Londres, Inglaterra
Pronto dan el aviso para descender del avión, así que me preparo para tomar mi morral y salir lo antes posible, detesto esta parte de los vuelos, pero al menos ya llegué que es lo importante y en pocos minutos podré ver de nuevo a Mik y Xun para hablar con ellos.
—Al Instituto Harrow, por favor —solicité al taxista perdiéndome de nuevo en mis pensamientos.
Me afectó demasiado dejar sola a la pequeña, pero antes me quedé tiempo extra para asegurarme de regular su temperatura, una que se sentía muy bien sacándome una sonrisa solo de recordar su delicada piel, la suavidad de la misma, su perfume y la tranquilidad al dormir, por desgracia Xun compró el tiquete de regreso muy pronto sin darme tiempo a más, aunque supongo que tenía sentido si consideramos que solo iba a hablar con ella, eso sin mencionar que nadie sabía de mi viaje… Solo espero que mamá no se dé cuenta del abrigo que le dejé puesto a la pequeña, aunque sí espero que la chiquitina pueda perdonarme por irme dejándole solo una nota de despedida.
Aun cuando en parte me encontraba tranquilo al saber que ella estaba bien, también sentía que no habíamos podido hablar tanto por su fiebre y para colmo estar en Londres no me ayudaba al saber que tenía pendientes aquí. Sin embargo, cuando estaba a unas cuadras de llegar al instituto, noté que a la distancia se encontraban Mik y Xun corriendo a toda velocidad en lo que otro auto giraba en su dirección, entonces mi corazón se detuvo al reconocer a Gharbi quien era el conductor.
—¡Vaya tras ese auto! —ordené desesperado al taxista.
—¡Olvídelo, tenemos que llamar a la policía!
—¡¿No ve que serán atropellados?!
El sujeto seguía reacio a hacerlo y en parte comprendía su nerviosismo, pero mis razones eran mucho más preocupantes, por lo que debí forcejear con él hasta obtener el control del volante y le di un golpe en la pierna consiguiendo que pisara el acelerador acercándonos lo suficiente hasta Gharbi.
—¡Quítate! —toqué desesperado la bocina olvidándome de los gritos del hombre.
—¡XUN! ¡MIK! —grité con todas mis fuerzas sin dejar de conducir en lo que seguía forcejeando con él—. ¡Dime cuando estén a salvo!
Por desgracia él no me ayudó y debí subirme al andén mientras pensaba en algo rápidamente, entonces noté que no tenía el cinturón de seguridad, así que lo aseguré como pude, me fijé que el suyo estuviese puesto y con otro golpe hice que pisara el acelerador embistiendo el auto de Gharbi, consiguiendo que nos desviásemos del camino hasta dar un par de vueltas.
Un fuerte pitido en mis oídos comenzaba a ensordecerme en medio del mareo y la visión borrosa, pero aun a lo lejos escuchaba las voces de Mik y Xun llamándome. Me fijé en el taxista quien estaba inconsciente y como pude le tomé pulso y respiración quedando aliviado al saber que se encontraba vivo.
—¡Travis! —no sé qué pasó, pero esas heridas en el rostro de Xun no eran por el accidente—. Tranquilo, los sacaremos de ahí.
Estaba desorientado, las pocas fuerzas que tenía las usaba para revisar al hombre y al cabo de unos minutos se escucharon las sirenas siendo lo demás un caos para mí, pero al menos pude darle a los paramédicos tanta información como mi cabeza me lo permitió.
(…)
Después de varias horas supe que el conductor al igual que yo tuvo lesiones menores, por desgracia no puedo decir lo mismo y lamento mucho lo de su auto porque sé que es su medio de trabajo, pero no podía dejar que las vidas de ellos fuesen alcanzadas por ese infeliz de Gharbi. Asimismo, debí dar declaraciones a la policía sobre mi actuar, ellos me informaron que los pasajeros del otro auto querían hacer una denuncia por el accidente, pero yo les pedí que investigarán bien tras explicar lo ocurrido. Pese a esto y ya que ellos también recibieron heridas leves, fueron llevados a la cárcel al tener las declaraciones de Xun, Mik y otros testigos que vieron la escena.
—Nos mantendremos en contacto con usted, así que no salga de la ciudad.
—Descuide, oficial, estaré al pendiente. Gracias —este salió siendo Xun y Mik quienes ingresaron a la habitación, pero detrás de ellos también venía Walken y por la cara que traía no sería bueno lo que me esperaba—. ¿Cómo se encuentran?
—Vivos gracias a ti —comentó Mik sujetando mi mano.
—¿Qué les ocurrió para terminar huyendo de esa forma?
—Primero tenemos que hablar tú y yo, así que les pediré a ambos que salgan unos minutos —ordenó Walken y estos obedecieron en el acto—. ¿Se puede saber en qué estabas pensando para hacer algo tan peligroso?
—En salvarlos de Gharbi —respondí sin ápice de duda.
—¿Te das cuenta que pudiste perder la vida con esa maniobra? ¿O la del taxista, que tiene ganas de matarte por los daños ocasionados?
