46. ESCALERA REAL

2277 Words
Con algunas cervezas en mano, una paca de cigarrillos para la pareja y una habitación con una enorme cama para los cuatro, nos dispusimos a beber intentando relajar los nervios del momento, las chicas fueron al baño a cambiarse, Sid destapó las botellas para ambos quedándose en la sala, pero yo seguía inquieto, así que intenté llamar a Xun y aproveché para hablar en privado en el balcón ya que Sid se quedó viendo televisión. —¿Xun? —¿Trav? ¿Estás bien? Te escuchas decaído. —Necesito una ayuda rápida. —Seguro, ¿a quién hay que enterrar? —Bueno… esa es más o menos la cuestión… —el silencio al otro lado me abrumó—. ¿Xun? —Explícame bien para hablar en el mismo idioma, ¿estás hablando de sexo, depresión o en verdad vamos a enterrar a alguien? —¿Qué? ¡No, claro que no! —Entonces es depresión —aparté desconcertado la bocina al escucharlo un poco decepcionado—. ¿Qué ocurre? —En resumen: estoy en un hotel con Mik y otra pareja porque tendremos sexo los cuatro. —¿Disculpa?, creo que no escuché bien, ¿hablo con Travis o con Oz? —¡Es en serio! Pero el punto no es ese, sino que no dejo de pensar en los problemas que tengo con mi padre y de nuevo siento que estoy cayendo en esa espiral del pasado —exhalé apesadumbrado repasando de nuevo el cigarrillo en mi mano—. No quisiera estar así, Xun, y menos en este momento. —Estaría encantado de cambiar papeles contigo, pero sigo sin entender en qué necesitas ayuda. —¡No sé qué hacer para quitármelo de la cabeza y enfocarme en lo que estoy a punto de hacer! —gruñí desesperado intentando que Sid no me escuchara. —Tienes dos opciones, olvidarte por completo del asunto o hacer lo mismo que tu padre. —¿Qué hace él? —Canalizar su frustración en sus vicios, en este caso, el sexo. —¿Por eso me diste el cigarrillo aquel día? —Algo así, además de que te estabas poniendo pesado con el tema —¡vaya amigo…! (nótese el sarcasmo)—. ¿Recuerdas la sensación que te dio al fumar? —Sí. —Enfócate en eso y déjate llevar, de esa forma sigues en tu espiral y a la vez disfrutas la cogida. ¿Algo más en lo que te pueda ayudar? —No, gracias. —De nada, si me necesitas no dudes llamar de nuevo, no prometo hablar mucho porque tendrá la boca ocupada en unos exquisitos labios latinos, pero podré escucharte. —Yo creo que no… —mencionó seductora una mujer al otro lado y la llamada se cortó. Es una locura lo que dijo, pero si funciona con mi padre tal vez pueda intentarlo. —¡¿Listos para la sorpresa?! —el grito de las chicas nos alertó. Sid apagó el televisor y yo ingresé dejando el cigarro y el teléfono a un lado, entonces ambas salieron con un disfraz navideño que fue imposible pasar por alto en tan delicadas pieles, aunque Holly traía uno que resaltaba su busto tamaño promedio y Mik tenía otro que resaltaba la curvatura de su cadera la cual había incrementado con el ejercicio que comenzó a hacer este año conmigo. —¿Ocupado, futuro doctor Travis? —comentó ella acercándose y dio un giro completo antes de cruzar sus manos detrás de mi cuello. —Solo pasaba el rato, pero valió la pena esperar. —Me alegra oírlo porque la sorpresa no termina aquí. Me dejé llevar por ella hasta el sofá donde también estaba Sid, Holly encendió el equipo colocando una canción que ambas comenzaron a bailar, no había una rutina ni nada programado, solo eran ellas dejándose llevar por el ritmo hipnotizándonos en cada segundo al repasar sus manos a lo largo y ancho entre la tela y la piel, después se acomodaron a horcajadas sobre nosotros, quienes no dudamos en acariciar cada uno a su pareja en tanto ellas seguían bailando provocándonos más. El asunto parecía prometedor, pero pronto el juego seductor cambió en cuanto ellas se levantaron, siendo el vientre de Mik lo que rozó mis labios sacándome una gran sonrisa. Ambas quedaron detrás de nosotros, solo que ahora era otro perfume el que nos acompañaba, Mik se encontraba con Sid y Holly conmigo, siendo sus labios lo primero que rozó mi cuerpo al besar mi cuello y seguido bajó sus manos por mi pecho. Recordé lo que me dijo Sid y con sutileza