Diciembre
Mi cuerpo parecía de plomo, cada movimiento, cada golpe, cada patada era más difícil a la anterior, no me importaba estar bañado en sudor, no me importaba cuán agotado me encontraba, necesitaba sacar la rabia contenida a como dé lugar.
Este otoño las cosas se complicaron con mi padre, fue como si de un momento a otro la poca cercanía que habíamos obtenido en el último año se hubiese esfumado por completo, así que poco a poco se generaron múltiples discusiones por teléfono. Al comienzo quise atribuirlo a una sobrecargar en su trabajo, quizás algo más ocurría en su vida que no quería contarme como siempre o todo era producto de su dichosa maldición, pero las peleas empeoraban por cosas cada vez más absurdas y la última fue hace unas horas cuando lo llamé para una asesoría por un trabajo de la universidad.
Sugerí continuar otro día pues se notaba estresado, pero al insistirme (un poco tosco) que continuase la llamada, hice mis preguntas con total naturalidad, eso, hasta que escuché cómo arrojó un vaso mientras gritaba. Intenté por todos los medios controlarme, pero su lengua no lo hizo llegando a soltar varios insultos que me lastimaron bastante y más al decir que era un inútil para la medicina, así que no pude más y también solté mi lengua gritándole mil cosas que ahora no sé si me hacen sentir bien o mal.
—De seguir así no tendrás fuerza para viajar estas vacaciones.
—Xun… —me detuve aceptando la botella de agua.
—Llevas demasiadas horas aquí, será mejor que regreses al dormitorio.
—No tengo ganas y menos la cabeza para terminar el trabajo.
—¿Quieres contarme?
—No creo que sirva de nada.
—Y yo no creo que te sirva demasiado seguir lanzando patadas al aire —por desgracia tenía razón, así que me dejé llevar hasta los vestidores donde pude descansar con mi aún abatida mente—. Suéltalo.
—Es mi padre.
—Ya sé que es sobre él, pero dime los hechos —comentó sereno encendiendo su cigarrillo y le conté todo lo ocurrido—. A veces no entiendo por qué se complican la existencia por banalidades, es como si ninguno quisiera aprender la lección y optaran por el castigo.
—¡Yo no quiero ningún castigo!
—¿No? ¿Y por qué le das más cuerda? —respiré profundo evitando descargarme de la peor forma.
—Es mi padre quien se descontrola de un momento a otro, si al menos me dijera qué tiene o lo que ocurre en su vida, sería más fácil comprenderlo y ayudarlo.
—¿Y tú le has dicho todo lo que ocurre en tu vida?
—¡Sí!
—¿Sí? entonces ¿por qué estás en Harrow? —punto para él…
—Sé que no hablé por lo ocurrido en Royal, pero eso fue hace años.
—¿Y le contaste que Gharbi sigue detrás de ti, que nos atacó a ti, a Mik y a mí, que tienes una demanda en su contra usando a su propio abogado y demás? —segundo punto… Eso es lo malo de que me conozca tan bien.
—No…
—A eso me refiero, tú no eres mejor que tu padre en ese sentido, los dos actúan mal y lo peor es que ninguno da el brazo a torcer.
—¿Cómo hacerlo si él sigue empeñado en lo mismo?
—Siendo mejor que él, pero no dándole de su propia medicina porque perderás y saldrás tan lastimado como Oz. Recuerda que en ese sentido él te gana por experiencia.
—Xun…, ¿crees que algún día mi padre me acepte? —soltó una calada hacia lo alto entregándome el cigarrillo.
—Pruébalo.
—Sabes que no fumo, no me gusta.
—Solo pruébalo, sabes cómo hacerlo.
Nervioso, tomé el cigarrillo sintiendo que caía por una extraña espiral de confusión y lo llevé a mi boca sin querer hacerlo, pero el rostro de él manifestaba la misma orden, así que di una profunda bocanada igual que lo hace mi padre, sostuve unos segundos en lo que llevaba mi cabeza hacia la pared de atrás y solté suave sintiéndome más tranquilo, entonces él me lo quitó dándole una calada.
—Ahora tienes algo nuevo en qué pensar, pero por ahora ve a descansar, lo necesitas —asentí silencioso partiendo al dormitorio.
(…)
Por alguna extraña razón pude descansar mejor tras darme otro baño en mi recámara y aproveché para dormir desnudo al no encontrarse Mik, creí que divagaría en mil pensamientos toda la noche, pero estos no surgieron sino hasta llegada la mañana cuando desperté de mi profundo letargo y me quedé pensando junto a la ventana.
—Trav —Mik llegó feliz abrazándome fuerte, pero enseguida notó la bruma a mi alrededor—, ¿qué tienes?
—No lo sé, cuando comprenda bien te lo contaré, mejor dime cómo te fue.
—¡Mejor de lo que crees!, pero no por mis padres, sino porque en el viaje conocí a alguien.
—¿Tanta dicha te da haberme encontrado reemplazo? —bromeé intentando aminorar el mal rato, a lo que ella apenas golpeó mi brazo.
—No, tonto, tú no tienes reemplazo —creí que su beso me ayudaría, pero no fue así—. ¿Recuerdas lo que hablamos en tu cumpleaños?
—No todo porque bebimos demasiado esa noche, pero explícame.
—En el viaje conocí a una pareja, son mayores que nosotros por dos años, pero quieren experimentar con otras personas al ser la primera vez del otro, así que les hablé de nosotros y quisieron concretar un encuentro.
—¿Es un chiste?
—¡No! —exclamó más emocionada que yo—. Creí que de pronto se escandalizarían por ser hijos de mami y papi, pero tenían más de un guardado encima, así que nos contamos un poco sobre qué cosas nos gustaban y van por nuestra misma línea.
