—Es imposible… e-ella no se iría sin decirme…
—No lo sé, pero eso fue lo que hablamos hace un tiempo.
—¿Cuándo?
—Un par de meses.
De pronto conecté los puntos comprendiendo que esto ya estaba pensado y decidido desde hacía mucho y más considerando que se trataba de ella, aunque seguía sin comprender por qué no me dijo nada.
—Disculpe, señor Lawless, necesito salir.
—Travis… —llamó nervioso en cuanto le di la espalda—, ¿te quedarás con ella?
—Mejor hable con su esposa ya que mi padre le confirmó la paternidad de su hija, no sé qué más información deban entregarse, pero es ella quien tiene que darle varias explicaciones y es su hija quien tiene que darme unas cuantas.
Salí de inmediato sin importar cuántas veces me llamó a la distancia, ahora lo único que necesitaba era encontrarla y para eso me ayudé de algunos trabajadores de la mansión dando con ella en otro sector de la misma, por lo visto también huía de algo o alguien, pero aun cuando cruzáramos miradas siendo la suya de alivio, la mía se mantuvo fría, dolida y con cierto enojo retenido que la desconcertó.
—Travis, ¿qué tienes?, ¿qué haces aquí?
—¿Por qué no me dijiste que te irías?
—¿Irme?
—No te hagas que ya sé que tienes planeado irte a la fuerza aérea, pero al parecer no decides a qué país rendirle cuentas —enseguida comprendió cambiando su semblante a uno más serio.
—¿Cómo lo supiste?
—¿Cómo lo supe? ¿Es lo único que se te ocurre decirme? —cuestioné indignado saliéndome de mis límites por su descaro—. ¡Tu padre fue quien lo dijo y tú me lo estás confirmando como si no fuese nada, Mik! ¡¿En dónde quedó la confianza que nos teníamos?!
—¿Mi padre? ¿De qué hablas? Hace mucho que no sé de él —no puede ser, por estar tan concentrado en la noticia me olvidé de ese insignificante detalle—. ¡Explícame, ¿cómo que mi padre lo sabe?!
En un segundo mi preocupación pasó a ser el de ella y sin más opciones le conté una parte de lo que me explicó Lawless quedando atónita igual que yo, aunque era evidente que mil ideas más atravesaban su mente al recordar lo que habrá vivido en Corea con su otra familia.
—Mik, sé que es demasiado por procesar, pero…
—¡Mikehl! —el grito de su madre nos sacudió, mas no alejó tan abrumadoras emociones—. Es hora de empezar, vamos al salón de inmediato.
—¿Por qué no me dijiste que era hija de Lawless?
—¿Q-Qué? ¿Ahora qué tonterías dices? —Ming intentaba mantenerse firme, pero esa pregunta fue bastante directa, tanto como su nerviosismo.
—¡Ya me escuchaste, ¿por qué no me dijiste que George es mi padre?!
—H-Hija, no es lo que piensas.
—En realidad —la resonante voz de Lawless nos sorprendió paralizando a Ming—, a mí también me gustaría una explicación de tu parte.
—G-George…
—Sabes que he sido lo más comprensivo posible contigo, te he apoyado en lo que has querido y te he dado más que a nadie por el amor que te tengo, ¿pero me dirás que en todos estos años no supiste nunca que ella era mi hija?
El ambiente se tornaba cada vez más pesado, pero igual hice a un lado a Mik indicándole que no hablase a lo que ella asintió aferrándose a su vez de mi mano.
—Tenía la sospecha, pero no pude comprobarlo durante muchos años porque todos tenían los ojos sobre mí.
—¿Y cuándo tuviste la certeza?
—Cuando ella cumplió siete años y mi ex esposo en un arranque de celos se hizo una prueba… Creo que recuerdas la cicatriz en mi abdomen… —lo último lo murmulló dolida al borde de las lágrimas.
No sabía de qué herida hablaba, pero bastó con ver el rostro de Lawless para saber que no se trataba de cualquier cosa y el cómo se quebrantó ella emocionalmente evidenció un pasado más oscuro, aquel lleno de sufrimiento y maltrato que su esposo apenas se atrevió a contarme.
—¿Por qué no me lo dijiste cuando te divorciaste? —reclamó Mik intentando no ser tan dura con ella.