lo observé, dejándome llevar a su vez por los besos que seguía dándome su novia, pero al parecer él estaba como yo pues repitió el gesto dándome la misma mirada y al verlas tan comprometidas decidimos dejarnos llevar, aunque recapitulando esa advertencia que nos dimos con solo una mirada. Así, comenzamos a disfrutar del cuerpo de cada una apoderándome esta vez de los labios de Holly mientras deslizaba mis dedos en su espalda, de pronto el sofá se sintió más ligero y vi a Mik llevándose a Sid a la cama donde lo distrajo con sus artimañas, me dio una señal y las palabras de Xun retumbaron en mis oídos. Caí en la espiral del vicio, del sexo y la seducción. Besé a la rubia y me arrastré hacia atrás trayéndola conmigo, ella soltó divertida una risilla al caer sobre mí quedando en la posición perfecta para desnudarme, incrementando mi curiosidad al dilatarse sus pupilas tras ver la erección que había provocado, no estaba tan duro todavía, pero era suficiente para hacerla salivar consiguiendo que su boca se deslizara y ahí comenzó mi descenso. Cerré mis ojos disfrutando del oral que me daba, uno que si bien no era tan bueno como el de Mik, la sensación de una nueva boca le daba puntos extra, igual no la dejé actuar demasiado para no perder el trabajo inicial, sino que la atraje hacia mi rostro donde comencé a besar el interior de sus muslos, no le haría un oral, pero sí la penetré con mis dedos al dejarle una mordida cuyo jadeó despertó algo más en mí. Más temprano que tarde sus gemidos resonaron, a lo lejos su novio enloquecía con el oral que le hacía Mik y seguido, las imágenes de mis encuentros con la prostituta de Ámsterdam, con Megan (a quien conocí en Washington siendo mi primera experiencia en lo erótico) y las demás que siguieron en Londres una vez conocí a John en Harrow, fue la combinación perfecta para avanzar un poco más. Su meneo en mi cara despertaba más mis ganas de penetrarla con mi falo, e igual a como hice con el cigarrillo de Xun, inhalé profundo el perfume entre sus piernas intensificando su placer sacándole su primer orgasmo, pero antes de que acabase el efecto, la arrojé entre mis piernas sacándole un chillido que la alentó a más y a mí me permitió llevar mis emociones a la mano que vestía el condón en mi falo. Su tanga voló en alguna parte de la habitación, me acomodé entre ella tirando de sus piernas vislumbrando el umbral que sería para mí y con la misma ira y frustración acumulada que tenía al entrenar, la penetré de un golpe siendo bastante fácil al estar mojada por sus fluidos, unos que intensificaron el sonido de cada embestida. Por primera vez no me sentía yo, no era igual que estar con Mik, no había intimidad ni relación alguna más allá de esto, era una cogida con alguien, un momento para soltar lo que tenía acumulado en mi cuerpo, el estrés que seguía aglomerándose y no había podido sacar con el entrenamiento. Holly, gustosa por más, se apartó un poco quedando bocabajo dándome un mejor panorama de esa zona, mis dedos fueron de adelante hacia atrás repartiendo el fluido y la nalgueé con fuerza antes de penetrarla con el mismo ímpetu con el cual lancé cada patada al entrenar. Quería desgarrar esto de mi interior a través del suyo, quería domar cada emoción asegurándome de dejarlas igual que a ella, entregadas a mi merced. De repente hubo algo a la distancia que me llamó cual susurro y viré mi atención hacia la cama donde Mik cabalgaba dejando caer su cabeza hacia atrás vislumbrando la escena del sofá, con sus dedos me dio otra señal, envolví la rubia cabellera en mi mano y levanté lo suficiente a Holly, lo que alegró a Mik acelerando su ondeante andar, pero la sorprendí al tirar del escote permitiendo que los senos rebotaran alrededor de mi mano. —Pégame… —jadeó la rubia y cumplí abofeteando sus pezones. —¿Más fuerte? —susurré gutural en su oído pellizcando uno de estos. —S-Sí, más… Repetí abofeteando uno de abajo hacia arriba, el otro de arriba hacia abajo, pero en ambos marcando mis dedos lo suficiente, su piel era más delicada a la de Mik y tatuarla no era