. ¿Qué le pasó para tener tantas cicatrices?
—Quizás lo mismo que le habrá pasado a tu padre para tener tantas cicatrices en el alma —su tristeza me contagió.
—Ella… ¿cómo se llama?
—No tiene nombre y todavía no ha encontrado uno que le guste, pero sé que dará con el indicado —su sonrisa y la soledad fue lo que quedó tras su partida.
Fue extraño, pero me pareció escuchar la voz de mi abuelo en él, aquella sabiduría que solo los mayores poseen y que ahora sería excelente tener, en especial de él quien fue como un segundo padre para mí… o quizás el primero, no lo sé.
—¿Travis? —la pequeña estaba en la puerta con su porte tan… Oz…—. ¿Estás bien?
—Sí, ¿por qué?
—Estás llorando —toqué mi rostro confirmando sus palabras—. ¿Marcus te dijo algo malo? Porque no escuché que te regañara.
—¿Estabas afuera?
—No, en mi habitación, pero escuché que te llamó.
—No, no dijo nada malo, solo me recordó a alguien que perdí hace mucho.
—¿Quién?
—Mi abuelo.
—¿Qué te dijo?
—Nada malo, fue la forma en cómo se expresó lo que me hizo recordarlo, pero todo está bien, no te preocupes.
—¿Quién dice que lo estoy? —esta mald… ¿¡Qué rayos pasa por la cabeza de esa niña!?
—¡Hey! ¡Espera! —grité antes de que se fuera y tomé impulso para hablar—. Gracias por lo que hiciste, no tenías qué, pero igual te lo agradezco.
Era intimidante y hasta esclavizante el tener su completa atención, casi paralizaba mi cuerpo con una mirada, su silencio y el indescifrable misterio de lo que podría pasar por su mente.
—Está bien, solo no olvides abrigarte esta noche, Travis, nunca se sabe quién pueda entrar a tu recámara.
Mis ojos se abrieron a más no poder al recordar lo ocurrido, la sangre inundó mi rostro y mi corazón parecía estar a nada de explotar mientras esa… pequeña intrusa mordía pecaminosa su labio, con tal picardía que en verdad la hacía ver una Oz en todo su esplendor, era la versión femenina de mi padre, lo que resultaba aterrador, solo le falta sonreír y diría que es su vivo clon hecho mujer.
—¡Oye! ¡Yo no…! —colocó el índice en sus labios callándome sin abortar su semblante.
—Buen día, Trav, disfruta la caminata.
¡Maldita intrusa del infierno! ¿¡De dónde diablos salió ella!?