Travis
Se suponía que los cuatro pasaríamos la noche en el hotel, pero algo dentro de mí no quería quedarse, tampoco me molesté en ducharme ante la necesidad de salir cuanto antes, así que me vestí en mitad de la silenciosa habitación siendo los agitados sollozos de la rubia (quien era abrazada por su novio) lo único que se escuchaba, en tanto Mik me observaba tan desconcertada como ellos, aunque vale aclarar que la rubia también tenía el placer marcado en su faz, pues ambos sabemos cuánto disfrutó que la cogiera con rudeza aun cuando la dejé marcada en varias partes de su tembloroso y muy fino cuerpo.
—Disfruten la velada por mí —busqué el cigarrillo y el encendedor de Sid.
—Trav, espera —Mik se vistió lo más rápido que pudo, pero poco o nada me importó esperarla.
—Pásala bien, nos veremos el otro año.
—¿A dónde vas? ¿Qué te pasa? —intentó detener mi búsqueda con suma preocupación, pero ni así volví en sí.
—Solo necesito un paseo y tú necesitas un descanso, igual si quieres puedes llamar a tu chofer para que te lleve a casa de tus padres.
—Travis…
—¡Aquí está…! —murmullé emocionado. Tomé rápidamente el encendedor y prendí el cigarrillo dando esa profunda calada igual que mi padre, igual a la de Xun… igual a cuando fumé en los vestidores con él…—. Esto era lo que necesitaba… —estaba complacido al sentir el humo apoderarse de mis pulmones.
—¡¿Qué te pasa?! —me arrebató el cigarro amargándome un poco el momento— ¡Este no eres tú, Travis!
—¿Y qué sabes de mí realmente, Mik? —abracé su cintura olfateándola a profundidad mientras mi mano se deslizaba lento por su brazo—. Ni siquiera pude correrme con ella una vez, pero estuvo increíble esta experiencia. Gracias, preciosa —susurré pretencioso y le arrebaté el cigarrillo dándole otra calada, guiñé a la rubia quien me sonrió tímida, yo le devolví galante el gesto y besé la mejilla de Mik—. Cuídate y si puedes vete de inmediato.
Salí de la habitación lo antes posible con Mik detrás de mí, vestía solo su camiseta y la braga, pero mi gélida figura dando otra calada fue todo lo que vislumbró hasta que las puertas del ascensor se cerraron siendo mi reflejo lo que quedó frente a mí, o más bien, el de mi padre cuando estaba en sus peores días.
Los minutos se mezclaron con mis pasos en cada cuadra que recorrí hasta que decidí volver a los dormitorios donde las ganas se desprendieron al darme una ducha mientras recordaba el encuentro y el cúmulo de emociones que hubo en mí, pero al no tener a Mik conmigo intenté hacerlo por mi cuenta, el problema era que seguía bloqueado y no sabía qué más hacer, entonces tocaron la puerta siendo Xun, a quien dejé ingresar en tanto me vestía.
—¿Qué tal tu salida? Creí que volverías mañana.
—Yo también, pero cambié de opinión.
—Te ves diferente, luces como…
—¿Mi padre? —asintió sin dejar de examinarme—. ¿Tienes un cigarrillo?
—Creí que no fumabas.
—No lo hago, pero lo necesito.
—Gánatelo —resignado, le conté lo ocurrido consiguiendo medio cigarrillo al compartirme del suyo—. ¿Ahora qué harás?
—Pasar las vacaciones aquí, no quiero estar con mi familia.
—Entonces me quedaré contigo, así me aseguro de que no hagas estupideces.
—No hace falta, estaré bien.
—Sí hace falta, es mejor que tengas a alguien contigo por si acaso.
—Como quieras —apagué la colilla recordando mi latente deseo—. Xun, ¿traes el móvil contigo? Quisiera llamar a casa.
—Claro, devuélvemelo cuando termines, estaré en la cafetería —aseguré la puerta en cuanto salió y marqué con la esperanza de encontrar a la pequeña en casa.
—¿Hola?
—Hola, Rob, ¿cómo estás?, ¿cómo se encuentran todos?
—Trav. Bien, ¿cuándo vienes? Livi está impaciente por verte.
—No iré estás vacaciones, quiero adelantar mis estudios en la universidad y estaré enfocado en eso.
—Comprendo, aunque es una lástima, Livi y la pequeña querían preparar algo especial en honor a ti.
—¿A mí? ¿Por qué?
—Por Birmingham, ¿qué más si no? Incluso oran para que ganes la beca el otro año.
—Eso lo creo de mamá, ¿pero la niña?
—No se pone a orar, ya sabes que no es religiosa, solo acompaña a Livi incrementando su esperanza. En fin, espero que al menos nos visites después.
—¿Pasó algo? —pregunté inquieto al notarlo un poco extraño.
—Sí, y no es bueno, pero no debería ser yo quien te lo cuente.