—No querías que me enterara porque no sabías cómo reaccionaría, ¿me equivoco? —cuestionó Lawless sumamente dolido, solo que esta vez Ming no soportó más y partió en llanto, mismo que su esposo contuvo al abrazarla—. ¿Por qué te costaba confiar en mí cuando te lo he dado todo?
—T-Tenía miedo y no sabía cómo reaccionarías, por eso quise que convivieran antes de decírselos.
—¿No te importa nadie más que no seas tú? —reclamó su hija con el desprecio brotándole en cada palabra—. ¿Por eso tu afán de buscarme un esposo rico? Aunque ni creas que quiero ser una esposa trofeo como tú.
—Mik, no más.
—¡NO! ¡Estoy harta de tantas mentiras y secretos, Travis, y tú también viniste a reclamarme cuando sabías algo que yo no, incluso él lo sabía y no me lo dijo!
—Lo sé y quizás no fue la forma correcta de actuar, pero tampoco te descargues del todo con ellos.
—¡¿Y con quién lo haré si no?!
—Comprende que si en verdad no les importases entonces no habrían hecho tanto por ti y la única que sabe las respuestas a tantas dudas es tu madre, pero esta no es la manera de afrontarlas.
—Tú parecías muy dispuesto cuando me reclamaste.
No era para menos que siguiera furiosa, pero yo sabía que algo turbio rondaba en su vida y es algo que no me atreví a decirle al no tener la información completa, además de que Lawless era quien tenía que explicarle para saber cómo actuar de ahora en más. Asimismo, comprobé que era verdad cuando él me dijo que ellas son muy parecidas y por lo visto él y yo nos encontrábamos en la misma posición con cada una.
—Mik —acuné su rostro intentando llegar a ella—¸ ya sabes una parte de la verdad, ahora deja que las cosas se calmen y después hablarán como corresponde, es imperativo que lo hagan.
—Travis…
—Señores Lawless, creo que ustedes deberían hablar primero—interrumpí al hombre queriendo evitar una disputa mayor dirigiéndome después a Ming—. Y aunque sé que no le agrado para nada, señora, piense esta vez en el daño provocado por su silencio y haga lo correcto.
—Y-Yo…
—No sé por cuáles circunstancias habrá pasado, pero callar ya no es una opción y lo sabe bien, en especial si se trata de la vida de su hija quien ahora sé es importante para usted, así como también debe comprender que usted ya no está sola, tiene a un hombre que la ama y está dispuesto a luchar por su felicidad, la de su hija y el futuro de los tres.
—Vámonos, Trav, no soporto un minuto más aquí.
Esta vez fui arrastrado por Mik con sus padres detrás de nosotros, pero aun cuando intenté detenerla ella siguió el camino aferrada de mi mano intentando no derrumbarse en llanto al igual que lo hacía su madre. Sin embargo, no creí que al subirnos al taxi ella solicitaría al hombre llevarnos al hotel que está cerca de la ópera, intenté persuadirla, pero no quiso hablarme en todo el camino, a duras penas pronunció palabra alguna cuando llegamos pues al ingresar a la habitación (que de nuevo me llevó a rastras), me besó impulsada por la misma la explosiva combinación de emociones con la que salimos de la mansión.
—Mik, espera.
—¡No quiero esperar nada! S-Solo… necesito olvidar un instante lo ocurrido, Trav, solo hazme olvidar —su súplica resultó apabullante consiguiendo que apenas la pudiese abrazar.
—Esta no es la forma.
—Hazme olvidar, Travis.
Sin importar cómo me sintiera, me dejé llevar por sus besos con tal de permitirle lo que quería y fue entre estos y las caricias, que eliminamos de a poco lo ocurrido siendo de nuevo los dos en una sencilla habitación con la ropa abandonando nuestros cuerpos. Ella, en un afán por actuar, se deshizo de mis prendas inferiores dejando a su boca actuar en mi entrepierna con chupadas que iban dejando en blanco mi mente hasta que no soporté más y la levanté dejando su pierna sobre mi hombro, siendo ahora mi lengua la que se apoderaba de ella en tanto la penetraba con mis dedos.
