Esta semana estuve bastante ocupado adelantándome con el papeleo en la universidad, quería tener la mayor cantidad de documentos posible en caso de decidirme por esta institución, así que solo sería cuestión de escuchar el recorrido con el conocido de Xun, aclarar las dudas con Walken y comenzar mis estudios en agosto, ya que la idea era adelantar la carrera con un permiso especial que me daría Reinold adelantándome mi titulación de bachiller. Sin embargo, no pude contactarme en casa con la pequeña al ser llevada a otro lugar tras intentar escapar otra vez de mis hermanos quienes estuvieron atosigándola más con cuidarla, en especial Liam, pero al menos mi madre me dijo que ella estaba bien cuidada en ese lugar y pronto volvería a casa para hablar con ella.
—¿Otra vez pensando en tus hermanos? —di un respingo al escuchar a Xun.
—Sí, en especial en ella.
—Se nota, pero tendrás que continuar después, afuera te están esperando.
—¿Quién?
—Un chofer, dice que es urgente y considerando quién lo envía te sugiero ir rápido.
Apresuré el paso encontrándome con el chofer de la familia Lawless quien tenía órdenes de llevarme a la mansión que, de nuevo, estaba en medio de una especie de reunión de la alta sociedad. Esta vez me hicieron ingresar por otro lado siendo trasladado hasta una habitación donde solicitaron cambiarme ya que sería de nuevo el acompañante de Mik para otro baile, uno del cual nunca me habló aun cuando sí me informó que estaría hoy con sus padres.
Esta situación ya me resultaba extraña al ser tantas veces que me solicitaban lo mismo sin más y el que fuesen de esa forma por mí al internado tampoco era normal, así que me vestí rápidamente y en cuanto salí ordené que me llevaran con Lawless ya que algo no me encajaba, solo que no esperaba escuchar la voz de mi padre quien conversaba en el estudio con Lawless cuando se supone que debería estar en Nueva York con la pequeña.
—Tal como lo acordamos en diciembre, aquí está la primera parte del p**o —dijo Lawless a lo que mi padre chasqueó su lengua—, confírmalo para continuar.
—Muy bien, aunque esperaba que trajeras el p**o completo.
—Hubo un retraso y me vi en la obligación de dividirlo, solo espero que no afecte demasiado mi solicitud.
—Descuida, dejaré que confirmes la primera parte, el resto de la historia te la daré después —un silencio se hizo en la habitación intrigándome más—. ¿Qué pasa? ¿Temes saber el resultado?
—En parte, aunque también detesto hacer esto a espaldas de Ming, no ha sido fácil para ella y pedirte esta prueba…
—Estás en tu derecho de hacerla si ella no ha querido decirte nada, pero te sugiero que te des prisa con la otra parte porque a tu hija la acecha un peligro mayor y cuanto antes puedas respaldarla legalmente con tu apellido, será mejor para ella —cubrí mi boca al casi soltar un grito por la noticia.
—¿M-Mi… h-hija…? ¿Quieres decir que Mikehl…?
—Sí —afirmó tajante interrumpiendo la nerviosa interrogante de Lawless—, Mikehl es tu hija biológica, pero estos años para ella no han pasado en vano y lo peor es que todavía no terminan.
Imposible… ¿Acaso Mik sabe algo de esto? ¿Y qué acuerdo hicieron en diciembre? ¿Qué tanto sabe mi padre de ellos?
Intenté controlarme para no quedar al descubierto, así que esperé a que mi padre se despidiera ya que (según él) no quería perder más tiempo al tener otros compromisos y salió al cabo de unos pocos minutos en lo que yo me escondí en un pasillo que estaba a varios metros del despacho, por suerte se alejó solo permitiéndome confrontar a Lawless quien no se percató cuando ingresé al quedar con la vista perdida en unos papeles.
—¿Cómo es posible que Mik sea su hija si su esposa estaba casada con otro hombre? —abrupto, se giró el inglés al verse acorralado por mí.