—Dímelo, sé que tiene que ver con ella —afirmé temeroso pues ya reconocía ese tono, aunque mi temor incrementó al escucharlo suspirar abatido.
—Ya es oficial, Trav, esa niña trabaja con Marcus en la mafia y ha comenzado su imperio.
—¿D-De qué hablas?
—Lo que escuchaste, pero hablaremos después, saldremos de viaje y volveremos en navidad, ella está en casa de Oz por si la necesitas, aunque también viajará en breve con él para unas peleas, igual no te preocupes que avisaré a la familia de tu decisión.
—Está bien, cuídate y gracias.
—Tú también cuídate. Si cambias de parecer no dudes llegar primero allá, quizás Livi y Marcus quieran quedarse hasta año nuevo en Princeton y puedas convencer a Oz de ir con ella.
—De acuerdo, gracias.
Es imposible… ¿Por qué haría ella algo como eso?, no tiene sentido… ¿Qué pretenden mis padres y mi tío al permitir algo así?
(…)
Nueva York, E.E.U.U. – Semanas después
Oz
—¡¿Por qué mierda no supe nada de esto antes?! —arrojé colérico otro vaso contra la pared.
—Porque así lo quiso él.
—¡¿Y quién mierda te dijo que obedecieras esa orden, Cleo?!
—Déjame pensar… ¡Tú!, el día que me pediste ser su abogado ante cualquier cosa que llegase a necesitar —su maldita socarronería no me servía ahora.
—Déjate de juegos porque no estoy para ellos y dime de una buena vez todo lo que me han estado ocultando.
—Ya te dije todo, Oz, incluso te expliqué cómo había quedado la sentencia de Gharbi.
—¿Te parece que me maté todos estos malditos años por mi hijo para que ustedes se tomen la osadía de ocultarme algo tan grave como eso?
—Oz, tu hijo ahora es mi cliente y sabes la importancia de la confidencialidad en nuestros trabajos.
—¡VETE A LA MIERDA, CLEO!
Estuve a punto de arrojar el teléfono de no ser porque mi pequeña me lo arrebató alejándose enseguida de mí, pero ni así evitó que lanzara el resto de las cosas que tuve a mi paso.
—Él te llamará después —la escuché hablar y colgó acercándose lo suficiente a mí—. ¿Me escucharás o seguirás arrojando cosas?
—¡¿Te das cuenta de la magnitud del peligro al que estuvo expuesto mi hijo?!
—Sí, pero gritar y destrozar tu casa no servirán de nada cuando ya todo está hecho.
—¿Cómo puedes estar tan tranquila?
—Porque Travis está bien, está vivo y Gharbi no lo ha buscado, menos porque tu hijo ha estado en Birmingham estos meses. Ahora organiza este desorden y siéntate.
Odiaba sentirme utilizado y más que ella me ordenase algo, pero era difícil llevarle la contraria a mi pequeña cuando me hablaba con tanta firmeza en tan casto semblante, por lo que obedecí en tanto la vi de reojo organizar el otro lado de la sala, después me sirvió un trago doble como tanto me gusta y se sentó en el sofá contrario, a lo que yo me senté tras su silenciosa orden y bebí intentando calmarme mientras buscaba mis cigarrillos.
—¿Buscas esto? —ella me arrojó la cajetilla con el encendedor.
—Gracias.
—Oz, no puedes ir por Travis a hacerle un reclamo cuando él no quería que supieras nada.
—Sé que no quería, pero eso no es excusa para que esa manada de imbéciles me lo ocultara, por algo los dejé a cargo —gruñí embravecido encendiendo mi cigarrillo.
—¿Y qué harás ahora? ¿Viajarás a Londres solo para reclamarle a tu hijo por no decirte sobre Gharbi?
—¡Sí, es justo lo que haré! —me aparté con el teléfono dispuesto a comprar un tiquete de avión, pero ella desconectó la línea—. ¡Reconéctala!
—No lo haré hasta que te tranquilices.
—¡No puedo estar tranquilo a expensas de que mi hijo está en peligro! ¡Entiéndeme!
—Tu hijo no está en peligro y tú no estás en condiciones de verlo, Oz, no has hecho más que apartarlo con tu actitud déspota, tus gritos y descontrol cuando él no tiene la culpa de nada —odiaba que tuviese razón, pero aun así no lo dejaré.
—No me importa, igual iré.
—¡Si vas…! —en un grito detuvo mis pasos al querer irme—, complicarás más las cosas, Oz.
—Él tenía que decirme si estaba en peligro para haberlo ayudado.
—Tú tienes mucho más por decirle, así que no te desquites con Travis o te arrepentirás.
Solo una mirada me bastó para detallar las heridas en su cuerpo y más en su dulce rostro cuyo párpado se encontraba inflamado por el golpe que había recibido, pero esto en vez de ayudarme, solo me impulsó a irme para evitar que Travis terminase igual que ella o peor, pues de haber estado más al pendiente de mi pequeña en ese combate, no habría terminado tan lastimada esta vez.