—No puedo creer que te atrevieras a hacerlo.
—Yo tampoco, pero el sujeto me dio confianza y su novia es un poco tímida, aunque él dijo que en la cama es más atrevida.
—¿Y cuándo sería el encuentro?
—Eso depende de ti, podemos hacerlo después de año nuevo o este fin de semana antes de que viaje con mis padres a Francia.
Me alegraba muchísimo que la relación con sus padres hubiese mejorado desde que supo que Lawless es su padre biológico, pero no podía evitar sentirme desplazado de alguna forma al pasar más de su tiempo libre con ellos quedándome solo en estas vacaciones, por lo que era mejor aprovecharla tanto como fuese posible.
—¿Qué te parece si salimos el fin de semana a una cita doble? Así podemos conocernos mejor y decidir si estar juntos esa noche.
—De acuerdo, entonces les llamaré para confirmar —sus besos en mi boca cada vez parecían más lejanos—. ¿Qué tienes? Me preocupas, Trav.
—Estoy bien, solo saldré a caminar, volveré después.
(…)
El fin de semana llegó antes de lo previsto, Mik ya tenía su maleta lista enviándola con el chofer de la familia y a su vez este nos dejó en una zona comercial donde nos encontramos con Sid y su novia Holly. A lo largo de la cita procuré mantenerme a la altura evitando en lo posible pensar en los problemas que me agobiaban, de vez en cuando se me cruzaban algunas ideas, pero pareciera que las chicas se dieran cuenta al integrarme enseguida a la realidad, entonces, tras una caminata por la zona, Sid y yo decidimos esperarlas en la calle en tanto ellas veían ropa en una tienda.
—Mik es una linda chica —comentó de pronto sacándome de mi agujero emocional—, Holly quedó encantada con ella desde el día que la conocimos.
—Lo sé, ella me contó lo ocurrido y la verdad me sorprendió encontrar una pareja dispuesta a hacer esto, o al menos con la curiosidad del querer.
—Seré franco, Travis, no me siento muy cómodo ante la idea de que otro hombre esté con mi novia, pero prefiero que lo haga conmigo y no con tres desconocidos que puedan lastimarla —no pude evitar recordar a Xun y mi padre en cuanto Sid golpeó la cajetilla de cigarros.
—¿Esto fue idea de ella?
—De los dos, pero llevamos mucho tiempo meditándolo y ella quiere saber qué se siente estar con otro hombre, pero no está segura porque tampoco quiere perderme.
—Al menos es honesta contigo y te tiene en cuenta, quizás otra chica habría buscado un amante en silencio.
—¿Eso te pasó? —me extendió un cigarrillo que dudé en tomar, pero igual lo hice.
—No, jamás he tenido novias y con Mik es una amistad con sexo e intimidad, pero no amor.
—Eso es lo otro, jamás conocí a nadie que tuviese una amistad como la de ustedes, yo debí esperar bastante para estar con mi chica y eso que es la única mujer en mi vida.
La anaranjada luminiscencia calcinaba el pequeño cilindro que ansié dos segundos fuese mi vida la que quemase, no sé si para calcinar mis sentimientos o esta parte que vivía, pero así como iluminó un instante su rostro, así mismo se apagó la llama.
—Sid, si no estás seguro de esto podríamos dejarlo para después.
—¿Te arrepentiste?
—No es eso, es solo que Mik y yo tenemos una regla en la cama y si uno no quiere sexo, no se tiene y ya está, no es el fin del mundo.
—Suerte por ti y Mik, pero mi chica no es así —fijamos la vista en ellas a través del ventanal—, es bastante tímida con el mundo, pero en la intimidad es más fuerte y segura y eso me encanta de ella porque es como tener a dos mujeres en una —el encendedor quedó en mi mano, pero no encendí el cigarro enseguida, sino que lo acomodé sobre mi oreja y jugué con el pequeño artefacto.
—Lo tendré en cuenta, así como también espero que respetes nuestras reglas, siempre usarás condón, no importa si debes ponerte veinte, lo cambiarás cuando corresponda según hablamos y si ella no quiere algo, no la obligarás.
—Así será, y espero que también lo hagas tú y respetes a mi novia porque no me contendré en darte una golpiza si te sobrepasas con ella.
—Descuida, ante todo respeto a una mujer, pero como bien dijiste, supongo que es mejor que ellas estén con nosotros presentes a que lo hagan con tres desconocidos que podrían lastimarlas.
—Salud por eso.
Brindamos con nuestras cervezas en tanto seguía jugando con el encendedor visualizándome igual que mi padre en el ventanal, recordaba su imagen en la juventud según las fotografías preguntándome si así había comenzado en ese mundo tan retorcido de sexo, alcohol y tabaco, así como también me preguntaba si había experimentado con drogas alguna vez.
—¿Qué le dijiste que parece tan distante? —cuestionó Holly, que no sé en que momento salió con Mik—. ¿Lo convenciste de cancelar el plan?
—¡Claro que no! Solo disfrutábamos la vista y quizás recreó en su cabeza lo que haremos —bromeó Sid mejorando el ambiente, pero mi cabeza seguía fuera de órbita.
—¿Estás bien? —asentí a Mik dejándola más tranquila, pero sabía que mentía—. De acuerdo, ¿qué les parece si vamos al hotel? Holly y yo les tenemos una sorpresa.
—¡Vamos allá!
Por primera vez desearía tener el consejo de la peor parte de mi padre para saber cómo rendir en esta locura y más al tener la cabeza ocupada en nuestra pésima relación.