35. NO ME EVITES

2121 Words
Desperté con una intensa pesadez en el cuerpo parecida a la que queda después de una golpiza, pero lo más extraño es que no me sentía así cuando estaba en el hospital, así como tampoco tenía el horrible dolor de cabeza que me martillaba ahora en tanto la luz que entraba por la ventana lo incrementaba considerablemente; sin embargo, lo más extraño de todo era que ya no estaba en el hospital sino en mi dormitorio, siendo Mik quien salía del baño acercándose preocupada. —¿Cómo te sientes? —¿Qué me pasó? Recuerdo que estaba con Walken y el abogado Hill y después nada. —Te desmayaste cuando el abogado se iba a ir, nos diste un gran susto, sobre todo a Walken. —¿Qué me pasó? —No lo sabemos, él te hizo algunos estudios y todo salió bien, por eso te trajimos a los dormitorios. —¿Y Xun? ¿Está bien? —Sí, no te preocupes, se fue con ellos para el trámite legal, ya sabes. —¿Y tú cómo estás? —repasé con cuidado algunas heridas en su rostro. —Estoy bien, no fui yo quien quiso jugar a Misión imposible en un auto —me habría encantado reír, pero la temeraria situación no me lo permitió. —Mik, ¿qué pasó con Gharbi? —su decaído semblante no me ayudaba mucho. —Iba de salida cuando me encontré con Xun, era su día libre y me propuso caminar hasta una cafetería en lo que hablábamos, pero cuando salimos de allá nos encontramos con Gharbi y su pandilla, en resumen, se repitió esa noche que nos atacaron, solo que Xun les dio buena pelea aun cuando se fueron casi todos contra él. —Disculpa, ¿insinúas que no di buena pelea? —cuestioné indignado haciéndola reír. —Fuiste muy bueno, pero Xun parecía un experto, era como ver a alguien entrenado del ejército. —Parece que quedaste encantada con nuestro conserje. —¿Celoso, joven Oz? —Un poco —otra suave risa mejoró mi ánimo, pero también incrementó la migraña—. ¿Podrías pasarme el botiquín, por favor?, y también un vaso con agua —tomé la medicación indicándole que se sentara a mi lado donde no dudé en dejar caer mi cabeza en su pecho—. Sigue contándome. —¿No te dormirás? —Ya dormí toda la noche tras desmayarme y es más que suficiente, pero sí quiero saber qué pasó. —No hay mucho más por contar. En cuanto tuvimos la oportunidad de escapar corrimos lo más rápido posible y por un instante creímos que estábamos a salvo hasta que vimos el auto detrás de nosotros, al poco tiempo apareciste tú y nos salvaste. —Me alegra haber llegado a tiempo. —Trav, sé que el abogado se hará cargo de ahora en más, pero sería bueno tomar precauciones, no quisiera que te volviesen a lastimar. Comprendía su preocupación, pero un presentimiento me decía que había algo más en su atemorizante advertencia. —¿Qué me ocultas? —Nada, solo me preocupa ese sujeto —me erguí dándole la cara, pero ella me esquivó en el acto. —Mik, ¿qué me estás ocultando? —Ya te dije que no es nada, solo estoy preocupada y ya está. Resulta irónico que por lo general yo dé esa respuesta y sea mi padre quien se fastidie por ello, pero ahora que era yo quien la recibía podía comprenderlo un poco pues también me fastidiaba. —Te conozco lo suficiente para saber que no es nada, así que explícame lo que está pasando —exigí más firme consiguiendo su atención, mas no su respuesta—. ¿¡Y bien!? —Cuando comenzaron a molestarnos, Gharbi dijo que no dejaría de buscarnos hasta lastimarnos lo suficiente con tal de hacerte sufrir. —Maldito hijo de… —sin importarme mi propio dolor, arrojé algunas cosas contra la pared asustándola al punto que se alejó de la cama—. ¡¿Por qué no me dijiste nada?! —¡No quería preocuparte ni mucho menos que reaccionaras así! —¡¿Y cómo más esperas que reaccione?! —me levanté directo hacia ella ansiando la cabeza de ese infeliz—. ¡Estamos