difícil; sin embargo, quise poner a la pareja de frente y en una sutil señal le indiqué a Mik quedar en cuatro, por lo que ella así hizo asegurándose de que Sid tuviese primera fila para verme sentar a su novia sobre mí, abrír sus piernas dándoles todo el panorama y la dejé moverse a su gusto, aunque de vez en cuando marcaba el interior de sus muslos o sus senos consiguiendo algunas contracciones de su parte. Es curioso cómo la vida coloca las piezas en su respectivo lugar, pero más curioso fue la furia e impotencia en Sid al vislumbrar la figura de su novia siendo sometida al placer de otro hombre frente a él, tanto así que intensificó la penetración en Mik, pero lo que él no sabía es que ella es una mujer que le encanta tener el control, no como a su novia quien no era tan dominante como creía, por lo que Mik no tardó en arrojarlo a la cama quedando de nuevo sobre él gracias a una maniobra que le enseñé de judo y comenzó a ahorcarlo con una mano en tanto la otra rasguñaba el pecho de su susodicho, pero en venganza por no darle la atención que quería, lo obligó a ver cómo tomaba el control sobre su novia al penetrarla más fuerte en la misma posición y pronto un impulso emergió de mi interior. —¿Quieres más? —susurré en su oído y ella asintió—. Suplícame —Mik no pudo evitar sonreír perversa al leer mis labios. —Dame más, quiero más duro, Trav. —¿Eres una sosa o la dulce que niña quiere un caramelo? Uno largo y grueso dentro de ti —palmeé su clítoris con suavidad haciéndola brincar. —Por favor, Trav, métemelo duro. —Buena niña. Algo extraño me pasó en ese instante, no solo sentía que hablaba la parte más oscura de mi padre a través de mí tratándola como él a las amantes que le llegué a ver, sino que despertó mis ganas de ir más allá con ella al punto en que mi cuerpo ya no parecía pertenecerme, no tuve control de este y sin que pudiese o quisiera evitarlo, aventé a la rubia hacia el frente y la nalgueé mucho más fuerte que antes, tres en cada nalga, pero antes de que ella o su novio pudiesen decir algo, la sujeté del recogido vestido y la penetré duro como tanto quería. Esta vez no hubo nada, no existió nada a mi alrededor, me olvidé de mis tres acompañantes, de mis perturbados sentimientos, de las dudas y los pensamientos sobre el pasado o el presente con mi padre, incluso de mi propio futuro, y algo más salvaje fue lo que se apoderó de aquella joven siendo los agudos chillidos de placer lo único que escuchaban mis oídos. En verdad quería empalarla, quería partirla en dos hasta correrme como nunca antes lo hice, mas ella, en un intento por liberarse, se arrastró unos pasos a gatas dándome la horma perfecta para traerla hacia atrás con su novio sumido en el placer que le daba Mik, pues ahora tenía sus ojos solo en ella. —¿A dónde vas? ¿No eras tú quien quería más? —S-Sí, pero… —¿Pero? —la pegué a mi dura hombría reavivando su placentero punto—. Es a mí a quien deseas, no a él, no hoy —susurré lamiendo su cuello al punto de querer desgarrarlo—. Ábrete solo para mí que no tendrás otra oportunidad. Abrí sus labios dándole otro golpe con mis dedos en su clítoris, la arrojé cual muñeca sosteniéndola en el aire y la devolví a mi pecho divisando la increíble sonrisa que tenía. —Trav… —¿Te gustó? —Sí. —¿Quieres más? —Sí. —¿Y qué esperas? Esta vez un desgano me abatió arrojándola sin valor alguno a un lado y abrí sus piernas volviendo a apoderarme de ella, alcé la vista un instante hacia la puerta corrediza del balcón encontrando algo diferente en mi reflejo, mi rostro parecía dividido, era como si la mitad fuese mío y la otra fuese mi padre, entonces su demencial sonrisa se dibujó en mí y una extraña imagen se atravesó un segundo frente a mis ojos, era fuego, un incendio en mitad de un bosque, parecía tan real, que el clima podía sentirlo atravesar mis poros siendo la maldad lo que exhalaron mis pulmones al no guardarme un centímetro en cada embestida, siendo esta sensación la más increíble y terrorífica que jamás he sentido en mi vida.
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