En menos de un minuto sabía cómo llevarla a la locura y la forma de aferrarse de mi cabello era la prueba, mas en sus gemidos era donde encontraba la verdad del disfrute, aun así, el doblar mis dedos en su interior me era insuficiente, por lo que no dudé en deslizarme entre sus piernas poniéndola de rodillas sobre la cama, besé su espalda acomodando el condón y una vez listo me adentré en su ardiente interior disfrutando las sensaciones emanadas de ella.
Cada penetración se hacía más formidable incrementando el placer en cuanto ella se inclinó por completo y arremetí enérgico sujetándome con fuerza de su cadera, aunque Mik en un intento por retomar el control fue quien comenzó a moverse coordinando con mi ritmo. Cuando menos lo esperé, ella se apartó lo suficiente y me arrojó en la cama colocándose sobre mí, yo la abracé saboreando su cuello sintiendo cómo entraba y salía, pero quería mucho más y nos giré quedando sobre ella siendo yo quien se apoderaba de su cuerpo una vez más.
Con su orgasmo a vísperas de bañarnos, acomodé sus piernas en mis hombros y me incliné hacia su rostro profundizando la penetración en lo que ella me rasguñaba dejando algunas nalgadas que me impulsaban a acelerar. No podría definir con exactitud en dónde quedaba la cordura, pero poco o nada nos importaba cuando al fin se borraba todo de nuestras mentes siendo solo nosotros y más cuando era ella quien me regalaba su placer al pedirme más de lo que le daba, aun así, pese a extasiarme con su curveada figura juvenil que se levantaba entregándome sus senos, mismos que chupé al bajar sus temblorosas piernas y seguí descendiendo entre besos sacándole esa reluciente faz que bien sabía a dónde me dirigía.
Si hay algo que me encante de ella, es cuando al venirse puedo saborear sus jugos que poseen un sabor ligeramente dulce y obvio no haría de esta la excepción siendo su sonora risa placentera la que generaba un rush en mis oídos que me excitaba más, solo que esta vez evité continuar nuestro encuentro para darle primero una solución al tema pendiente, pues sé que de hacerlo nos entregaremos con más pasión después, así que me acosté a su lado vislumbrándola en calma.
—Disculpa que no te lo dijera antes, pero no sabía cómo hacerlo —comentó mientras acariciaba mi pecho—, sé que para ti no son fáciles las separaciones e intentaba dar con alguna forma que no fuese caótica o yo qué sé.
—Comprendo que quieras protegerme, pero esconderme la verdad no es lo mejor y lo sabes bien —asintió arrepentida y la abracé evitando que se sintiera sola—. Mik, eres mi amiga y no quiero que eso termine, mucho menos por una tontería que se pudo solucionar hablando.
—¿Ya no estás molesto conmigo?
—Más que molesto, estoy dolido porque siento que no hice lo suficiente para que tuvieras confianza en mí.
—Sí hiciste, Trav, eres el mejor amigo que jamás he tenido y por eso era tan difícil decírtelo.
—Entonces responde, ¿en verdad quieres entrar a la fuerza aérea? —me clavó su oscuro mirar con total determinación.
—Sí, y también quiero el poder de los Lawless para demostrarle a mis hermanos de lo que soy capaz. Mi victoria será la mejor humillación para ese lado de la familia e incluso para los otros hijos de George si se atreven a hacerme lo mismo porque no permitiré que nadie vuelva a pisotearme.
—Me haces sentir orgulloso al escucharte tan decidida, por eso no dudes en contar con mi apoyo que estaré para lo que necesites.
—¿Aun cuando no te lo dije?
—No te sientas mal por eso, ya dejémoslo atrás y enfócate en tu futuro igual a como yo haré con el mío, eso sí, habla con tus padres y busquen un punto medio para los tres, porque por muy arpía que sea tu mamá en ocasiones, también pensó en tu bienestar y te trajo a Londres con tu padre.
—Lo sé, al parecer no la tuvo fácil y nunca me di cuenta de eso.
—Entonces escúchalos y únanse, estoy seguro que ninguno te abandonará en tus proyectos.
—Gracias por ser tan lindo conmigo, Trav.
—Mejor prepárate porque te cobraré la sesión con otra, ve que tenemos el tiempo contado y debemos aprovecharlo al máximo.
Si bien la tristeza abarcaba mi corazón, en una cómplice sonrisa nos dijimos todo manchando una vez más las sábanas que han atestiguado varios encuentros.