hablando de tu vida y la de Xun, ¿crees que me sentiré tranquilo si algo malo les pasa por culpa de ese psicópata?! —¡Pero no pasó y ya el abogado Hill se hará cargo! —¡Sí, y el infeliz de Gharbi quedará en libertad un tiempo porque sus padres pagarán la fianza! —¿¡Y es mi culpa que se ensañara con nosotros!? Al verla tan asustada y los ojos vidriosos no pude soportarlo más y calmé mi enojo, pues en realidad no me enfurecía su reacción, sino que mis pasadas acciones trajeron consecuencias arrastrando a inocentes en un asunto que solo me concierne a mí. —Perdóname, no quería gritarte —hablé más suave y la atraje a mi pecho queriendo refugiarla, pero enseguida se apartó tras soltar un chillido que me preocupó—. ¿Qué pasa? —Nada, estoy bien. Ese último “nada” me colmó la poca paciencia que había podido recuperar y me fui contra ella forcejeando lo suficiente hasta terminar en la cama, me pedía que me quitase de encima, pero tanta era mi furia y desesperación que rasgué su camiseta encontrando demasiados moretones que me paralizaron en la misma medida que mis nervios se iban descontrolando. —¿C-Cómo…? ¿Por qué no me lo dijiste? —No quería preocuparte, ya tenías demasiado en mente y… —con cuidado coloqué mi mano en su boca silenciándola al no soportar una palabra más, o peor, otro “nada”. Esta imagen de su frágil cuerpo golpeado me destrozó por completo, si bien Gharbi no sabía que ella era una chica, tampoco tenía por qué levantarle la mano, pero esto era el resultado de mis acciones, unas cuyas consecuencias habían traspasado las barreras dejándome con una inmensa culpa que me hizo abrazarla con sumo cuidado, pues no solo sentía que debía cuidar ahora más que nunca de esa pequeña niña al otro lado del mundo, sino también de la joven que tenía a mi lado. (…) Algunos días transcurrieron y las heridas de los tres habían mejorado, pero opté por distanciarme de Mik al temer que quizás fuesen de nuevo por ella ya que, tal como predijo el abogado Hill, los padres de Gharbi lo liberaron quedando con una advertencia de no buscarme si no quería volver a la cárcel, pero sabía que eso no sería suficiente para detenerlo y en cualquier momento podría atacarnos, y como sé que ella no suele salir de la institución a no ser que sea estrictamente necesario, era mejor que no estuviese conmigo. —¿Travis…? —llamó Mik en cuanto ingresó al dormitorio. —Debo irme, tengo práctica. —Necesitamos hablar. —Será después. —¡No existe después y ya me estoy cansando de que me evites! —exclamó desesperada bloqueándome el paso, pero me mantuve impenetrable. —Será después, sabes que no me gusta llegar tarde a las prácticas y menos con las nacionales encima, mejor dedícate a estudiar que también tienes mucho por hacer —la hice a un lado dirigiéndome a la puerta donde me impidió abrirla tras arrojarme un libro que impactó cerca de mí. —¡¿De verdad nos harás esto?! —¡Mik, ahora no! —¡Me cansé de esta ridícula actitud contigo, ni siquiera quieres darme la hora ni mucho menos mirarme, hasta parezco un leproso cuando intento acercarme y te alejas enseguida! —Es lo mejor para ti… —¿Lo mejor para mí? ¡¿Lo mejor para mí?! ¡¿Desde cuándo eres un cobarde con ese cretino?! —No lo entenderías, así que te pido que no te metas y hablaremos después —en unas cuantas zancadas se acercó empujándome a un lado con una furia descomunal—. ¡¿Cuál es tu problema?! —¡Tú eres mi problema, Oz, tú y ese idiota de Gharbi, pero ya no soporto un minuto más y si tengo que encararlo para conseguir que me hables, entonces lo haré! —¡Espera! —me abalancé hacia ella intentando detenerla, pero forcejeó y salió corriendo a toda velocidad elevando mi preocupación por los cielos—. ¡Mik, espera! Esta