—Lo sé y trabajaré duro para pagar esos daños, pero, Walken, eran dos vidas en peligro.
—¡Y lo que hiciste pudo acabar con más vidas, Travis! —casi podía ver unos filosos colmillos al gritarme colérico, parecía como si fuese a despedazarme—. De esto se enterará tu padre y ten por seguro que tendrás que responder por los daños.
—¡No se lo digas, Walken, te lo suplico!
—¿Y por qué no? Dame solo una razón lógica para no hacerlo.
Quizás porque con él me bastaba el regaño considerando lo intimidante que podía ser cuando se enojaba y también…
—Porque no sé de lo que sea capaz de hacer mi padre, solo piénsalo. Lo que le hice a Gharbi hace años le generó rencor, pero algo que le hizo mi padre a él y su familia también lo afectó, por eso no quiero que vuelva a intervenir —un frustrante respiro emergió de él como si tórridas ideas se cruzaran por su cabeza llegando a preocuparme.
—¿Y qué será la próxima vez? Porque no podrás huir toda la vida de él.
—¿Me dirás que no podemos contratar un abogado para que nos ayude a encerrarlo una buena temporada en lo que pienso algo?
—¿Podemos? ¿Y con qué dinero piensas pagarlo si no quieres hablar con Oz? —la frustración me iba ganando y sus acertadas deducciones no me ayudaban—. Ahora entiendo por qué tu padre vive con tantas migrañas cuando se trata de ti —suspiró apesadumbrado en lo que yo quedaba como un niño acorralado, mas su semblante se suavizó sentándose a mi lado—. Quiero presentarte a alguien.
—¿Quién? —llamó a alguien y un hombre ingresó con traje y un bolso de cuero, pero algo en sus facciones me inquietaba—. Travis, él Clarence Hill, consideré llamarle al ser gracias a su ayuda que se resolvió el primer inconveniente años atrás.
—Un placer, Travis, me alegra saber que estás bien —su voz, la delicada forma de estrechar mi mano, su mirada dulce y maternal…
—Lo mismo digo, señor Hill, pero si no le importa que se lo pregunte, ¿nos conocemos de antes?
—¿Así te lo parece?
—Sí, algo en usted me resulta familiar.
—Quizás me hayas visto una vez de lejos, yo en cambio debí ver muchas grabaciones y fotografías tuyas por el caso, solo me inquieta que no desees la intervención de tu padre —y aquí vamos de nuevo…
—Este asunto es mío, señor Hill, y sé que no es lo adecuado, pero le firmaré un pagaré y trabajaré duro para cancelarle sus honorarios —ambos rieron aun cuando mi solicitud era seria.
—Descuida, no será necesario.
—¿Por qué?… Si me dice que Walken le pagará, de una vez le advierto que no lo permitiré.
—No, Travis, no es por eso.
—Y no corres con tanta suerte hoy, jovencito —advirtió Walken lanzándome esa mirada inquisidora.
—Travis, hace años tu padre pagó mis servicios por el altercado que tuviste con este joven, pero también me pagó otro monto por adelantado por si algo más llegaba a ocurrir o…
—O se repitiera el suceso —completé por él, a lo que asintió—. Sí que me tiene fe.
—Deja los sarcasmos que sí te tiene fe —riñó Hill en un tono más maternal que paternal acelerando un poco mi corazón, pero en un buen sentido… aun cuando me confundía…—. Tu padre conoce bien la maldad en el mundo y si hizo esto fue como un seguro para protegerte, por eso Walken me llamó para darle una solución a esto.
—¿Y se puede hacer algo?
—Por desgracia tu heroica hazaña complica la situación, pero deja que me encargue del trámite legal y después te llevaré las buenas noticias, porque sí o sí ellos estarán en prisión al menos unos meses, también conseguiré la orden de alejamiento, pero por ahora necesito que te mantengas lejos de ellos y sobre todo de Gharbi, porque lo más seguro es que sus padres paguen su fianza y se lo lleven a más tardar mañana de la cárcel.
—Hijo, esta es la mejor alternativa si no quieres involucrar a tu padre, así que tú decides.
—¿Él se enterará después de esto?
—Tú eres mi cliente ahora y este caso te concierne a ti, yo tengo la autorización de él y de Walken para representarte.
—De acuerdo, estaré al pendiente y haré lo que me indique. Gracias, señor Hill.
—Un placer ayudarte —Hill me sonrió con un brillo de antaño que brindó calidez a mi corazón y más al acariciar mi cabello—. Por ahora volverás a los dormitorios, así que descansa.
—¿En verdad no nos conocemos de antes?
—Quizás en otra vida.
De pronto, al caer sus dedos en mi mejilla cuando alejó la mano para salir de la habitación, una extraña visión apareció frente a mí vislumbrándolo con un vestido, cabello largo azabache y tacones altos.
—Cleo… —susurré confundido llamando la atención de ambos, pero antes de poder decir algo más caí desmayado.