—¿Qué haces aquí? No tenías derecho a escuchar esa conversación —intentaba reñirme, pero estaba tan absorto en la noticia que la voz lo traicionó.
—No vine con la intención de enterarme de esto, sino para que me diese una explicación sobre el por qué me pide siempre que sea el guardián de su hija en estos eventos, pero no esperé encontrar a mi padre aquí.
—¿Mik sabe algo?
—No, estoy solo, no la he visto desde hace horas —exhaló con pesadez señalando el sofá donde nos sentamos—. ¿Y bien?
—No es una historia fácil de contar y tampoco tengo todas las respuestas, por eso le pedí ayuda a tu padre.
—¿Y no era más fácil hacerse una prueba de paternidad en cualquier clínica de Londres o preguntarle a su esposa?
—Es… complicado… —en verdad lo parecía al encontrarse abatido—. Conocí a Ming meses antes de concebir a Mikehl, por vicisitudes del destino su esposo debió atender un negocio que yo haría con una persona que teníamos en común en Corea, así que me acerqué bastante a su familia, al poco tiempo tuve un romance con Ming que no se limitó en el sexo, sino también en amor, pero ella estaba casada, yo también y no podía ser, así que nos distanciamos por muchos años y más porque su esposo sospechó de nosotros.
—¿Ella sabía que Mik era su hija?
—No lo sé, no me atreví a preguntárselo una vez comencé a sospechar porque quise esperar a que ella me lo contara…
—No entiendo, ¿cómo…? —otro pesado suspiro y sus dedos presionando su sien me dio a entender que esto sería peor de lo que parecía.
—Sé que Ming no parece ser la esposa, madre ni la mujer del año con su actitud, Travis, pero es porque la vida la ha golpeado muy fuerte. Viene de una familia tradicional adinerada de Corea, la obligaron a casarse con alguien que no amaba por conveniencia y después de nuestro romance las cosas fueron peor para ella al recibir humillaciones, maltratos y señalamientos de parte de su esposo, la familia de él y incluso la de ella porque todos sospechaban que Mik era una hija bastarda.
—¿Y eso no fue razón suficiente para contárselo hace años?
—No… no lo fue —la melancolía lo invadió como una fuerte bofetada—… En ese momento quisimos cortar la relación del todo para no traer problemas mayúsculos al otro y creo que te habrás dado cuenta de que Mik no se parece en nada a mí, es la viva copia de su madre, incluso en actitud…
—Lo dudo…
—Te aseguro que no —rio por lo bajo tomando un portarretrato donde estaba con ellas—, madre e hija son intrépidas, feroces y defienden lo que quieren. Quizás parezca que Ming no quiere a nuestra hija, pero no tienes idea del horror que debió pasar para que Mikehl no sufriera peores cosas, y sí, digo peores porque mi hija me ha contado lo que le hicieron sus hermanos y ese… sujeto…
—¿Habla del padre de crianza? —asintió—. ¿Y cómo terminó casándose con usted tantos años después?
—Porque así como la vida quiso que nos conociéramos, así mismo nos reunió años después, el amor que creíamos extinto revivió y al encontrarme divorciado le supliqué que viniese conmigo, pero ella dijo que de hacerlo tenía que ser con Mikehl pues no la dejaría en manos de esa familia por nada del mundo y yo por el amor que le tengo accedí sin saber nada.
—¿Y cuándo lo supo?
—A principios de diciembre cuando escuché una discusión que tuvo con sus padres quienes reclamaban a Mikehl no sé con qué propósito, pero ella les dijo que no era hija de ese hombre y yo no supe qué hacer, no podía confrontarla por miedo a abrir de nuevo sus heridas cuando ya parecía mejorar después de estar casi dos años aquí, así que al recordar cómo hablaron tus padres de ti supe que estaría a salvo contigo, así como también sabía que tu padre era el único que podría ayudarme.