vez fue ella quien me ignoró saliendo disparada hasta la carretera donde detuvo un taxi, seguí corriendo detrás de este suplicándole que no fuese, pero al no soportar más, subí a un taxi ordenándole seguirla lo más rápido posible. No sabía qué hacer para que me escuchara y razones tenía de sobra para estar furiosa, pero yo también las tenía para alejarla aun cuando me doliese al ser una amiga tan preciada para mí. Sin embargo, el terror se apoderó de mí al percatarme que se había detenido en Royal, ella se bajó observándome decidida a entrar y pagué al taxista corriendo tan rápido como pude, pero me paralicé en la entrada, mis pies pesaban como el plomo y mi corazón parecía estallar en cualquier momento. —¡Mik, no lo hagas, te lo suplico! —¡Si tanto quieres salvarme, deberás afrontar el pasado de una vez por todas, Travis! —N-No puedo… —Sí puedes —negué temeroso igual que un niño—. Contigo o sin ti entraré, pero esto termina hoy. —¡No, por favor! Y-Yo… M-Mik…, no puedo… —Cuando viste mis heridas estabas dispuesto a todo contra él ¿y ahora tiemblas ante la idea de entrar aquí? ¿Qué cambió? —no era para menos su desconcierto por mi reacción. —Solo no entres, no lo hagas… no me hagas esto… —mi conflicto interno empeoraba y ella pudo percatarse de esto pues se apartó de la puerta, pero no se acercó del todo a mí. —Explícame, Trav, ¿no ves que también me afecta lo que te pase? —no sé de dónde sacaba la fuerza para mantenerme en pie al sentir que mis rodillas flaquearían en cualquier momento—. ¿Travis? —No quiero entrar ahí, sé que si llego a poner un pie en ese lugar no dudaré en confrontar a Gharbi y juro que soy capaz de asesinarlo, y no lo digo por hablar, en verdad puedo asesinarlo solo de recordar tus heridas y las de Xun. —Travis… —Sé que debo darle frente, Mik, lo sé mejor que nadie, pero no quiero manchar mis manos con sangre porque iría en contra de mis principios y también porque… —la horrible sensación en mi pecho me cerraba la garganta por momentos. —Sigue… —Quiero ser doctor… —murmuré tan melancólico que la descolocó por completo. —¿Qué?… —Decidí que quiero convertirme en doctor, deseo salvar vidas como mi padre, no quiero que ningún niño sufra y si q-quizás por estar conmigo unos minutos puedo evitar que se conviertan en el próximo Gharbi, entonces estaré más que satisfecho. —Trav…, ¿por qué no me dijiste? —La culpa no me dejaba verte a la cara y creí que apartándome por ahora sería la mejor opción, pero no creas que no me duele estar lejos de ti…, así como también me duele estar lejos de… ella… —¿Ella? ¿Hablas de tu prima? —asentí con las lágrimas al límite—. ¿Por ella decidiste ser doctor? —Sabes que tenía dudas sobre mi carrera, pero el hablar con ella me hizo decidir ser pediatra para salvar la vida de los niños como ella, como Gharbi o cualquier otro, pero no lo conseguiré si arrebato una vida por muy mala que sea esa persona. Ella, tras pensárselo un poco, se acercó abrazándome fuerte devolviéndome la calma al saber que no seguiría con su plan, pues sé que en verdad habría entrado por ella y de paso habría cometido un crimen atroz al arrebatar la vida de esa miserable cucaracha. —Discúlpame, no quería ponerte en este aprieto —reí con una profunda tristeza abrazándola más fuerte sin lastimarla. —Soy yo quien debe decir eso, por mi culpa resultaste herida. —Trav —se alejó un poco enlazando nuestras manos—, ¿confías en mí? —asentí sin dudar—. Saltémonos las clases de hoy, te llevaré a otro lugar donde estarás más tranquilo. —¿Dónde? —Solo confía, pero esta vez nos iremos de la mano para que no nos apartemos. No sabía el destino, pero su sonrisa fue un bálsamo para mí.
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