—¿Qué acordaron? ¿Acaso tiene algo que ver con la dichosa crisis financiera de Londres con ese tal Grosver? —la mención del hecho lo preocupó igual que aquella noche en la cena.
—Eso fue hace muchos años, ustedes todavía eran unos niños y Ming y yo no nos habíamos reencontrado.
—Pero algo pasó porque los dejó nerviosos a todos en la cena —no parecía querer hablar, pero si no lo presionaba ahora, no obtendría respuestas después—. Necesito comprender lo que está pasando, señor Lawless, porque si es verdad lo que dijo mi padre sobre ella, entonces no permitiré que la lastimen.
—¿Tanto te importa?
—Mucho, es mi mejor amiga —respondí sin titubeos.
—¿Solo la ves como una amiga o te gusta? —es difícil decirle que las dos sin meterme en un problema por los detalles…—. Por favor, sé honesto conmigo, Travis, es de mi hija de quien hablamos y su bienestar también me importa.
—No, señor Lawless, aprecio y quiero muchísimo a Mik, pero no la amo, de eso estoy seguro.
—¿Cómo lo sabes?
—¿Cómo sabía que su esposa era la mujer que amaba y no su ex esposa? —una ladeante y muy nostálgica sonrisa lo hizo comprender mi punto—. Mik es una mujer increíble, la respeto, la admiro y la quiero demasiado, pero no siento amor por ella y sé que ella por mí tampoco… Ahora le pido que sea honesto conmigo como acabo de serlo con usted —demandé firme sin sonar atrevido.
—Hace unos años, Inglaterra era gobernada por poderosos hombres y mujeres en el parlamento que siempre ha acompañado a la realeza, Grosver era uno de ellos siendo la persona más rica del país por fuera de la corona y su muerte trajo consigo una fuerte crisis financiera para la nación que casi pone en jaque a la corona. Muy pocos sabemos cómo se resolvió el hecho, pero hasta entonces su deceso afectó a las familias poderosas del país y los negocios con empresas extrajeras, entre esas las de Ming y su esposo de entonces, por poco terminamos en bancarrota hasta que alguien dio con las soluciones adecuadas y nos levantamos otra vez.
—¿Y esto tiene algo que ver con Mik?
—Sí y no. Mik jamás conoció a Grosver, pero Ming cree que lo mejor es que ella se case con un inglés y más que este tenga alianzas con el parlamento, solo de esa forma podrá estar asegurada en el país al cortar lazos con Corea ya que sus padres pertenecen al partido político y su influencia podría conseguir la repatriación de nuestra hija.
—¿Casarla? ¡¿Pero ha perdido la razón?! —silencié mis reclamos al comprender en parte por qué ella la trajo a Londres con Lawless, pero ahora una nueva duda me taladraba tanto como la respuesta—. ¿Por eso me ha pedido que sea su guardián en las fiestas?
—Sí. Mik confía en ti y sé que estás dispuesto a ayudarla, pero si eres tan inteligente como me han dicho, habrás comprendido que su madre hace estas fiestas para encontrarle un prometido sin que ella se entere y yo te traigo con el propósito de evitarlo porque sé que mi hija no quisiera eso y yo tampoco.
—Así que soy el chivo expiatorio.
—Algo así —murmulló avergonzado—… Sé que estuvo mal, pero lo consulté con tus padres y ambos estuvieron de acuerdo, dijeron que incluso lo harías sin que supieses nada porque mi hija ya era importante para ti, entonces hice caso al consejo de tu madre —froté mis párpados con cierta irritación.
—Presiento que me arrepentiré de preguntarlo, pero ¿qué consejo le dio?
—Que podía hacerte pasar por un falso novio sin decirlo a voces para que alejaras a los pretendientes dándole más tranquilidad a mi hija y a su vez evitando levantar sospechas, así en cuanto ella salga de Harrow podrá hacer su vida donde quiera al unirse a la fuerza aérea como tanto desea.
Esta vez fui yo quien palideció al no tener idea de que ella quería irse.